Un Gregson-Williams electrónico y previsible |
|
Siempre es interesante volver ver aparecer el nombre de un compositor de calidad como es Harry Gregson-Williams en una película de cierto peso y prestigio. Prácticamente desde el remake de Total Recall no habíamos vuelto a saber nada de él. Ignoro si el suicidio de uno de sus amigos y con quien colaboraba habitualmente, como era Tony Scott haya tenido algo que ver con dicha situación.
Al traer a colación el nombre de Tony Scott no lo hago simplemente como recuerdo y en relación con el compositor, sino que todo el conjunto sobre el que versa la reseña bien podría ser perfectamente uno de los títulos de la filmografía del fallecido director. El protector nos trae a la gran pantalla la adaptación americana de una serie inglesa de los ochenta protagonizada por Edward Woodward. Como habitualmente, la idea es realizar una adaptación moderna manteniendo la trama anterior, adaptándola a la actualidad. Una puesta al día, vamos. En el fondo se trata de un clásico thriller de acción, de venganza, con un Denzel Washington dándolo todo en el papel protagonista. Tal y como lo he descrito podría estar hablando de Man on Fire, un proyecto que guarda muchas similitudes con este. Salvo quien ocupa la silla del director (obviamente), y que en esta ocasión es Antoine Fuqua.
Gregson-Williams y Fuqua no habían vuelto a trabajar juntos desde The Replacement Killers hace ya 16 años, pero en esta ocasión la película cuenta con un estilo mucho más serio y violento. Más cercano a las historias setenteras, en lo referente a su crudeza y ese carácter mucho más urbano. Por ello la música también sigue dichos parámetros y es bastante más similar a los proyectos en los que Gregson-Williams colaboraba con Scott que a lo que Fuqua nos tenía acostumbrado en sus colaboraciones con otros músicos de la escuela Remote Control más habituales en su filmografía como: Mancina, Morris o el propio Zimmer. En esta ocasión se trata de un thriller duro directo y seco, y su música también lo es. Todo esto tiene otro calificativo que perfectamente se le puede aplicar a la banda sonora en su conjunto: previsibilidad. Si alguien con estos párrafos y sin necesidad de seguir leyendo no tiene ya claro cómo es la música de Gregson-Williams para El protector, es que no conoce demasiado bien alguno de los nombres que he mencionado aquí. The Equalizer bien podría ser música que acompañara perfectamente cualquiera de sus anteriores colaboraciones con el director Tony Scott.
Sí que es verdad que el compositor maneja técnicamente muy bien este estilo. La diversidad de motivos y estilos que aporta en su electrónica es realmente buena. Pero evidentemente, también consigue que su música en muchas ocasiones no consiga funcionar nada bien alejada de las imágenes de la película. Electrónica, pulsos, efectos de múltiple calibre y guitarra eléctrica nos asaltan por todos lados. Evidentemente buscan reflejar el aspecto duro y de acción de la película. Eso sí, esta venganza, no viene apoyada por unos potentes temas de acción, sino por un sonido oscuro, seco, cargado de ritmos propulsivos que inundan la mayor parte de la partitura. Incluso en algún momento como en “Make an Exception” escuchamos un sonido acústico similar a la cítara, no sé si con la intención de reflejar a los mafiosos de origen báltico que son parte de la trama principal de la historia.
Comenzando con “McCall’s Decision”, la música se encuentra cargada de una atmósfera electrónica. Los ritmos y pulsos electrónicos parecen acompañar el objetivo imparable de nuestro protagonista. Especialmente la incursión del sonido brutal de guitarra eléctrica (interpretada por unos ya clásicos George Doering y Peter Distefano), que no estaría fuera de lugar acompañando a una buena banda de rock duro. En ocasiones incluso rompe completamente la progresión de la música, para luego integrarse en la misma en las piezas más directas como “Corrupt Cops” o “Concerned Citizen”. Gregson-Williams sabe cómo mezclar todos estos elementos maravillosamente. Y en ocasiones la electrónica proporciona momentos cargados de fuerza y personalidad como en “Man on a Mission”. Pero en conjunto se termina haciendo algo pesado.
La mejor muestra de esa pesadez es la interminable “It’s All a Lie”, una pieza que a lo largo de sus más de 10 minutos no consigue ir más allá de crear una atmósfera pesada y dura que, una vez superados los interesantes primeros tres minutos, termina convirtiéndose en música de fondo en nuestros oídos. Y eso que dicha parte inicial promete mucho, gracias a la integración de la electrónica y los ritmos, junto con la presencia de una sección de cuerdas, también cargada de fuerza, que le proporciona una cierta base melódica. Pero posteriormente continúa adentrándose en simples propulsiones rítmicas y efectos. Evidentemente la participación de los Hybrid, auténticos expertos del sonido trance y el progressive house, en los desarrollos electrónicos se deja notar.
Afortunadamente en esta partitura, uno de los mayores aciertos de Gregson-Williams es la inclusión de la semblanza de un motivo que parece buscar identificarnos con el aspecto humano del protagonista. Aunque con breves apariciones, este motivo proporciona los momentos más destacados de la banda sonora. Principalmente porque capta perfectamente la sensación de “héroe caído” del personaje encarnado por Denzel Washington. Especialmente queda demostrado en las dos piezas iniciales que nos lo presentan. “Alone” tiene un sonido realmente introspectivo y delicado. Con la electrónica compartiendo protagonismo con las cuerdas, y breves aportaciones de la guitarra eléctrica, en esta ocasión en formato más acústico. Es además de los pocos momentos en los que se puede disfrutar del bonito sonido del chelo y el violín electrónico de dos grandes maestros como Martin Tillman y Hugh Marsh. En estos momentos la banda sonora se mueve justo al punto opuesto de todo lo que mencionaba anteriormente.
El tema melodíco principal, interpretada en las cuerdas, es el responsable de mantener el punto humano del protagonista en sus puntuales aportaciones a lo largo de toda la banda sonora. “Change Your World” mantiene precisamente ese aspecto emocional de la música, especialmente con la entrada del piano acompañado por el chelo y el violín electrónicos. Incluso con momentos en que parece querer ofrecernos más luz y emoción a la partitura. Pero evidentemente todo acaba. Es una ilusión y comienza la venganza. Ya el resto de la banda sonora nos devuelve al mundo seco y oscuro de la película. El compositor entonces introduce breves toques del motivo humano en medio de ese mundo hostil en el que se desarrolla la historia. Salpica la tensión para que nunca nos olvidemos del todo del ser humano que quiere otro mundo mejor y que existe en McCall. “On a Mission”, “Corrupt Cops”, “A Quiet Voice” y otras incluyen su motivo o notas a piano para traernos ese recuerdo.
Lo curioso es que la mezcla de ambos mundos, queda bastante mejor entremezclada cuando se alcanza la última pieza. En “The Equalizer” la guitarra y la percusión electrónicas nos introducen en un tema muy conclusivo de la partitura. Pero en esta ocasión, la diferencia entre ambos estilos no se introduce rompiendo uno al otro. A lo largo de toda la banda sonora, o la electrónica y los efectos ahogan la parte melódica, o la parte melódica provoca un frenazo en la tensión. Aquí sin embargo comparten perfectamente el mismo medio. Con la orquesta y las cuerdas sonando con fuerza bajo la electrónica y compitiendo entre ellas. Pero ambas al mismo nivel.
La verdad es que Gregson-Williams da una demostración completa de saber manejar perfectamente la integración de su sonido electrónico con los acústicos. Pero como ocurre en bastantes películas de este género actuales, se confunde el proporcionar dureza al sonido, la radicalidad y el efectismo, con la personalidad en la composición. En su conjunto la partitura es típica y la hemos escuchado, de diversos formatos y maneras, en multitud de ocasiones anteriormente. A todos aquellos aficionados que les guste este tipo de partituras de acción electrónicas seguro que encontrarán algún detalle que destaque y les guste. Pero fuera de ahí, los breves momentos emocionales dudo que sean suficientes para que atraigan a otros aficionados. En conjunto es adecuada, pero simplemente una más.
|
No hay comentarios