Sin brillo personal y con el protagonismo en un cómodo segundo plano |
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Segunda y esperada entrega de los Vengadores y, como no podía ser menos, igualmente requerida su banda sonora tras el trabajo serio y firme de Alan Silvestri en Avengers. El compositor de Forrest Gump marcó el camino a seguir con una partitura sinfónica, mínimamente aderezada con toques electrónicos y que presentaba de base un tema principal sencillo, anclado en sus arreglos más que en la calidad de la capa principal. Atendiendo a quién componía la obra era de esperar un matiz fundamentalmente clásico de la música. El resultado: notable. Ahora, tres años después, la dupla Elfman-Tyler hacía presagiar un trabajo potente y moderno. No ha sido así. Vayamos con ellos.
El inicio de la composición ofrece una pizca de entusiasmo al seguidor de estos dos artistas y de la música para superhéroes. Nos encontramos en los inicios, marcados claramente por un “estilo Elfman” (que no termina por despegar) y que abarca hasta la primera media hora, cuando aparece por fin el título en pantalla de Avengers: Age of Ultron. Se trata de una introducción a la historia, la situación en el argumento y el empleo, por parte de ambos artistas, de múltiples referencias al tema creado por Silvestri (“Heroes”). No podía ser de otra manera y ya, enseguida, la carrera que toman ambos será propia y alejada de las alusiones al compositor de la primera entrega, al que de nuevo recurrirán al final de la trama, envolviéndola así en la atmósfera musical característica sin un uso continuado de referencias. Interesante propuesta.
Para los seguidores de la música de cine poco dura el interés, ya que inmediatamente podemos presenciar la línea básica de todo el trabajo, apenas variada en instantes concretos, y que se resume en una continuación de la propuesta de Silvestri, esta vez con menos personalidad, puesto que ninguno de los dos compositores consigue dejar su sello auténticamente personal en las notas. Un trabajo equilibrado de ambos, eso sí, pero que, si bien no perjudica de forma conclusa al conjunto, no beneficia en absoluto la libertad expresiva de cada uno que, en solitario, podrían haber trazado líneas altamente superiores.
Vengadores: La era de Ultrón resulta una partitura lineal y cómoda. El ritmo parece mantenerse sin variaciones marcadas, cualidad esta, en positivo, significada en la carrera de ambos músicos, y escuchando su trabajo aislado de la imagen se llega pronto a mantener una atención pobre sobre las notas. En pantalla, la composición gana en cuerpo, lógicamente, y funciona de forma correcta. La corrección no es mala; el funcionamiento sublime de la música aplicada a una historia en imágenes, hablando de acción y superproducciones como ésta, queda, hoy día, únicamente en manos de dos compositores: Michael Giacchino y Alexandre Desplat. Lástima uno de los dos no se haya encargado de este trabajo que, sin duda ninguna, habría dado un paso de gigante en calidad y fuerza. Capaces de levantar del asiento a cualquier espectador que guste por sus obras musicales, se les echa de menos cuando, presenciando espectaculares efectos de sonido y grandes combinaciones de secuencias de imagen, las luchas y conflictos son limitadamente apoyados por la partitura, en ningún momento elemento fundamental de lo que vemos.
La aventura, como en su anterior entrega y musicalmente hablando, parece despertar con la rabia de Hulk. Tyler también lo hace. La acción más intensa queda para él y progresivamente escala posiciones y presencia en pantalla. Elfman se ocupa de los instantes descritos a ritmos más pausados y las fanfarrias identificativas del grupo de superhéroes. Revolviendo estos aspectos concretamos los tres momentos más logrados de la historia: Iron Man adopta su Hulkbuster e intenta controlar, mediante la lucha, a Hulk. Como ocurrió en Avengers, musicalmente hablando (y también cinematográficamente), uno de los instantes más conseguidos (“Hulkbuster”).
El segundo de los momentos surge repentino de la mano de Viuda Negra y su carrera en moto (“Seoul Searching” a partir del segundo 32). Ambos fragmentos compuestos por Brian Tyler.
Llegamos al tercero. Elfman aplica toda su genialidad para componer las fanfarrias de la historia y rozar incluso sus años dorados dentro de la música de cine. “Avengers Unite” supone uno de los trabajos más emocionantes de la película, previo al desenlace, algo extenso y repetido, en el que ya la música, sin duda, ha dado un giro sin importancia para describir pacientemente el final.
Realmente nos encontramos ante el cierre de la aventura con este tema que, personalmente, creo que cobija en sí todo el poder que el gran compositor consigue ofrecer con este lado de la partitura, más cercano a los superhéroes modernos y que él mismo consiguió fijar como insuperable en la mítica e irrepetible fanfarria para el Batman de Tim Burton. Es el ejemplo de cómo una historia debería terminar cuando lo dicta la música y, no obstante, se prolonga sin demasiado sentido más allá de lo que convendría.
En definitiva, una obra menor en el camino de ambos artistas que, por separado, bien podrían haber tejido magistralmente mediante la oscura fuerza orquestal de Elfman o la potencia desbordante de la electrónica de Tyler. Ambas orientaciones, pero aisladas de cualquier otro complemento, nos habrían dado otra cara de la presente aventura, sin duda por debajo (en argumento y partitura) de la primera entrega.
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