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The Abyss

The Abyss


Compositor : Silvestri, Alan

Año : 1990

Distribuidora : Varese Sarabande

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Muy bueno
Tracklist:
  1. Main Title (01:31)
  2. Search The Montana (01:56)
  3. The Crane (02:00)
  4. The Manta Ship (06:23)
  5. The Pseudopod (05:36)
  6. The Fight (01:46)
  7. Sub Battle (03:18)
  8. Lindsey Drowns (04:42)
  9. Resurrection (01:59)
  10. Bud's Big Dive (06:09)
  11. Bud On The Ledge (03:14)
  12. Back On The Air (01:40)
  13. Finale (06:46)

En los años ochenta el nombre de Silvestri sonaba con fuerza en el mundo del fantastique, la saga de "Regreso al futuro" o películas como "Depredador" gozaban del espectacular estilo sinfónico de Alan, con grandes y sonoros temas épicos de grueso orquestal considerable. En 1989 el perfeccionista (y grandiosista) James Cameron llevó a las pantallas las desventuras de un variopinto grupo de "submarinistas-currantes" trabajadores en la explotación minera del lecho oceánico (que, más o menos en la línea "Alien", conservaban la típica "ruralidad" de camionero, pero sustituían el pico y la pala por trajes de buceo y maquinaria hi-tech). La odisea de estos obreros del mar empezaba cuando, en el transcurso del rescate de un submarino nuclear, se topaban con una fuerza superior de origen extraterrestre, de benévolas intenciones y emplazada en lo profundo del abismo que daba nombre al largometraje.

La partitura que desarrolló Alan Silvestri para esta epopeya subacuática, fallida en taquillas, del megalómano Cameron, supone la única colaboración entre compositor y director. Ello es debido, seguramente, a que Silvestri actuó como sustituto de James Horner tras el enfado que éste tuvo con el director en "Aliens", siendo Silvestri un candidato ideal para aportar la gran masa sinfónica que debía escribir el otrora brillante compositor californiano y que necesitaba el nuevo film. Cameron, no obstante, es fiel a quien le ha funcionado bien (tal como demuestran sus tres trabajos junto a Brad Fiedel ("Terminator" 1 & 2, y "Mentiras Arriesgadas" (True Lies), un músico del que se puede decir cualquier cosa menos que sea de renombre), así que la discusión con Horner acabó en posterior reconciliación, ocho años más tarde, con su esfuerzo conjunto para reflotar al famoso transatlántico hundido en la oscarizada "Titanic", por lo que la colaboración con Silvestri se puede deducir que no fue más que una participación esporádica (lo que, sin embargo, no descarta un futuro encuentro con Alan precisamente por haberle resultado, igual que Horner, un músico tan eficaz).

Sea como sea, Silvestri escribió una bella y fastuosa banda sonora que los aficionados a la música de cine aprecian por la diversidad de elementos conceptuales que maneja el compositor, ya que este trabajo destaca por el gran abanico de emociones y atmósferas que evoca la partitura, especialmente interesante en el uso del "silencio sonoro", es decir, del modo de representar el silencio, la quietud y la calma del fondo marino con el uso de la propia música. (el gran acierto en los momentos descriptivos que acontecen en ese espacio "vacío" y silencioso que es el océano, radica en el buen empleo de los recursos del sintetizador -elemento esencial, como podremos ver más adelante, en la concepción musical del film-, y transforman a esta BSO en una singular oda al sosiego que reina bajo el agua).

Abyss contiene, pues, una considerable variedad de enfoques dramáticos y de recursos para llevarlos a cabo: desde lo misterioso a lo maravilloso, desde lo benévolo a lo amenazador, desde la alegría al drama, desde el minimalismo al exceso, desde la más atmosférica relajación y silencio a la más retumbante acción, desde la voz hasta el sonido electrónico, desde lo humano a lo desconocido, esa sinfonía del mar que es "Abyss" tiene una identidad propia dentro de la música de cine.

Sinopsis

"Abyss" cuenta la historia de cómo los tripulantes de la plataforma sumergida "Deepcore", tras el intento de rescate de un submarino nuclear naufragado, se enfrentan a una serie de fenómenos extraños provinentes de una cercana fosa abisal.

La acción empieza cuando un huracán derriba una grúa del barco de apoyo, que está en la superficie, y cae dañando gravemente al "Deepcore". La tripulación queda atrapada e incomunicada, y es a partir de entonces cuando ocurren los fantásticos contactos con una inteligencia "desconocida", que no todo el mundo recibe bien. Uno de los militares que han sido confinados a la plataforma (el teniente Caffey) no aguanta la presión, y tras un brote esquizoide manda una cabeza nuclear al fondo del abismo. El capitán del "Deepcore", Bud Brigman, desciende a la fosa para intentar desconectar la bomba...

"Bud on the ledge"

Bud ha llegado al lecho marino, al suelo de la fosa abisal, ya ha desconectado la bomba pero sabe que no tiene suficiente aire para volver. Un hilo de música aparece progresivamente, suave como la seda, parece un delicado instrumento de cuerda, pero enseguida nos percatamos de la mágica sonoridad de un sintetizador. Unas dulces e hipnóticas notas fluyen líquidas hacia el oído mientras unas pequeñas y brillantes sonoridades, como toqueteos entre diminutas barras de metal, se derraman como reflejos de purpurina; se nos advierte de que "algo" maravilloso está ocurriendo. Los coros femeninos hacen su vaporosa entrada, ese "algo" es una luz que se está acercando a Bud. Las angelicales voces, tal que una caricia acústica, se intensifican hacia un maravilloso y celestial tema que muestra la bondad y la belleza casi divina de esos seres acuáticos, pues esa luz es uno de ellos, una mezcla de medusa y rajada de aspecto humanoide. El ente alienígena cede su mano para acompañar a Bud hacia su salvación. Coros masculinos arropan a los femeninos ensalzando noblemente el momento e insuflando vigor a la escena. La música eleva su fuerza pero sin resultar estridente. Un ligero redoble de tambor y unos platillos introducen a unas alentadoras cuerdas, que con otra leve inflexión del tambor se agudizan empujando la melodía hacia un optimista in-crescendo. El ser arrastra al humano dirigiéndolo al borde de un acantilado submarino, tras el cual, el vacío de agua se llena con una extraña y hermosa luz que tiñe de violáceo la profunda fosa. El tema extraterrestre se eleva hacia un inminente y radiante desenlace, mientras en un impresionante travelling en plano picado, Bud y el acuático ser nadan hasta sobrepasar el borde del precipicio quedando al descubierto, entonces, el origen de la inmensa luz que proviene de abajo... Se alcanza el clímax desembocando en una maravillosa y espectacular explosión musical: unas potentísimas trompetas estallan en el aire junto a poderosos coros, enfáticos platillos, trombones y demás vientos, que representan a una colosal nave luminosa de redondeadas y orgánicas formas, brillando en la oscuridad como una gigantesca y preciosa medusa; la orquesta y las voces subrayan ese momento con toda la fuerza y majestuosidad que poseen. El envolvente y expansivo rugido celestial acompaña al protagonista y a su salvador hasta una estilizada torre en la que penetran por una entrada. Alan sabe perfectamente como impregnar el momento de un sentido de mágica maravilla, de monumentalidad y de trascendencia casi divina, con su portentosa composición nos eleva el espíritu por encima del cuerpo y entramos en un estado de fascinación total. Las notas empiezan a bajar de escala, hay una ligero respiro y un retumbo de tambor, platos y viento grave justo al entrar en la "cueva". El alienígena arrastra a Bud a través de un largo y exótico corredor ondulante, la música refleja esto atrapando al oyente en un dramático remolino, un torbellino musical de severa sonoridad (primero con los coros masculinos, luego los femeninos) que nos engulle en un corto viaje a través de la nave. A las voces se les suman estruendosos vientos y percusión de fuerte presencia (todo ello subiendo progresivamente de volumen y de nivel emocional). De pronto la música se relaja, se calma, es un momento tranquilo y suave, Bud cae casi inconsciente al fondo de una cámara y la partitura lo acuna delicadamente con unos agudos y suaves coros y un decreciente motivo sintético. De pronto el agua se separa en dos bloques y el espacio resultante se llena de aire...

"La música de Alan Silvestri para "The Abyss" es al mismo tiempo explosiva, delicada, emocionalmente intensa, maravillosamente expansiva, misteriosa, agresiva, tierna y eclesiástica. Te transporta más allá de este plano, poniéndote dentro de una mente no humana". Así es como describía James Cameron a la BSO de su filme, y no es para menos, la calidad y, sobretodo, la variedad del trabajo de Alan es bien notable puesto que el tema aquí descrito es sólo la punta del iceberg de la magnífica obra que compuso.

El resto del disco de Silvestri es también altamente recomendable, por su gran valor sinfónico (con monumentales temas orquestales) y por estar en simbiosis perfecta con tracks a base del sintetizador y sus "centelleantes" sonoridades. Sirva como ejemplo de ello las dos confrontaciones del film, una está resuelta con la orquesta (la lucha de minisubmarinos) y la otra con música electrónica (la pelea entre Caffey y Bud (la cual inspiraría a Elliot Goldenthal para el tema 14 de Final Fantasy)), e incluso se mezclan sabiamente ambos terrenos en varias ocasiones. Además Abyss es una de las BSO's donde mejor, y de forma más increíble, lucen las voces humanas. La masa coral que posee el film es uno de los mejores ejemplos de la belleza musical que se le puede sacar al instrumento más primitivo (y a la vez complejo) de la historia de la música.

Pero sin lugar a dudas aquello que más destaca de este trabajo de Silvestri es el antes citado modo de describir el sosiego del fondo del mar. Escuchar un fragmento de ese tipo, es como ver el danzar de una burbuja de aire escapándose siseando, ascendiendo lentamente igual que un globo. Alan crea un espacio atmosférico, hipnótico e ingrávido, la tranquilidad de esos suspiros de las profundidades nos envuelve y nos sumerge en un claroscuro azul, como si el océano fuera un lugar en el que el tiempo no existiera, un remanso de paz como el de un feto suspendido en el líquido amniótico.

Gran parte del éxito de estos momentos reside en el buen uso del ya citado soporte electrónico. Con ello "fabrica" unos sonidos "aflautados", como susurros del mar que se pierden en el eco, y un murmullo amortiguado que recuerda al oleaje rompiendo en la superficie. Casi no hay notas, no se recarga de instrumentos, no hay melodía, pero sí un inteligente uso de instantes en ausencia de música; son momentos llenos de sensaciones. Habría sido un error colocar instrumentos tradicionales porque enseguida habríamos percibido demasiado bien su identidad cultural, su valor humano intrínseco; el sintetizador crea unos sonidos "de fantasía" y pausados que no podemos identificar.

Uno de los momentos en donde esa concepción electrónica de la música tiene una fuerza y una presencia sin parangón ante las imágenes (o mejor dicho, fundiéndose con ellas), es en el tema "Bud's big dive", es decir, la escena en la que el capitán interpretado por Ed Harris baja a por la bomba. Cuando Bud emprende el largo viaje hacia el fondo, la música tiene un acierto total en el modo de "explicar" detalladamente el parsimonioso descenso a las profundidades "solo en esa fría oscuridad", como dice el personaje encarnado por Mª Elizabeth Mastrantonio. Con apenas unos pocos sonidos, una mínima composición y un espléndido manejo de los silencios, la música (o más bien, el acompañamiento sonoro), tiene una fuerza narrativa tremenda, y plasma a la perfección esa sensación de caída libre, "a plomo", sumergiéndonos en ese ambiente extraño, en ese mundo desconocido e inexplorado que son las insondables profundidades del océano. Realmente es el momento más "hechizante" y sugerente de toda la banda sonora. El "descenso musical" a la sima está rodeado por el halo de misterio que provoca la fosa desconocida, y gracias a los recursos sonoros artificiales, Silvestri consigue un tema lleno de hermoso tenebrismo y profundidad, con unos sonidos ambientales de lo más envolventes: susurros sintéticos, agudos silbidos que se disuelven en el eco, ruidos metálicos de fondo, decrecientes bramidos electrónicos, golpes de percusión al estilo "Horniano" de "Aliens" (ese repiqueteo mecánico que se pierde en la lejanía). Seguramente la composición "cósmica" de Alan tenga que ver con ese deliberado enfoque "espacial" con el que Cameron impregna la escena al vestir el personaje de Bud con una sofisticada escafandra, concibiéndolo como si fuera una especie de astronauta que penetra en un lugar "al que ningún hombre ha llegado jamás", como se diría en Star Trek. El compositor refuerza esa analogía "espacial" creando una música que evoca a algo parecido a un "paisaje de otro planeta".

En lo referente a los motivos musicales alienígenas, Silvestri expresa la presencia extraterrestre con una sublime combinación de coros y orquesta, sobretodo en la parte final del film, cuando Bud entra en contacto directo con los seres y se revela el "gran secreto" del abismo. Es especialmente en ese momento donde los componentes de la orquesta dan lo mejor de sí, ofreciendo, para deleite del oído, un magnífico espectáculo de potentes metales, briosas cuerdas, y voces a pleno pulmón. Todo ello para relatar musicalmente los instantes más impresionantes de la aparición de la nave nodriza. Sin embargo para describir a las criaturas en sí, Alan suaviza el tono y opta por una delicada melodía a base de coros femeninos, consiguiendo así música "angelical" para representar "ángeles marinos" (en el resto de la partitura la voz masculina generalmente es usada para el misterio y la grandeza, mientras que la femenina casi siempre lo es para reflejar lo bello y lo maravilloso).

De todos modos las manifestaciones de la presencia alienígena no siempre son mostradas como "algo" hermoso o benévolo, ni tampoco sólo plasmadas con la orquesta. El enfoque musical "extraño", de "otro mundo", de los extraterrestres, tiene su mayor exponente en el tema del pseudópodo. Alan utiliza nuevamente el sintetizador creando unos "agujeantes" sonidos, parecidos a ecos de fricciones metálicas, que emulan a algo así como un "lenguaje" no humano y que casan perfectamente con esa visión subjetiva de la sonda-agua y su mirada líquida.

Mientras que las apariciones musicales de los entes van de lo dulce a lo celestial, pasando por lo maravilloso y misterioso, las de los humanos (en concreto los militares), y sus acciones, son presentados con ominosas percusiones o con registros oscuros (el tamborileo belicista del principio, el tema electrónico de la lucha, o la arrolladora batalla de submarinos), exceptuando, claro está, cuando en lo humano triunfa el amor (citar el tema "Resurrection" o la conclusión con el beso final).

Es curioso comprobar que para los "aliens" se utiliza desde la voz hasta el sintetizador, yendo de lo más primitivo a la tecnología electrónica, y en medio del instrumento más antiguo y el más moderno la orquesta ligándolo todo. También es interesante destacar, en este aspecto, la contraposición acústica entre la austeridad sonora de temas basados en dicho ingenio informático, que intentan describir ambientes o personajes (caso de la paz del fondo marino o el principio del citado tema del pseudópodo), con momentos plenos de vibrante ebullición sinfónica (como los portentosos temas de coro o orquesta de "Bud on the ledge" o "Sub battle").

El amante de la música de cine, y el melómano en general, están de suerte pues, ya que disfrutarán (y sucumbirán) ante los momentos colosales, la composición pomposa y enfática, la melodía eclesiástica y celestial de los alienígenas, la majestuosidad con que se describen las apariciones de las "acuonaves", y, cómo no, la acción trepidante. Sin embargo más allá de la descripción de personajes o de los sucesos en sí, los fans de la BSO encontrarán que "Abyss" también contiene otro tipo de descripción no tan centrada en lo tangible, aquella que nos transmite la importancia del momento, o la que es capaz de sugerir en nuestras mentes las dimensiones de un lugar imaginario y hacernos sentir ese sitio como si estuviéramos allí. Temas como el analizado "Bud on the ledge" o "Bud on the air" demuestran la capacidad de Silvestri para transmitir a la perfección ese aire trascendental y grandilocuente, y esa majestuosidad de algo gigantesco (la nave) en un espacio abierto y enorme (el fondo del mar), "Abyss" posee una sonoridad que abarca un espacio psicológico y emotivo inmenso.

Mucho de esta banda sonora hemos dicho ya, sin embargo una cosa queda clara: hay algo en la música de "Abyss" que nos sugiere la idea de mar, que hace que no la podamos desligar de lo que evoca el concepto: "océano". Es muy difícil imaginar otro lugar que no sea el agua para situar la historia, realmente la fuerza descriptiva y emocional de la partitura solo puede acontecerse en ese medio. La música ensalza perfectamente las imágenes, casa a la perfección con el espectáculo visual creado por Cameron. La sinergia que se crea en los momentos "pausados" bajo el mar, cuando el director se explaya en retratar el silencio del mundo submarino y el compositor lo subraya con su partitura, es simplemente fascinante, las imágenes alcanzan un poderoso magnetismo y convierten al océano en un lugar onírico y muy especial. En "Abyss" cada trombón suena como si el dios Neptuno soplara una gran caracola desde las profundidades, y cada voz nos deleita como si fuera el canto de una sirena. En definitiva, es una BSO absolutamente "acuática".

El Momento: "Bud on the ledge".

Jordi Castellvi Parellada

 
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