Tracklist:
- Pelagia's Song (4:04) +
- The Recruiting Officer (1:31) *
- To Albania (2:02)
- Horgota Beach (1:50) +
- Albania (2:09)
- The Arrival Of The Italians (2:36)
- La Scala Songs: "La Donna è Mobile", "Lilli Marlene" - Verdi & Schutlze (2:02)
- The Tango (2:12) *
- Santa Lucia (3:20) - Cottrau
- The Mandolin (1:49) +
- After The Dance (2:16) *
- Agii Fanentes (1:33)
- Lemoni (1:22)
- The Guitar (1:43) +
- Surrender (2:14)
- On The Jetty (2:08) +
- The Battle (2:58) *
- Senza Di Te (2:56) (performed by Russell Watson) +
- Escape From The Island (1:44) *
- The Aftermath (6:44) *
- Ianni's Letter (1:32) +
- Ricordo Ancor (Pelagia's Song) (3:45) (performed by Russell Watson) +
- Reunion (3:47) +
* Los mejores temas
+ Los temas excepcionales
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De cómo un gran éxito de ventas literario no garantiza una gran taquilla
Corría el año 1994 cuando una novela titulada “La Mandolina del Capitán Corelli” irrumpía súbitamente en el mercado editorial, convirtiéndose en pocos meses en una de las más leídas y renombradas de la época, alcanzando el status de Best Seller, entre otros países, en Gran Bretaña, donde se inició la semilla de su adaptación al cine, y convirtiendo a su autor Louis de Bernieres en millonario tras unas ventas, el primer año, de millón y medio de ejemplares.
La narración, que recrea exhaustivamente a lo largo de una notable extensión, la invasión alemana de las Islas Griegas, más concretamente de Cefallonia (una de las más bellas y paradisíacas), y las relaciones entre los auténticos habitantes de la misma (acostumbrados, trágicamente, de forma cíclica a lo largo de la historia a este tipo de invasiones), los intrusos nazis y los aliados de éstos, los soldados italianos a las órdenes de Mussolini. Desgraciadamente la novela es uno de esos volúmenes casi imposibles de adaptar en su totalidad al cine, si no es empleando una duración prohibitiva (más propia de una serie de televisión): La acción abarca seis décadas, desde 1940 hasta 1993, su contenido político es cuando menos extremado y discutible, con una descripción de los hechos que acabaron en la rebelión partisana un tanto “liberrimamente basados en la realidad”, aunque en su favor atesora una minuciosidad en la descripción de las costumbres, folklore, historia y geografía griegas realmente portentosos.
Es por ese motivo que se tardaron siete años, tras la rápida adquisición de los derechos de adaptación por parte de Columbia (antes de transformarse en una filial más de Sony), en conseguir un guión satisfactorio, un director capaz de llevar a buen puerto una historia río como ésta, plena de ambición y épica, y un casting adecuado para hacer creíbles la variedad de acentos, culturas y caracteres de la novela y hacer verosímiles, fidedignos y coherentes éstos.
Como resultado, la historia se vio traumaticamente reducida, si lo que de verdad se pretendía era una adaptación fiel de la novela, decidiéndose este recorte en última instancia y por el bien de la salud del guionista, Shawn Slovo, que no veía posible tras múltiples intentos, poder llevar a cabo una adaptación plausible y dentro de los estándares de duración convencional, si ésta era completa.
Por lo tanto la historia de “La Mandolina del Capitán Corelli”, el film, iba a comprimir gran parte de los hechos narrados, pero iba a centrarse tan solo en la época del conflicto bélico por excelencia el Siglo pasado, la II Guerra Mundial y sus consecuencias, dejando para el epílogo un resumen acelerado de hechos posteriores (como el famoso terremoto que destruyó hogares y vidas, y puede que el corazón ya herido de Cefallonia, tras el conflicto bélico).
A punto de darse el golpe inicial de claqueta, el director designado, y principal valedor del proyecto, Roger Mitchell, sufrió un infarto que le mantuvo convaleciente lo suficiente como para que debiera ser sustituido por los impacientes productores, que veían que los millones invertidos podían perderse si no se rodaba con urgencia antes de que los contratos expirasen. El elegido para llevar a buen puerto el proyecto no fue otro que John Madden, cuyo film anterior “Shakespeare Enamorado” había triunfado en los Oscars dos años antes (con permiso de “Salvar al Soldado Ryan”, por supuesto, pues Madden perdió justamente ante Steven Spielberg el premio a mejor director, aunque no así a mejor película).
Podemos decir que Madden, con una profesionalidad intachable, ofreció un resultado final satisfactorio cuando menos, viendo las dificultades de la pre-producción anteriormente citadas, el caos de nacionalidades en el equipo y los problemas con el guión, que sufrió arreglos, añadidos y eliminaciones continuas a lo largo de toda la filmación.
El pulso del director es notable y su puesta en escena, dirección artística y fotografía impecables y muy destacables. No obstante, y aunque el elenco de secundarios cumple sobradamente y en ocasiones, como John Hurt (una injusticia que no fuera nominado al Oscar ese año), Christian Bale o David Morrisey lo bordan, falla la pareja principal, una Penélope Cruz y un Nicholas Cage que no encajan en sus papeles, ni entre ellos, y lo que es peor, carecen totalmente de química. El público a nivel mundial también pareció percibir esto, y a pesar de un moderado éxito a nivel británico (dónde yo tuve la oportunidad de ver el film allá por el 2001 entre fans entregados y conocedores al dedillo de la novela de Bernieres) el film no fue un gran reclamo taquillero ese año, fracasando en su intención de ser el “Doctor Zhivago” del nuevo milenio.
Sin embargo, si podemos reseñar algo como enormemente destacado y a valorar desde ya, de este film, por su elevada calidad, su belleza, su clasicismo en el buen sentido, su capacidad emotiva, su lirismo y su enorme prestancia, es la extraordinaria composición de Stephen Warbeck, que sirve de tapiz sonoro y auténtica alma a esta producción, y sin la cual, quizá carecería totalmente de ella. Desde luego, si por algo mereció de verdad la pena que esta historia se llevara al cine, es entre otras razones por haber dado a esta absoluta maravilla la posibilidad de haberse gestado.
De cómo Stephen Warbeck da lo mejor de sí y crea una composición extraordinaria
A lo largo de la historia, cuando un compositor recibe el Oscar, galardón considerado, no entraré en la polémica de si de forma acertada o no, como la cima del reconocimiento para un músico de cine, pueden darse dos circunstancias: que se acomode y se limite a repetir la fórmula que ya le ha dado el éxito, o que continué su evolución, y aún dentro de su estilo, consiga brillar y dar lo máximo en todos sus proyectos. Stephen Warbeck pertenece sin lugar a dudas, a esta segunda categoría.
“La Mandolina del Capitán Corelli” es una composición hondamente clásica, rica en matices, hundida sin remilgos en la más bella tradición musical mediterránea, pautando y apoyando los sentimientos, sensaciones y vaivenes emocionales de los protagonistas en todo momento, haciéndonos suspirar ante la belleza de las Islas Griegas cuando la cámara nos pretende epatar con la misma, evocándonos emociones allá donde las imágenes o las interpretaciones no llegan, en definitiva, consiguiendo que creamos en la historia a la que estamos asistiendo. Y eso, tan solo se encuentra al alcance de lo más grandes.
No debemos obviar sin embargo, que junto a la composición original de Warbeck se van entrelazando a lo largo de la trama temas universales, como “La Donna È Mobile” de Verdi y “Santa Lucia” de Cottrau por el bando italiano, o “Lili Marleen” de Schultze por el alemán, a modo de música diegética (arreglada por el orquestador Paul Englishby) o interpretada a capella por los propios soldados de los diferentes bandos durante su estancia en la isla. Las piezas se van intercalando a lo largo del disco con la composición original de forma muy natural, pues se obvia el orden cronológico para hacer más disfrutable la escucha, sin entorpecer la labor de la música de Warbeck.
La partitura se estructura alrededor de tres temas principales fundamentalmente, desarrollados mediante variaciones a lo largo de la composición, y mediante solos de varios instrumentos, como la guitarra y la mandolina, pero con éstos siempre a la cabeza de las melodías cuando el sinfonismo de la orquesta domina el espectro sonoro.
El primero de ellos se introduce ya desde el inicio, con el “Pelagia´s Song”, de una belleza y sencillez absolutamente arrebatadoras, que tras un dulce jugueteo y presentación de las notas del tema entre la guitarra, la mandolina y el acordeón, la orquesta desarrolla con gran densidad dramática y una pureza lírica notables en un crescendo orquestal soberbio. El tema presenta arreglos para solos de instrumentos en “The Guitar” o “The Mandolin”, a cual más lírico y dulce. La versión operística del motivo nos la ofrece el tenor Russell Watson en los títulos de crédito finales, en el tema “Ricordo Ancor (Pelagia´s Song)”, completando el viaje circular en el que la música nos envuelve progresivamente.
El segundo motivo, en nuestra opinión el más bello de la composición, se nos presenta por primera vez en el segundo track del compacto, el titulado “The Recruiting Officer”, pero no será hasta más tarde, que será totalmente desarrollado, ganando en su progresión y variación en la orquestación, hondura y complejidad al definir la profundidad de los sentimientos que dos de los personajes principales sienten el uno por el otro, Pelagia y Mandras. Desde la sinceridad de la pasión inicial (“On the Jetty”, “Horgotta Beach”) a la paulatina desaparición del ardor y el enamoramiento juvenil, y la trágica soledad del partisano ante la pérdida (en la portentosa interpretación vocal, de nuevo de Russell Watson, en el sentido y asombrosamente fascinante “Senza di Te”). Cuando escuchen este último tema, si notan un escalofrío ante la entrega del solista y la apabullante entrada de la orquesta, no se preocupen, no es una súbita corriente de aire la que les ha hecho estremecer, es la belleza musical en todo su esplendor.
No podemos por menos que alabar asimismo, la variedad de registros que el compositor nos ofrece, al componer un Tango para una de las escenas cumbre del film, el lascivo y tierno baile de Pelagia para conquistar definitivamente al Capitán Corelli, que rompe con el tono mediterráneo del conjunto, pero sigue no obstante claramente ligado al resto de la composición. La escena prosigue con el acompañamiento del dulce “After the Dance”, con la consumación musical de los sentimientos del soldado y la joven helena, a través de una suave rendición del tema principal.
Pero todo no podía ser ternura y belleza en esta historia, y Warbeck se adentra en los territorios de la tensión, con “Albania” o “To Albania” rompiendo el ambiente idílico, y la tragedia, al iniciarse la traición entre ejércitos, con los duros y tensos “Surrender” con una soterrada labor a las cuerdas que predice que algo no va bien, “The Battle”, para las escenas de los ataques y los bombardeos a Cefallonia, con toda la orquesta trabajando y una especial relevancia de los metales, y “The Aftermath” y “Escape from the Island” a modo de elegía y perfecto reflejo del dolor por la pérdida de los seres queridos, un modo de vida, y la separación de la persona amada.
El tercer tema principal es el dedicado a la luz mediterránea, a las Islas Griegas, a Cefallonia, a sus gentes, a su cultura y folklore, y al amor, al AMOR, así en mayúsculas, una de las pocas cosas en la vida por las que merece la pena darlo todo, las ilusiones, nuestra pasión y nuestra existencia misma. El motivo se inicia en el tema “Ianni´s Letter” con un suave arpegio y la entrada paulatina de los instrumentos solistas y las cuerdas, y entra en su variante más desaforada y orquestal al final del disco, en el tema “Reunion”, y nos hace emocionarnos y sentir, sentir, sentir, y quizá entender, que aún es posible pensar, aunque pueda ser considerado demasiado idealista, que el mundo podrá ser movido por el dinero, pero lo más importante en esta vida, es ser amado.
Lo mejor: La impresionante capacidad melódica, evocadora y descriptiva de sensaciones y sentimientos de la que hace gala el compositor. Cada aparición de la mandolina o la guitarra (“The Mandolin”, “The Guitar” por ejemplo), el lirismo del tema de Pelagia y Mandras (“Horgotta Beach”, “On the Jetty”, “Senza di Te”), las maravillosas rendiciones al tema principal (“Pelagia´s Song”, “Ricordo Ancor”) y la fascinante Coda Final (“Reunion”), ante la que es inevitable no rendirse definitivamente, tras el fastuoso viaje emocional al que Warbeck nos ha invitado.
Lo peor: Que el fracaso en taquilla a nivel mundial del film haga de esta partitura una desconocida, lo cual intentamos que cambie, aunque sea a pequeña escala, con la escritura de esta reseña. También podríamos decir que lo peor de esta obra es que llega un momento en que se acaba (solucionable volviendo a pulsar el play en el equipo de música).
El momento: Cada vez que la mandolina o la guitarra invaden el espectro sonoro, “The Mandolin”, “The Guitar”, la carne de gallina es la consecuencia, cada vez que la voz de Russell Watson pone letra a los temas principales, “Senza Di Te” (sublime, de una belleza tal, que casi hace daño), y “Ricordo Ancor (Pelagia´s Song)” (fascinante, y me quedo corto), un escalofrío de emoción recorre al oyente. Cuando la partitura concluye y una Coda final nos envuelve y circunda (“Reunion”), nos damos cuenta de que la agitación nos embarga, de que hemos abarcado toda una impresionante gama de pasiones y sensaciones, que la música ha logrado que sintamos, y no hay mejor halago que poder decir justamente eso de la labor de un compositor.
Asier G. Senarriaga
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