Tracklist:
- Dracula Rising - PT. 1 - 1:33
- Flashback # 2 - 3:33
- Chase - 2:38
- Monastery Search - 2:24
- House of Impaler - 1:18
- Motet # 2 - 4:51
- Theresa Sleeps - 1:45
- Vampire's Banquet - 2:24
- Vampire Talk - 2:38
- The Seduction - 1:43
- Vlad's Torture - 1:53
- House of Vampires - 2:53
- Flashback # III - 1:30
- Evil Alec - 2:31
- Church of the Absurd - 2:59
- Vampire's Duel - 2:15
- Joan of Arc - 1:27
- The Landscape of Hell - 1:55
- Flashback # V - 1:46
- Dracula Rising - PT. II - 1:14
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En 1993, Roger Corman produjo no una, sino dos películas de vampiros, en un intento descarado y pesetero de aprovechar el impacto que tuvo la adaptación de Francis Ford Coppola de 1992. Ciertamente, Bram Stoker's Dracula volvió a traer al célebre personaje de Bram Stoker al candelero, si bien no tal y como lo concibiera el autor irlandés. La imagen romántica del vampiro estaba más de moda que nunca, y el film de Coppola fue un importante detonante, si bien no el primero, de esta imagen en el género.
Lógicamente, Coppola supo compensar los defectos de su película como adaptación con su genio y dominio del lenguaje cinematográfico. Por el contrario, las producciones de Corman no sólo intentaban sacar tajada del auge de esta moda, sino que no ofrecían, porque directamente no podían, productos de un mínimo de calidad y dignidad.
En el caso de Dracula Rising, el encargado de dirigir tal disparate fue un tal Fred Gallo. La película se rodó en Bulgaria con un equipo técnico búlgaro que apenas si hablaba inglés, pero que indudablemente salía mucho más barato que un personal anglófono, lo cual concuerda con alguien que ha escrito un libro titulado "How I Made a Hundred Movies in Hollywood and Never Lost a Dime", que podría traducirse libremente de este modo: "Cómo hice unas 100 películas en Hollywood sin perder un duro". El film contaba con un elenco de actores bien desconocidos o bien conocidos-pero-ojalá-no-lo-fueran como Christopher Atkins, el jovencito protagonista de El Lago Azul. Seguramente uno se preguntará si hubo alguna razón especial que moviera a este personaje a aparecer en una película de vampiros. ¿Es un amante del género? ¿Connoisseur de las grandes obras maestras del cine vampírico? ... pues no, más bien sus razones aparecen reflejadas en los siguientes comentarios: "toda la gente que es alguien en Hollywood ha hecho una película de vampiros en algún momento de su carrera" y "las películas de vampiros son elegantes a tope".
Como es natural, con semejantes elementos, la película no podía por menos que dar mucho pero que mucho miedo de verdad, y no precisamente en el buen sentido.
El argumento, como es natural, es lo de menos en este tipo de películas, pero merece la pena echarle un fugaz vistazo para darnos cuenta de hasta qué punto se trata de una soberana tomadura de pelo. La película comienza en la actualidad, en una ciudad americana donde vive nuestra protagonista, llamada Theresa, que es una historiadora de arte así como restauradora. En una fiesta se encuentra con un desconocido que resulta ser el mismísimo Drácula, y el cual se le presenta como Vlad. Uy, quién lo hubiera imaginado. Atkins se hace el interesante y sexy durante toda la escena, lo cual provocaría más de un estremecimiento al más pintado.
Posteriormente, Theresa recibe el encargo, de un tal Alec, de restaurar unas pinturas guardadas en un monasterio búlgaro. Allí descubre Theresa que Alec no vive sólo, sino con... ¡sorpresa! el tal Vlad. ¿Será el destino? Y tanto, porque en una serie de flashbacks se nos narra que Theresa es la reencarnación de una campesina que mantuvo una relación con un monje (es decir, tachán tachán... ¡Vlad!). Lógicamente, ella fue quemada por bruja, mientras que él renegó de la religión, y vendió su alma al diablo para poder estar junto a su amada por los siglos de los siglos. ¿Les suena? ¿Se hacen una idea de la aberración ante la que nos encontramos? Aún hay más, ¡yuupiiii!!
Resulta que Vlad no es el único vampiro, lo cual es lógico, si tenemos en cuenta que es el bueno de la peli. El malo malísimo no es otro que, uy, sorpresa, Alec, que también amaba a aquella reencarnación de Theresa (hay que ver cómo son las reencarnaciones, siempre con la misma cara, sexo y personalidad. Eso sí que es reinterpretar conceptos), y cuyo único deseo es morderle la yugular a la protagonista y beber su sangre. Como se puede imaginar, el resto de la película se convierte en un enfrentamiento entre ambos vampiros, que culmina en una confrontación final cutre salchichera con ambos vampiros lanzándose rayos y efectos de pirotecnia.
Llegados a este punto, el lector puede, y de hecho debe, hacerse la siguiente pregunta: ¿había alguna razón para hacer esta película? Pues miren ustedes por donde, sí que la había y la hay: esta película debía hacerse simplemente para permitirle a un tal Ed Tomney, compositor de cine y productor, que ha escrito además para teatro, radio, danza y televisión, crear uno de los scores vampíricos más fascinantes de todos los tiempos.
Teniendo presente el argumento de la película, pasemos a analizar detalladamente la banda sonora.
La música de Dracula Rising se sustenta casi exclusivamente en el uso de teclados y coros, lo cual contribuye a darle al score un aire oscuro, casi gótico, que encaja a la perfección con el tema de que trata la película. La música es bastante homogénea, por tanto, en lo que a instrumentación se refiere. Tomney introduce algunos sonidos de reminiscencias medievales que casan perfectamente con los hechos narrados en los distintos flashbacks de que consta la película, así como otros de corte más exóticos, casi místicos, que confieren a la partitura un tono mítico y sobrenatural. En general la música presenta un amplio abanico de emociones: algunos cortes tienen una gran contundencia sonora, especialmente aquéllos que se sustentan en los coros, y resultan realmente ATERRADORES. Otros tienen una carga melancólica, más lírica, y triste, no exenta de cierta belleza. Hay 20 cortes en la banda sonora, la mayoría de ellos de una duración standard de 2 minutos, con lo que la música, aunque pueda parecer reiterativa (sobre todo a aquellos a los que no les gustan las bandas sonoras hechas a base de teclados, tipo To Die For 2 de Cliff Eidelman o Near Dark de Tangerine Dream), en
ningún momento resulta cansina.
Pero la mayor contribución de esta banda sonora al mundo musical de los no muertos, en mi opinión, está en su INCREÍBLE uso de los coros. Realmente, con la única excepción del score de Kilar, no recuerdo ninguna otra banda sonora de vampiros que haya sacado tanto provecho de ellos y que consiga darle a las voces una tonalidad tan oscura, sombría, casi satánica.
El primer corte del score, que da nombre al film, tiene una finalidad eminentemente funcional. Resulta interesante observar lo que puede lograrse con un sintetizador cuando se posee el suficiente talento e inventiva como para explorar la rica paleta sonora que este instrumento ofrece. En el caso de Dracula Rising, Tomney consigue realmente transportar al oyente en ciertos momentos del compacto a una época pasada de magia y leyenda. No debemos olvidar que Dracula Rising es una película de bajo presupuesto, y, como tal, es de suponer que Tomney no podía permitirse contar con una gran orquesta. Sin embargo, esas carencias no perjudican el conjunto de un score que tiene el encanto de las buenas bandas sonoras de películas de terror de serie B, nada ostentosas formalmente, pero tremendamente funcionales, muy atmosféricas y con un toque que las hace muy especiales. En cualquier caso, Dracula Rising no se parece tampoco al tipo de música al que John Carpenter nos tenía acostumbrados en gran parte de sus películas. No se trata de un score minimalista, sino que podemos encontrar una relativamente amplia y rica variedad de temas, sonoridades y emociones, lo cual contribuye a darle un toque de distinción del que carecen buena parte de los scores compuestos exclusivamente para sintetizador que pueden escucharse en películas de terror de los 80 o 90.
Pero, como comenté anteriormente, el gran logro de Tomney está en su fascinante uso de los coros. El segundo corte del disco, titulado Flashback # II, ilustra a la perfección lo que estoy diciendo. Empieza con unas frases en alemán que se van repitiendo reiteradamente, sobre un siniestro fondo de teclados y voces manipuladas electrónicamente, y a las que se van superponiendo gradualmente una serie de voces que parecen recitar una letanía demoníaca a algún dios olvidado. Esta cacofonía vocal va alcanzando un progresivo crescendo, hasta dar paso a un nuevo motivo coral, igualmente en latín. Poco a poco, las voces se van apagando, dejando una textura vocal con multitud de efectos a cada cual más escalofriante, de entre la que de vez en cuando escuchamos el clamor de un gong. Efectos de voces fantasmagóricas se van sucediendo interrumpidamente, hasta desvanecerse en un silencio absoluto. Este Flashback # II es ciertamente uno de los mejores temas jamás escuchados en una película de vampiros, rotundo, amenazador, siniestro, inolvidable.
El siguiente tema, titulado Chase, comienza con lo que parece una llamada a la oración de algún albaicín en alguna ciudad árabe. Posteriormente, escuchamos lo que es el tema principal de la película, una melodía en ocho notas que se van repitiendo creando una atmósfera bastante lúgubre, y que se ve secundada por, nuevamente, el uso de la voz como el que escucháramos en el tema anterior, más campanas y un fondo de sintetizador que realza el momento de mayor intensidad del corte. Este tema fue versionado por el grupo gótico Two Witches. Monastery Search repite el mismo patrón estructural que el anterior tema, sólo que sin el acompañamiento de voces ni campanas, creando más un fondo musical de gran efectividad atmosférica. Es ciertamente fácil distinguir qué partes del score acompañan los flashbacks y cuáles pertenecen al presente. Y es que pese a la homogeneidad instrumental a la que antes aludí, Tomney se las ingenia para transportar al oyente a ambientes de cortes palaciegas de reinos ya olvidados, como por ejemplo en el estupendo tema Motet # 2, otro de los mejores cortes del álbum. En el minuto 2:08 se puede oír una parte coral realmente preciosa que contrasta, y de qué modo, con los tétricos coros escuchados en cortes anteriores. Tomney utiliza además una voz femenina para algunos cortes que me recuerda mucho al canto de algunas músicas étnicas japonesas (de hecho no me extrañaría si fuera oriental la voz solista), añadiendo un componente étnico, casi salvaje, que encaja a la perfección con el marco sonoro sobre el que el compositor teje esta delirante pesadilla. El ambiente evocador y mágico de Motet # 2, continua en Theresa Sleeps y la preciosa Vampire's Banquet, con un precioso comienzo, que nos mantiene en un estado de ensoñación e inspiración, hasta la llegada de otro de los grandes temas de este score, Vampire Talk, que empieza con la misma letanía de cánticos que se podían escuchar en la segunda mitad del segundo corte, para dar paso a una sección de transición a base de instrumentos de viento que finalmente concluyen en un macabro, y al mismo tiempo etéreo y atemporal crescendo a base de órgano de iglesia y coros. Realmente imponente.
El tema de Vlad's Torture hace uso de una voz femenina que entona un canto exótico de reminiscencias japonesas. En general este score demuestra una admirable predisposición por explorar las posibilidades sonoras que ofrecen las voces, jugando continuamente con los registros y timbres de cada una de ellas, en ocasiones creando efectos escalofriantes, en los que prima el caos y la confusión. House of Vampires, que comienza de nuevo como una letanía que se transmite por medio de susurros, es un perfecto ejemplo de esto. La segunda mitad del corte es una continua experimentación sonora, creando un efecto auditivamente dantesco. El siguiente tema, Flashback # III, nos transporta al interior de un monasterio medieval, con cánticos sacros de una cualidad beatífica. Y para los que gustan de emociones fuertes, el tema Evil Alec es antológico. Pocas veces he oído un tema que suene tan maligno como éste. Tomney teje una oscura atmósfera con los teclados, en la que podemos escuchar sonidos realmente aterradores, algunos de ellos deformaciones sintetizadas de voces humanas, a la que añade una obsesiva percusión que martillea nuestros oídos y un conjunto de voces femeninas que parecen estar en un trance infernal, como si estuvieran vitoreando o dando la bienvenida a alguna deidad maligna. Sus voces suenan delirantes, caóticas, salvajes, como vítores a algún dios maligno. El efecto creado es muy parecido al que podemos escuchar en la igualmente excelente Bleeding Stone, de la banda sonora de Blade, compuesta por Mark Isham. Church of the Absurd recupera el tono nostálgico y evocador de Motet # 2 o Theresa Sleeps, y Vampire's Duel el tono sagrado de temas anteriores. A nivel temático poco más que resaltar, ya que los restantes temas reutilizan algunos motivos melódicos ya empleados anteriormente, junto con algunas piezas de carácter eminentemente funcional y descriptivo. Dracula Rising carece de un final antológico que ponga un broche final a esta maravilla, aunque tampoco lo necesita, puesto que el efecto general es tan espléndido que no se ve empañado en absoluto por la simpleza de, por ejemplo, su último corte, Dracula Rising - Pt. II. Dracula Rising acaba modestamente, tal y como empezó. Lo maravilloso de este score es que no se trata de una gran obra para una gran película de presupuesto de terror, sino de una pequeña joya no muy conocida, lo que le da mucho más valor. Dracula Rising es una pequeña gema a descubrir, una obra que sabe sacar provecho de sus limitaciones y que apunta, tanto melódica como formalmente, mucho más alto que muchas obras supuestamente mayores compuestas por músicos de mayor prestigio. No es un score para todos, pero si eres un aficionado a la música electrónica, a los scores oscuros y siniestros, al terror, y los vampiros, pues entonces este score debería ser una escucha obligada, por muy olvidable y penosa que sea la película a la que esta obra acompaña. Y de qué modo.
Lo Mejor: Flahsback # II, Chase, Motet # 2, Vampire's Banquet, Vampire Talk, House of Vampires, Evil Alec, Church of the Absurd.
Lo Peor: La escasa repercusión y lo poco conocida que es esta maravilla.
El Momento: Flahsback # II.
Luis Fernando Rodríguez Romero
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