Tracklist:
- Drag Me To Hell (2:33) (*)
- Mexican Devil Disaster (04:33)
- Tale Of A Haunted Banker (01:53) (*)
- Lamia (04:06) (*)
- Black Rainbows (03:25)
- Ode To Ganush (02:23)
- Familiar Familiars (02:11)
- Lose Teeth (06:32) (*)
- Ordeal By Corpse (04:36)
- Bealing Bells With Trumpet (05:12)
- Brick Dogs A La Carte (01:47)
- Muttled Buttled Brain Stew (02:51)
- Auto-Da-Fe (04:32) (*)
- Concerto To Hell (05:59) (*)
(*) Mejores temas.
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No todos los días tiene uno el placer de escuchar un score de tal genialidad que consigue, si no renovar un género, si rejuvenecerlo, sorprender y deleitar los castigados oídos del aficionado a la banda sonora de filmes de terror, incorporando un sonido quizá no nuevo, pero sí novedoso, inusual y de una calidad que por desgracia no abunda en el referido género, muy centrado en los golpes de efecto y la estridencia.
Cuando además este score viene escrito por uno de los mejores compositores de la actualidad, tanto en el género de terror como en cualquier otro, pero ciertamente muy bregado en el primero, la alegría es doble: alguien que ha utilizado todos los enfoques habidos y por haber en el denostado -tanto a nivel de filmes, como de su música- género del horror, no se cansa de experimentar y nos presenta un producto fresco pero complejo, potente y, porqué no, tan divertido y libre como las imágines que ilustra. Bienvenidos al mundo de Chris Young.
Aquellos maravillosos años
En los ochenta todo se hacía mejor, por lo menos en cuestión de cine y, en especial, en cuestión de cine de terror. La frescura y desparpajo de la llamada serie B o incluso Z, en buena medida se fue al traste en la década de los 90 y de manera todavía más acusada en la presente, pues las películas de terror parece que por decreto deben seguir una fórmula prefabricada, con el objeto de ser estrenadas en gran cantidad de salas, devoradas por los adolescentes del planeta, y tras ser quemadas después de una corta carrera comercial en los cines, seguir dando dinero en el mercado del DVD y la televisión.
Haciendo una analogía culinaria, hoy en día, la mayoría del cine de terror, es fast food. Cierto es, que a veces apetece comer una hamburguesa, de sabor rutinario, aunque efímeramente satisfactorio. Pero no es menos cierto que en ocasiones bien más de gusto devorar un solomillo de ternera al foie, una buena tortilla de patatas o incluso algo más exótico. Y estos platillos terrorífico- cinematográficos cada día son más difíciles de encontrar (bueno, sí , el sushi está hasta en la sopa, pero últimamente tiene una sabor prefabricado, demasiado familiar).
En los ochenta, las pelis de terror eran una sorpresa constante, se descubrían nuevos sabores de manera habitual, se trataba en fin de creaciones libres no sometidas al estricto corsé que por desgracia los productores de Hollywood en la actualidad obligan a ponerse a los directores y guionistas.
Raimi's Back
Uno de los más distinguidos chefs de aquellos años ochenta - y principios de los 90- fue Sam Raimi, que empezó filmando películas casi amateur, en compañía de una panda de desquiciados que incluía a sus hermanos Ivan y Ted Raimi, el productor Rob Tapert y el actor de más elegante mentón del Universo conocido, el gran Bruce Campbell. La tropa regaló al género de terror una de sus más icónicas sagas, Evil Dead, que mezclaba con total desparpajo horror, gore y un humor propio de los cartoons de la Warner Bros., algo totalmente novedoso en el momento del estreno de la primera entrega de las aventuras de Ash.
Raimi dirigiría, fuera del género de terror, otras joyas como Darkman, A Simple Plan o el descacharrante western The Quick And The Dead, antes de ser absorbido por la maquinaria de Hollywood, para dirigir un encargo de Kevin Costner, la sosa For The Love Of The Game. Posteriormente fue el responsable de llevar las aventuras de Spiderman a la gran pantalla en, hasta la fecha tres entregas, con resultados artísticos desiguales, aunque globalmente positivos para quien esto escribe.
Seguramente agotado y, - dicen out there - decepcionado por sus múltiples desacuerdos con los productores, de la experiencia de Spiderman 3, el realizador de Crimewave decidió que su próximo proyecto sería llevar a la pantalla grande un guión escrito hacía veinte años junto con su hermano Ivan.
El resultado es un divertimento con todos los ingredientes del cine que Raimi practicaba en los ochenta, que cuenta la historia de Christine Brown (Alison Lohman, en sustitución de la inicialmente prevista Ellen Page) empleada de un banco que ante las presiones laborales y familiares, acaba denegando una extensión de crédito a una anciana de etnia gitana (terrorífica Lorna Raver) a pesar de las súplicas de ésta. En una de las mejores (y más divertidas) escenas del año la siniestra abuela impondrá una maldición a la desdichada Christine, que intentará por todos los medios evitar ser arrastrada al infierno por el Lamia, un revoltoso demonio que la atormentará durante los tres días al final de los cuales está previsto que se cumpla la maldición. Para ello contará con la ayuda de su novio pijo (Justin Long) y una estrafalaria médium mexicana (Adriana Barraza) que en el pasado ya se había enfrentado al temible Lamia.
Raimi consigue recuperar en gran medida el pulso de antaño, regalándonos una película anárquica, pero que en ningún momento descuida la coherencia narrativa, y que combina escenas de terror con otras de puro cartoon (durante la proyección hace acto de presencia incluso un yunque marca ACME, que se estrella contra la cabeza de uno de los personajes), aderezadas con unas gotas de comentario social y (muchos) litros de todo tipo de fluidos corporales.
El reparto acompaña el peculiar humor de Raimi, destacando la presencia - más que la interpretación- de Alison Lohman, cuyo físico delicado y aspecto de Bambi desvalido, hacen que la audiencia lamente todas las perrerías que irá sufriendo a lo largo de la película. También está corecto Justin Long actor que hizo sus primeros pinitos en el cine de terror (Jeepers Creepers) y que luego se ha pasado a la comedia de todo tipo. Otro cómico de gran talento al que el director saca partido es el magnífico David Paymer, que clava el papel del indeciso y neurótico jefe de la protagonista. Lo único que se echa en falta es el habitual cameo de Bruce Campbell, aunque si aperecen sendos hithcockianos cameos, vistos y no vistos de Ted Raimi y Chris Young.
En fin, una película con fuerte regusto ochentero, que deleitará a todos aquellos que añoramos dicha época cinematográfica.
Concierto hacia el Infierno
El ego de Danny Elfman seguramente es el máximo responsable del inicio de la colaboración entre Sam Raimi y Christopher Young, según el propio Young nos contaba hace unos meses en el V Festival Internacional de Música de Cine Ciudad de Úbeda. Parece ser que, mientras remontaba una escena de Spiderman 2, en concreto la del nacimiento de Doc Ock, el director de Michigan le pidió al compositor de Batman que compusiera algo en la línea de Hellraiser, a lo que el compositor, no sin falta de lógica, le respondió que si eso era lo que quería, debía contratar al tío que compuso Hellraiser.
Lo cierto es que unos años antes, el propio Elfman, ante un problema de agenda, recomendó a Christopher Young para que se hiciera cargo del score de The Gift, drama sobrenatural sureño que Sam Raimi había acabado de montar antes de meterse de lleno en la compleja preproducción de la primera entrega de Spiderman.
Sea como fuere, lo cierto es que Christopher Young acabó componiendo música adicional para Spiderman 2, y posteriormente se le encargó el score para Spiderman 3, además de ser el compositor asignado para The Grudge y su secuela, producciones de la Ghost House de Raimi y Rob Tapert. Por ello, era natural que se hiciese cargo del score para este Drag Me To Hell.
Nos explicaba el compositor en Úbeda que el guión del film le pareció tan extremo (over the top, fueron sus palabras exactas) que la primera conclusión a la que llegó era que debía componer una música igual de extrema, dejando a un lado las auto-limitaciones y la prudencia. En otras palabras, el amigo Chris se declaró contagiado por la locura del film perpetrado por Raimi.
El compositor da las claves del score en comentarios que realiza en el libreto del CD editado. El principal elemento de la composición es el violín, que se aplica de distinta manera a dos de los principales protagonistas del film: el diablo y la gitana que maldice a la protagonista que recibe el nombre de Mrs. Ganush.
Cuando el violín representa al diablo, el deseo del compositor era conseguir un toque moderno, aplicando la leyenda de que el violín era tocado por el diablo con los diez dedos de las manos, moviéndose el arco por sí sólo. Este efecto lo consigue el compositor grabando a los solistas interpretando diversas partes que luego se mezclan, apareciendo en diversos cortes del disco, en especial los que abren y cierran el mismo.
Como anticipábamos el violín también representa a Mrs. Ganush y a sus familiares, en un estilo zíngaro, que si bien en una de las escenas claves de la película adquiere un papel relevante, apenas podemos escuchar en la edición discográfica.
También la protagonista tiene tema propio, una de esas dulces melodías marca de la casa, con la que Young enfatiza la pureza y fragilidad de Christine, con el empleo de piano de juguete.
Incansable experimentador, Young no deja de sorprendernos a lo largo del score, con la inclusión de sonidos como el órgano, extrañas percusiones y una gran variedad de vocalizaciones, desde las más angelicales a otras tan inquietantes como bizarras.
La música de Drag Me To Hell
La edición discográfica, llevada a cabo por Lakeshore Records, ofrece una serie de temas de duración, en su mayoría, generosa que sin embargo no se presentan en el orden secuencial o cronológico de la película, y que pasamos a analizar:
1.-Drag Me To Hell: Abre el compacto el tema que acompaña los títulos de crédito de inicio. Las trompas, percusión y coros ascendentes dan paso al tema principal cuyo instrumento solista, como se ha dicho, es el violín, que lleva la voz cantante interrumpido por golpes de orquesta e intervenciones del órgano de iglesia, para acabar con una explosión final conjunta, que da paso a un breve solo de violín que cierra el tema.
2. Mexican Devil Disaster: Esta es la primera pieza musical que oímos en la película y que corresponde al prólogo de la misma. Solos de violín, ligeramente distorsionados, presiden la aparición de los logos de la Universal y la Ghost House, a los que se añade el resto de la orquesta en una música misteriosa, puntuada por voz femenina, que ilustra las primeras imágenes de la casa del personaje de Adriana Barraza. En el minuto 2:50 encontramos un crescendo que culmina en la aparición del tema principal, esta vez con protagonismo de los instrumentos de viento, en especial trompas y trompetas, que acompañan el ataque de una fuerza oculta a un niño mejicano, que es literalmente tragado por la tierra que se abre bajo sus pies ante la impotente mirada de la médium y sus padres. El solo de violín retorna al final del corte.
3.-Tale Of A Haunted Banker: Inmediatamente después de los títulos de crédito principales, nos encontramos a la protagonista, Christine, personaje al que Raimi define con un par de breves escenas: la conocemos atrapada en uno de los frecuentes atascos de Los Angeles escuchando una típicamente americana grabación de autoayuda, e instantes más tarde la reencontramos admirando los ricos manjares de una pastelería, dudando si entra o no en el establecimiento. La inseguridad y falta de confianza en sí misma de la protagonista se refleja por el compositor en un breve y bellísimo tema de piano preparado, para sonar como un piano de juguete, al que en la segunda parte del track, a partir del minuto 1:00 se une la sección de cuerda.
4.-Lamia: Extenso corte que ilustra la alocada sesión de espiritismo que tiene lugar en el último acto de la película, en el que constituye el penúltimo de los intentos de Christine de salir indemne de la maldición que se la impuesto, sesión dirigida por la médium mexicana que conocíamos al inicio del film. Un inicio pausado es interrumpido bruscamente por un golpe de orquesta y coro, continuando después el tono misterioso, hasta el minuto 2:18 en el que empieza una marcha carnavalesca, que coincide con la posesión de uno de los personajes que forman parte de la mesa. El corte acaba con una variación del tema principal, con un toque esperanzador que ilustra el resultado aparentemente positivo de la sesión.
5.-Black Rainbows: Corte atmosférico, con repentinas subidas de tono de toda la orquesta , destacando el uso de campanas y percusión, hasta llegar al climático crescendo final, con intervención de la voz humana.
6.-Ode To Ganush: Preludio al frenético y disparatado enfrentamiento en un parking de Christine y Mrs. Ganush, la música consigue crear un efecto de desasosiego, que acompaña el vuelo del desagradable pañuelo de la gitana, con una base de cuerdas, sobre la que destacan los solos de violín, un uso jazzístico de los contrabajos, y puntuales intervenciones de toda la orquesta.
7.-Familiar Familiars: Variación del tema de Christine que previamente hemos escuchado en el tercer track del CD, esta vez en una versión más lenta y melancólica, también con protagonismo absoluto del piano; que ilustra el estado de ánimo de la protagonista tras oír una conversación telefónica de su novio con la madre de éste, y conocer el rechazo que provoca en la familia de su compañero.
8.-Loose Teeth: En este corte de larga duración podemos comprobar el tesón de Young en introducir elementos sorprendentes en la partitura. El track se inicia con una música atonal, que crea una atmósfera de incertidumbre, suspense y misterio. En el minuto 3:00 del corte hace su aparición la voz humana y a ella se une el resto de la orquesta, puntuada de nuevo con colores jazzísticos y unas extrañas vocalizaciones a partir del minuto 4:20, que parecen provenir del mismo diablo, aunque en realidad se producen con un instrumento llamado Melotron flute, según indica el propio compositor en los liner notes de la edición discográfica.
9.-Ordeal By Corpse: Reencontramos las etéreas voces comentadas en el segundo corte del compacto, en un corte tranquilo pero no exento del mal rollo de los precedentes y en el que, de fondo podemos oír los aullidos de la bestia.
10.-Bealing Bells With Trumpet: De nuevo un corte extenso en la línea de los anteriores, que propicia una atmósfera de desasosiego mediante el uso las cuerdas y las amenazadores intervenciones de la voz humana y los instrumentos de viento. Hacia el principio, de fondo, podemos distinguir un violín entonando el tema principal.
11.-Brick Dogs A La Carte: Vuelve el tema de Christine, en una nueva variación, tan bella como las anteriores.
12.-Muttled Buttled Brain Stew: Un crescendo anárquico de las cuerdas abre el corte, que a partir del minuto 1:00 se tornará una oscura marcha para cuerda, trompas y voz, con intervenciones de la percusión.
13.-Auto-Da-Fe: Variación del tema principal, en el que destaca el uso del órgano de iglesia, y que entrelaza la marcha carnavalesca que encontrábamos en el corte Lamia, aunque con un tono más ominoso y extremo, un auténtico tour de force orquestal que ilustra una de las escenas finales de la película, de carácter inconfundiblemente grandguiñolesco. El corte se cierra de manera mucho más pausada, con la intervención en los últimos 55 segundos del mismo de unas celestiales cuerdas.
14.-Concerto To Hell: El broche de oro al score lo pone esta magnífica pieza, que acompaña los títulos de crédito del final de la película. Destaca por méritos propios el solo de violín a partir del minuto 2:45 del corte, que simplemente deja sin aliento al oyente. Como no podía ser de otra manera, una variación del tema principal cierra el compacto, el score y la película de manera brillante.
Lo mejor: Es uno de los mejores trabajos de la nutrida carrera de Christopher Young, lo que es decir mucho. La variedad temática, la fuerza arrolladora de algunos pasajes, la capacidad de experimentación y el destierro de la rutina son los puntos fuertes de este score.
Lo peor: Las partes más atonales pueden disgustar a más de uno, pero para quien esto firma su escucha no deja de ser una gozada.
El momento: Los solos de violín en el tema que cierra el compacto: piel de gallina garantizada.
David Sáiz
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