Tracklist:
- Prólogo (2:32)
- Créditos (1:07)
- Una luz mágica (1:22)
- El juego del tesoro (1:55)
- Un día de fiesta (4:38)
- Atropello (1:54)
- Tomás (2:10)
- Dos kilillos (2:03)
- Una regresión (4:53)
- Crea, entonces verá (2:19)
- Sola en la casa (3:31)
- La casita de Tomás (5:00)
- Reunión y final (3:59)
- Créditos finales (4:41)
Bonus tracks
- Propuesta inicial (Maqueta) (2:21)
- Tema principal (Coro) (3:01)
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El mejor cine de terror del mundo
Ahora que estamos saturados de mujeres asiáticas, con pelos interminablemente oscuros que tapan su endemoniado rostro, oriundas de otras dimensiones más terribles que ásta (y mira que eso es difícil, pues las hipotecas, el paro, el terrorismo y el hambre en el mundo, no son asuntos baladíes). Ahora que los guionistas hollywoodienses parecen olvidar lo que significa la palabra originalidad y dedican únicamente su tiempo en reescribir historias asiáticas, precisamente de esas mujeres poco amantes de pasar por el peluquero, el cine español de terror, es para el que escribe, el mejor cine de terror del mundo.
Y reconozco no sorprenderme si ustedes, fieles lectores de ésta, su página web, se asombran a su vez por estas categóricas palabras que planteo en esta reseña. Es una primera reacción tan normal y aceptable como efímera y fútil, ya que una vez asentada esa sensación, la siguiente es la de estar más o menos cercano a mis postura.
Y no es que esta situación se deba a mi infalible y superior percepción de las cosas, yo tan humilde y humano, tan lleno de fallos.
Se debe más al trabajo excepcional de profesionales y artesanos de esta industria que con su magia, confirma esta tan rotunda afirmación.
Ahí tenemos los nombres de Jaume Balagueró, Paco Plaza, Alejandro Amenábar, Guillermo del Toro (que aunque mexicano, algunas de sus mejores aportaciones al género son producciones patrias), o Juan Antonio Bayona, maestros del suspense y de historias a veces originales, otras más convencionales pero que siempre aportan algo a un género tan frecuentado como exprimido.
Ahí están Darkness o Frágiles, magistral la primera y resolutiva la segunda, dos joyas del cine de terror que se perfeccionan en la mediática Rec, donde el maestro Balagueró une su magia a la de Paco Plaza para crear escuela (poco han tardado en comprar sus derechos los americanos para un, esperemos que no, innecesario remake).
Alejandro Amenábar nos hizo pensar (junto a Alex de la Iglesia) que el cine de género fantástico era posible en nuestro país, gracias a la obra maestra que es para el que escribe Abre los Ojos, o la no menos excelente (aunque no fuera de convencionalismos) Los Otros.
Y qué decir de Guillermo del Toro, un auténtico baluarte del género, un creador de esencias fantásticas, de mundos grotescos y bellos a la vez, que con su El Laberinto del Fauno ha demostrado que también es capaz de elevar el género al Olimpo de las obras oscarizables.
Y de su mano nos viene Juan Antonio Bayona, otro de esos magos que suplen su falta de experiencia con excepcional talento, presentándonos con su primera obra todo un éxito de taquilla y sobre todo un singular reciclaje de historias pretéritas. Un viaje a los recuerdos reprimidos y a los oscuros actos del ser humano.
Un brillante reciclaje
Muchas han sido las voces críticas que han comentado la falta de originalidad en los planteamientos de El Orfanato.
La mayoría de estas voces colocan a Los Otros de Amenábar como clara influencia de la cinta de Bayona.
Y cierta influencia de historias comunes hay, obviamente. Ya de por sí Los Otros tuvo que luchar contra esas mismas críticas, que conectaban su final con el de El Sexto Sentido (cuando Amenábar ha demostrado en más de una ocasión que no tiene que imitar a nadie, más bien al contrario).
Muchos olvidaban que la principal influencia de Los Otros fue la novela de Henry James, Otra vuelta de tuerca. Escrita por este crítico y literato estadounidense en 1898, la obra ha dado pie a múltiples versiones y de ella han bebido muchas grandes películas del genero. De hecho podríamos decir que todas aquellas películas basadas en casas victorianas con extraños visitantes de otros mundos en su interior, beben directa o indirectamente de la obra de James.
Al igual que Los Otros, El Orfanato toma como modelo básico esta novela. Pero es cierto que no se queda aquí. Durante su ajustado metraje, por la retina de un aficionado al género, desfilan bastantes referencias, sobre todo cinematográficas.
El miedo primitivo por los largos pasillos es explotado en la película de una forma similar al Darkness de Balagueró (que a su vez era una versión oscura del pasillo de El Resplandor). La alusión a Poltergeist es más que clara. Uno no tiene que ser muy experto para encontrarla. Otra referencia (ésta no tan obvia) es la búsqueda por parte de Laura (Belén Rueda) de los cuerpos de los niños, algo que nos conecta directamente con otra novela que también ha sido llevada al cine: El Último Escalón de Richard Matheson. Y no olvidemos el cine de terror asiático (tan agotado ya) con una de sus referencias claras, el director Hideo Nakata (autor de The Ring) que en Dark Water planteaba el miedo al suplantado (niño también) que aquí retoma Bayona con el personaje de Tomás.
Para terminar con esta superficial búsqueda de influencias, los desenlaces de Los Otros y El Orfanato son los elementos que más les hacen conectarse, con esa presencia perpetua en el terrorífico emplazamiento y un tono dulce y para nada terrorífico en la conclusión (como sí pasara en la magistral Darkness, sin ninguna concesión a lo comercial).
A pesar de las múltiples referencias de las que bebe el El Orfanato, podríamos calificar a esta cinta de todo un referente del género. Bayona demuestra que es capaz de jugar con situaciones ya transitadas por el espectador en otras cintas y no sólo salir airoso de la situación, si no perfeccionarla. Es el caso del momento Poltergeist, uno de los más terroríficos de El Orfanato. No pasa absolutamente nada, por lo menos a ojos del espectador. ¿Pero y su oído? Un sentido tan poco frecuentado en el cine comercial actual, salvo para regocijarnos en explosiones y en impactos de bala.
Bayona intercala magistralmente la imagen en infrarrojos de una fantasmagórica Geraldine Chaplin (su aparición es, ya de por sí, una presencia netamente perturbadora gracias a su singular físico), con el audio de niños gritando, ajustando la tensión en aquellos momentos donde parece que va a ocurrir algo, donde algún joven visitante de otro mundo va a hacer acto de aparición via imagen. Pero no aparece nadie, aunque el efecto sea el mismo (o mejor) que si lo hiciese.
Ese control del ritmo, esa facilidad de mantener la tensión sin perder su efecto por más que la escena se alargue en el tiempo, es muestra de la calidad del cineasta. Esta agudeza tiene su culmen en un momento que pasará a la historia del genero: Un, dos, tres, toca la pared.
Todos imaginábamos la conclusión de esta escena, pero eso no era pretexto para que todos aquellos espectadores que a esas alturas de película ya estuviésemos inmersos en la trama, nos uniéramos para transmitir nuestro pleno desasosiego por las sucesivas apariciones de niños a espaldas de Laura.
Y el travelling circular final fue el final de fiestas. Un recurso bastante utilizado que aquí tiene justificación más que clara. Un viaje entre dimensiones con un simple girar de cámara.
No obstante Bayona no es el único en que descansa el éxito de esta película. Desde mi punto de vista existe un triplete de profesionales en los que se asienta la buena marcha del relato: El director, la actriz principal y el compositor.
Una actuación de Oscar
Lamentablemente el genero fantástico y de terror ha sido siempre ninguneado. Escribe y dirige una historia dramática y social y seguro que serás un autor o artística más reconocido. Y desde mi humilde opinión es más bien todo lo contrario. Cuando autores mediocres se han subido al siempre beneficioso vehículo social para poder salir de ese anonimato que se merecen. No digo que no haya que reivindicar valores sociales, luchar contra lacras como el maltrato infantil o la violencia de género. Es obligado y necesario.
Pero muchas veces se confunden reales intenciones con motivos más comerciales, como una oculta necesidad de ser conocido no por talento real, sino por subirse a un tren que pasa por todas las estaciones.
Es por eso que los autores de género fantástico deben demostrar el doble que el resto de creativos para poder disfrutar de un reconocimiento de crítica (y no de público, ya que este sector es otra cosa muy distinta... luego se preguntan por qué la gente no va a ver cine patrio).
Aun recuerdo como costó que un actor pudiese ser nominado a los Oscar por una película fantástica. Pero lo fue, gracias a Sigourney Weaver y su excepcional papel en Aliens de James Cameron.
En idéntica línea encontramos a Belén Rueda y su papel de Laura para el Orfanato. Su naturalidad es terrorífica. Pocas actrices españolas de más tablas y más experiencia que ella han alcanzado una cuota de excelencia tan evidente como la que encontramos en la película de Juan Antonio Bayona.
Y si a ello le sumamos su excepcional físico, no me extraña que al director le pueda resultar difícil prescindir de ella en próximas creaciones.
Belén demuestra en más de un pasaje de la historia su implicación con ésta. La perdida de Simón, su charla en el grupo de padres escépticos que justifican en su locura el infierno, nada extraño para ellos, por el que pasa Laura. La convicción con que despide a su pareja del orfanato, para hacer frente a sus males ella sola. Y no olvidemos el final, sostenido en esos tres pilares: dirección, música y su actuación.
Si Belén hubiese protagonizado una película de maltrato de género sería Goya y Oscar seguros. En este caso ha tenido la mala suerte de dar vida a un personaje principal en una película de terror. Y mientras la crítica cinematográfica siga siendo tan hipócrita como lo ha sido hasta ahora, utilizando distintos baremos para medir los talentos cinematográficos, uno los olvidará y pensará que no hay nada más valioso que disfrutar de una actuación de este nivel, independientemente de que cuatro señores puedan o no apoyar con premios la misma.
La experiencia del principiante
Fernando Velázquez es relativamente principiante. Le asigno a día de hoy ese adjetivo porque aun espero que le queden muchos años de componer y que lo que lleva hecho sea un 10% de lo que le viene encima. De ahí lo de principiante.
Pero este adjetivo para nada le hace justicia como músico. Desde 1990 este compositor ha estado formándose, eligiendo el violonchelo como su instrumento predilecto. Así ha trabajado como instrumentista para la Orquesta de Santa Cecilia, la Edinburgh University Music Society Symphonic Orchestra, La orquesta joven del País Vasco y la Sinfónica de Madrid.
Su larga experiencia como músico le ha capacitado para, no solo dedicarse posteriormente a la composición, sino también para hacer arreglos y orquestar otras partituras no escritas por él.
Si a eso le sumamos que ha compuesto además para sinfónica así como para teatro, nos daremos cuenta de que Fernando es uno de los valores más prometedores que tenemos los aficionados a la música de cine en nuestro país.
Muchos lo recordarán antes de que compusiera El Orfanato por su partitura para Bosque de Sombras de Koldo Serra, protagonizada por el gran actor Gary Oldman.
Hace muy poco estrenó La Zona de Rodrigo Pra, que fue premiada en Venecia como la mejor Opera prima, y en breve degustaremos su partitura para Escalofrío de Isidro Ortiz (director de Fausto 5.0 y Sonme).
De ahí lo de la experiencia del principiante, una cualidad que el músico deja perfectamente apuntalada en la partitura de El Orfanato.
Música con convicción
La edición discográfica comienza con "Prólogo" un tema que esboza lentamente el tema principal de la película. Es delicado y dulce, con influencia del tipo de música que se hace en los Estados Unidos, de ahí lo ambicioso de ésta. La cuerda se intercala con el viento adelantándonos a mitad del corte la tragedia que asolará toda la trama.
A continuación "Créditos", magníficos a nivel visual, tienen igual acompañamiento en la composición de Velázquez. Su estructura tiene leves pinceladas del estilo de Danny Elfman. Cortos pero bastante intensos.
"Una luz mágica" conecta con uno de los momentos de la película más sinceros y que más disfruto. Aquí se ve la complicidad entre madre e hijo. Ya se observa la magnífica interpretación de los dos actores, con una naturalidad abrumadora de Belén Rueda. La música es descriptiva y adelanta el drama con algún matiz oscuro.
"El juego del Tesoro" tiene su espina dorsal en las cuerdas y en su dinámico baile. Una escena que de nuevo apuntala magníficamente las imágenes.
"Un día de Fiesta" es uno de los momentos más importantes de la película, y en el cual toda la línea argumental descansa. Musicalmente son cuatro minutos siniestros. Junto al siguiente corte, "Atropello", estamos ante el momento donde la percusión hace acto de aparición, aunque sin olvidar el reinado de las cuerdas que son las que establecen la situación de clara tensión ante la primera aparición de Tomás. El final del corte, una derivación del tema principal aumenta de intensidad acompañando a Laura en su tortuosa carrera por la playa en busca de Simón.
"Atropello", como he comentado antes, es una continuación de "Un día de Fiesta". Las voces hacen acto de aparición y las cuerdas van creciendo en tensión para calmarse paulatinamente. Una vez que todo parece apaciguado, Fernando (y Bayona, con esa terrorífica imagen de la atropellada volviendo a la vida por breves instantes) nos hace levantarnos de los asientos con la entrada de otra línea de sonido a la ya existente, formada por una colisión de sonidos en mayor volumen, que compacta totalmente con las imágenes. Un momento álgido.
En "Tomás", la historia de éste nos hace entender más al personaje que minutos antes había atacado a Laura. Las fotos, la historia, todo está rodeado de una atmósfera desasosegante, ya que el director no quiere que pasemos directamente a tener piedad por un personaje que está destinado a dar miedo. De ahí la carga oscura y dramática del corte, que viene acompañado de los coros para dotarle de ese sentido sobrenatural que acompaña obviamente a un fantasma.
Retomamos esa atmósfera de complicidad entre madre e hijo en "Dos Kilillos". Los recuerdos afloran y el sentido dramático aumenta en la música. El corte se cierra con un sonido de clara amenaza. La película aun no ha terminado y Laura tendrá que luchar duro contra su pasado para encontrar a Simón.
"Una Regresión" y "Crea y entonces verá" son dos cortes que se centran en la lucha de parapsicólogos por descubrir la verdad que esconde el antiguo orfanato, actual casa de Laura. La música es vital en estas escenas. De hecho todo el audio lo es. Fernando crea una atmósfera excelente para que el espectador entre de lleno en este juego de conjeturas, donde nada se observa pero todo se percibe.
"Sola en la casa" es para el que escribe, el mejor momento de la película. Bayona nos obliga a todos los espectadores a familiarizarnos con el drama de Laura, nos metemos en su piel gracias al trabajo de Belén Rueda, y al guionista Sergio Sánchez, no se le ocurre otra cosa que dejarnos solos en esta casa. Laura demuestra que es un personaje con fuerza, bien construido, con sus debilidades y sus tres dimensiones. Nos deja claro que solo una madre es capaz de ir hasta el mismo infierno con tal de rescatar a su hijo. A nivel musical esa fuerza se ve representada perfectamente, siendo este corte uno de los mejores del disco. La lucha musical de Laura y el entorno que le rodea está totalmente representado en la composición de Velázquez, con sonidos más intensivos y rítmicos para la protagonista y más apagados y tensionados en el caso de lo que habita en esa casa.
"La Casita de Tomás" nos describe a nivel argumental que más que una casita, Tomás vivía en las puertas del infierno. La música describe la dureza y frialdad del lugar, por medio de la percusión aislada y la ausencia total de melodía. Las cuerdas construyen un silencio de terror que espera romperse abruptamente. Pero éste no desaparece de esta manera, sino paulatinamente, descubriendo la dura verdad detrás de toda la trama con un crescendo de cuerdas que pesa como una losa sobre el fatigado cuerpo de Laura.
El final que muchos no esperábamos, nos presenta una Laura totalmente entregada a su hijo en "Reunión y Final". Con un comienzo dramático por la evidente dureza de la situación (un suicidio sin contemplaciones, por amor a un hijo y la imposibilidad de vivir la vida sin él), la música adquiere tonos luminosos gracias a la celestial situación de Laura, que vuelve a estar con su hijo, tal vez para siempre. El tema principal se desarrolla en todo su esplendor y demuestra su gran belleza.
La película se cierra con "Créditos Finales" una suite que llama la atención por su calidad una vez has terminado de asimilar la historia en la butaca del cine. Fernando se emplea a fondo y retoma el tema principal con una mayor aportación del coro, exprimiendo al máximo el material con el que cuenta.
Dos bonus tracks completan la edición discográfica. El primero es una autentica delicia. A base exclusivamente de las cuerdas, es la propuesta inicial del tema principal. Una maqueta que sin ningún problema podría pasar por un corte del disco presente en la película.
El segundo, también excelente, se centra en los coros interpretando el tema principal. De nuevo perfectamente podría haberse utilizado para la película, aunque su excesivo tono celestial y religioso podría no casar bien con cualquier momento.
En definitiva este recorrido corte por corte de la partitura de Fernando Velázquez solo consigue confirmar aun más la convicción y la firmeza con la que este compositor ha hecho frente a un desafío para nada fácil como es dar música a una película de terror, y más del nivel de El Orfanato.
Que la gente no piense que lo ha tenido fácil. Ha tenido que lidiar con las siempre restrictivas limitaciones presupuestarias, y ha tenido que luchar para sacar el mejor sonido de una orquesta que aunque eficaz no es la London.
Y es que el trabajo de un compositor no solo se centra en componer y poner la mano. Un compositor realmente entregado a su trabajo, busca sacar el mejor partido al presupuesto con el que cuenta.
Fernando lo ha conseguido y ha podido sacar lo mejor de la The Bulgarian Symphony Orchestra y del coro Kup Taldea.
Y es que solo con el tesón y la ilusión se consiguen llevar a cabo los proyectos que salen del corazón, y éstos solo pueden terminar de una manera. Bien, por supuesto.
Lo mejor: La seriedad, la firmeza, el saber estar de un compositor que sabe cuándo ayudar a la historia con su música. La partitura de El Orfanato es uno de los puntales donde descansa el éxito de esta película.
Lo peor: Sin desmerecer el gran trabajo de los intérpretes, algunos cortes hubiesen podido sonar mejor con un mayor presupuesto.
El momento: A nivel melódico sin duda "Créditos Finales". A nivel de la perfecta unión entre imagen y música, sin duda "Atropello".
DDBSpawn (David Doncel)
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