Tracklist:
- Fyrine IV (05:03)
- The Relationship (03:55)
- The Small Drac (02:45)
- The Crater (02:15)
- The Birth of Zammis (06:14)
- Spring (01:27)
- The Scavengers (04:48)
- Davidge's Lineage (03:33)
- Football Game (00:44)
- Before the Drac Holy Council (09:54)
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El hombre detrás de Enemigo Mío; Barry B. Longyear.
En 1980, un escritor de casi cuarenta años, Barry B. Longyear, oriundo de Maine, ganaría tres de los premios más prestigiosos concedidos a obras literarias de género fantástico: el Hugo, el Nébula, y el John W. Campbell. Fue el primero en recoger estos tres premios en un mismo año, y el último.
La obra galardonada no fue otra más que Enemy Mine. Esta novela corta de ciencia ficción era un tratado contra la xenofobia, oculto tras un escenario de pura ciencia ficción. Dos facciones en guerra. Los humanos y los draconianos. Uno de los humanos, Willis Davidge, un piloto de caza galáctico, naufraga junto a un draconiano, Jeriba Shiga, otro piloto, en un planeta con un ecosistema realmente hostil. Para poder sobrevivir deberán de olvidar sus diferencias y colaborar en su mutua supervivencia. Pero las cosas no serán tan fáciles y los prejuicios raciales aflorarán, en más de una ocasión poniendo en tela de juicio la supervivencia de los dos personajes.
El tremendo éxito de la novela empujó a Longyear a completar una trilogía literaria, donde hicieran acto de aparición nuevos personajes principales, pero sin variar el escenario; la lucha entre humanos y draconianos. El segundo libro de la trilogía fue The Tomorrow Testament que descubriría a una tercera raza en liza, causante en verdad de la guerra entre humanos y draconianos, los Timans, y finalmente el tercer libro The Last Enemy, en el que reaparecía Willis Davidge, y donde el conflicto entre ambas razas cesaba.
Al hilo de esta trilogía surgió The Talman, un compendio de historias y extractos del libro sagrado de los draconianos. Un libro que estaría muy presente también en la magnífica película de Wolfgang Petersen.
Wolfgang Petersen, el ocaso de un artesano
Enemigo Mío aun tenía ese sello propio de un director, que ha ido perdiendo su estilo a marchas forzadas. El alemán Wolfgang Petersen, nos había entregado dos películas que desde mi punto de vista auguraban un futuro más que prometedor. Petersen iba a ser un grandísimo director en un futuro no muy lejano. Pero sorprendentemente no lo ha sido. El alemán, al igual que ha pasado con otro compatriota suyo, Roland Emmerich, ha ido comercializando e infantilizando su cine. Ha ido digitalizándolo y lo ha desprovisto de aquel carácter artesano que caracterizaban sus efectos especiales.
En la época de los ochenta el director entregó tres de las películas más recomendables a nivel de trucajes visuales/maquillaje de las que uno pueda llegar a recordar. El Submarino, La Historia Interminable y Enemigo Mío.
Con la primera capto la atención de la crítica de todo el mundo. Con la segunda la del público. Y con la tercera, creó una película de culto.
Posteriormente, exceptuando la más que reivindicable, En la línea de Fuego, sus películas has hecho aguas en algo tan indispensable como la magia cinematográfica. Estallido, Air Force One, La Tormenta Perfecta, Troya o Poseidón, son películas o simplemente entretenidas (el caso de la película protagonizada por Harrison Ford), aburridas que no aguantan un segundo visionado (caso de Estallido), sacadas de una desmedida campaña de marketing en su afán de ser un producto fast food (la protagonizada por Brad Pitt en su papel de Aquiles), a ratos emotiva a ratos excesiva (la historia de pescadores de La Tormenta Perfecta) o directamente un peñazo de proporciones mayúsculas (obviamente, Poseidón). Todas ellas tienen algo en común, o más bien, no tienen algo... magia. Esa magia que si contenían dos de las películas que hemos nombrado al principio, La historia interminable y Enemigo Mío (El Submarino más que mágica, es una película sólida, realmente excelente).
La principal razón que uno puede esgrimir para diferenciar Enemigo Mío del resto de su filmografía con producción americana, es que el hecho de que Wolfgang aun contó con profesionales que habían trabajado con él en Alemania. El más destacado fue Rolf Zehetbauer, su diseñador de producción, un profesional básico para dotar de profundidad escénica a una historia que así lo requería. También contó con Herbert Strabel, su director artístico en La Historia Interminable. O su diseñadora de vestuario en El Submarino, Monika Bauert.
Enemigo Mío contenía los últimos rescoldos de sus raíces germánicas, el mejor Wolfgang Petersen, uno tristemente desaparecido y que mucho me temo, jamás volveremos a encontrarnos.
Una película sin director.
Aunque pueda parecer lo contrario, viendo el éxito que cosecho la novela de Longyear, Enemigo Mío no fue ni mucho menos una producción cinematográfica fácil de llevar adelante (y mucho menos un éxito de taquilla).
Después de que David Lynch terminase Dune, no con demasiada respuesta recaudatoria, el director de culto fue contactado para llevar a buen puerto esta novela de ciencia ficción. Supongo que saturado de tanta historia anclada en las estrellas, el singular director desestimo la posibilidad de encargarse del proyecto.
Así este cayó en las manos de Richard Loncraine, director que por aquel entonces había presentado en sociedad una película protagonizada, mire usted por donde, por un cantante / actor que participo en Dune, Sting.
La película, Brimstone & Treacle, un thriller, tenía más bien poco que ver con una historia de ciencia ficción y uno se pregunta por qué demonios se eligió a un director que no había manifestado ser capaz de llevar a buen puerto una historia tan ambiciosa como la de Enemigo Mío. En fin, otra de esas decisiones lúcidas que se toman en el mundo cinematográfico.
Después de haber comenzado el rodaje y de no contentar a los productores, Richard Loncraine tuvo que abandonar el proyecto en favor de Wolfgang Petersen que había demostrado, este sí, sus habilidades para las historias de fantasía y de muchos efectos especiales con La Historia Interminable.
Tal vez, por llegar de rebote, o quién sabe, por que por entonces el director era un excelente profesional que se debía a la historia y a sus personajes, la dirección de Enemigo Mío se caracterizaba por no salirse demasiado de madre y ajustarse bastante bien a las necesidades del relato (algo que, irónicamente, no consiguió el primer director tanteado, David Lynch con la irregular Dune).
Además, el director, quien sabe si también, por algo que podría serle achacado a él, o por propia profesionalidad de los actores protagonistas, conseguía destacar ya no por la historia, que no dejaba de ser una versión libre de la película de John Boorman, protagonizada por Lee Marvin y Toshiro Mifume, Infierno en el Pacifico, sino tambien por las excelentes interpretaciones de Dennis Quaid como Willis Davidge y de Louis Gossett Jr como Jeriba Shigan.
Los dos consiguieron demostrar que, en el caso del primero, no era solo una cara bonita, y en el caso del segundo estábamos ante uno de los mejores actores afroamericanos de la historia (que pena que finalmente su carrera se fuese al garete protagonizando tantos productos infumables directos a videoclub).
Maurice Jarre, un, por entonces, menospreciado compositor.
Compositor en la cima del éxito gracias a obras tan inolvidables como Doctor Zhivago o Lawrence de Arabia, o tan excelentes como El día más largo, Grand Prix, La noche de los Generales, La hija de Ryan, La Isla del Fin del Mundo, El Hombre que pudo Reinar, Príncipe y Mendigo o Pasaje a la India, empezó paulatinamente a perder el favor de cierto sector de aficionados y crítica especializada, cuando puso en su vida un sintetizador.
Los ochenta fueron una pesadilla para todos aquellos que no entendían que la música de cine estaba al servicio de las imágenes, independientemente que estuviera interpretada por una gran formación orquestal o no.
Para los abiertos de miras, descubrir un Maurice Jarre amante de las nuevas técnicas, de las experimentaciones, supuso encontrarse con un nuevo compositor, uno diferente al músico que destacaba por esa épica orquestal o por esas melodías de fácil arraigo.
Pero a pesar de entregar partituras de la genialidad de Único Testigo, de la efectividad de La costa de los mosquitos, o de la belleza de El club de los Poetas Muertos o School Ties, el compositor francés quedo estigmatizado y apartado de las preferencias de los abanderados de lo clásico, de aquellos formados en la rectitud y buenas formas orquestales, que veían como una abominación ese sonido salido de esos teclados electrónicos del demonio.
Ahora es recordado con añoranza y elevado a los más altos estratos del cielo por ser un genio de la música de cine. Ahora que nos ha dejado.
El día que compuso Enemigo Mío, tal vez hubiese querido desaparecer del mapa. Que injustos somos a veces y cuan equivocados estamos al pensar que la música de cine debe de estar interpretada por una gran orquesta, sin pensar que no importa el medio, sino el corazón que da vida a la música.
Enemigo Mío, una banda sonora de culto.
Al igual que la película, la partitura de Maurice Jarre para Enemigo Mío, reunía todas las características para ser una composición que, aunque no reunía los beneplácitos de todos los aficionados, si que se convertía directamente en una partitura seguida por un buen montón de seguidores de fuerte personalidad. Enemigo Mío parecía la mejor opción para aplicar esas ansias de experimentación con nuevas tecnologías que tenía el maestro.
Muchos han justificado que Jarre no utilizase sintetizador y orquesta en Único Testigo (solo el primero) con el único fin de mantener una coherencia estilística. De ahí que en un tema tan inolvidable como "Building the Barn", un corte en el que parecía ideal utilizar una gran orquesta, el músico tirase de sintetizador.
Este planteamiento no tiene la mayor validez en el momento que uno escucha la partitura de Enemigo Mío. Si el compositor decidió que ese genial tema de Único Testigo estuviese interpretado por sintetizador, era, simplemente por una razón diferente a la planteada, pues en Enemigo Mío, se establece claramente esta dualidad en la instrumentación.
Y esta variedad, es uno de los elementos que más enriquecen la partitura, pues encontramos el sintetizador al principio de la historia, con el enfrentamiento xenófobo entre los dos personajes, mientras que la orquesta va tomando posición conforme los personajes van viendo crecer su amistad. Una conexión bastante predecible, dejando lo artificial (el sintetizador) conectado a lo irracional, al conflicto, por esas sonoridades más frías, y aplicando el lado más humano de la música (la orquesta y sus instrumentos solistas) a la amistad, que en manos de Jarre se convierte en una decisión propia de un maestro, por lo sutil de su aplicación.
La edición discográfica.
La primera vez que me tope con la edición discográfica de Enemy Mine, fue en su versión de LP. Realmente desconocía la existencia del CD, y fue un gran amigo mío el que me puso en alerta sobre su existencia, después de haber trillado literalmente el LP.
Así que tarde poco en hacerme con él a través de Ebay, pues era y es un disco totalmente descatalogado. Es más, hay algunos comercios de Internet que lo tienen en venta pero a la friolera cantidad de 124.95 dólares. Ahí es nada.
La edición discográfica reúne 40 minutos, más que suficientes de la partitura de Jarre. Es ideal para confirmar la riqueza y variedad musical de la composición.
Desgranándola pieza a pieza tenemos:
1. "Fyrine IV" (05:03):
Son los primeros sonidos del disco los más fríos y ambientales, asignado al planeta donde naufragan los dos personajes. Nos recuerda bastante a la paleta de colores utilizada por Vangelis en su partitura para Blade Runner. Este ambiente denso gracias a los sintetizadores va tornando oscuro y amenazante en cuanto los metales hacen acto de aparición y poco después vuelven a ser sustituidos por los sintetizadores. Es un tema realmente ambiental y frió, un contrapunto perfecto al último tema del disco.
2. "The Relationship" (03:55): los dos cortes se suceden sin una pausa de silencio. Seguimos con el sintetizador, pero esta vez con un tema, el principal que volveremos a escuchar más adelante. Es aquí cuando la orquesta hace acto de aparición mediado el corte siendo una solución de continuidad a los sintetizadores a la hora de interpretar este leitmotiv principal asignado a la floreciente amistad entre estos dos combatientes.
De este surge en la segunda parte del corte, otro, mucho más sutil y delicado, bastante bello, a cargo exclusivamente del sintetizador que enraíza directamente con Jeriba, la cultura draconiana y su libro sagrado. Un gran corte que reúne dos de los leitmotivs principales de la partitura.
3. "The Small Drac" (02:45): Un nuevo tema aparece en este corte asignado al hijo del draconiano que nace con la ayuda de Willis Davidge, el piloto humano protagonista interpretado por Dennis Quaid. Sigue la línea del leitmotiv asignado a Jeriba, por usar esa misma sutileza e idéntica instrumentación. Otro excelente tema principal.
4. "The Crater" (02:15): La música se torna oscura y revive algunos momentos aparecidos en el primer corte. Eso sí, más salvaje, aportando un caos de sonoridades frías y sintetizadas.
5. "The Birth of Zammis" (06:14): Retoma el leitmotiv asignado al hijo de Jeriba, aportando un sintetizador de sonoridades placidas y luminosas en contrapunto al más tajante y frió que escuchamos en el tema anterior. Es un tema extenso, que arroja una clara sonoridad experimental aportando otro leitmotiv asignado al Concilio sagrado draconiano, que escucharemos con más recorrido en el último corte del disco. El corte, a raíz de su extensión, tiene una parte final asignada al planeta Fyrine IV, un personaje más que tiene su asignación temática (como ya vimos en el primer tema) y que casi siempre está conectado a un sentimiento de incertidumbre dado lo inhóspito de su naturaleza. Uno de los mejores temas del disco.
6. "Spring" (01:27): Un tema que conecta directamente con el noveno, "The Football Game". Se va viendo la evolución de los personajes y como Willis asume como hijo suyo a Zammis en un giro de la historia realmente emotivo. Como dijimos antes, la orquesta esta asignada a la parte luminosa de la historia, la relación afectiva entre los personajes y aquí, en este corte, descubrimos que este análisis es cierto. La orquesta se encarga íntegramente de un bellísimo tema, muy en la línea del su Doctor Zhivago.
7. "The Scavengers" (04:48): Comienza con el tema de Jeriba en una versión bastante lánguida y dramática. La orquesta de nuevo asume el control, introduciendo un componente oscuro en la ecuación, de clara amenaza para los protagonistas en la fase final del corte.
8. "Davidge's Lineage" (03:33): Un concepto importantísimo para los draconianos, su linaje, es trasladado a Willis, descubriendo este que los draconianos no son la raza fría, calculadora y sanguinaria que le han hecho creer que eran. El tema de Jeriba vuelve a tomar control del corte.
9. "Football Game" (00:44): Si en Único Testigo el corte estrella fue "Building de Barn", sin duda, el tema más conocido de Enemy Mine es este "Football Game", y eso a pesar de su reducida duración. Sigue los patrones de "Spring", aunque en un aire más circense. Willis enseña a el joven Zammis una de las costumbre humanas, bueno, más bien americanas, el fútbol americano.
10. "Before the Drac Holy Council" (09:54): Es el corte más extenso de la edición discográfica, siendo un compendio de todos los leitmotivs de la partitura. Comenzamos con el tema de Fyrine IV, pasamos por el de Zammis, para a continuación encontrarnos con una sección de acción, de ciertas reminiscencias al sonido Jerry Goldsmith. Luego hace de nuevo acto de aparición el tema de Zammis y finalmente el del Concilio Draconiano, retomando ese sonido ya aparecido en "The Birth of Zammis", pero añadiéndose a la ecuación el vibrar de las voces de los draconianos. Un efecto que da aun más sentido elevado a la partitura de Maurice Jarre. El corte y la partitura termina con una bocanada de luz, retomando el corte "Spring" con tempo más vivaz y clásico.
Conclusiones.
Es cierto que muchos vamos a echar de menos la música de este genio francés. Su legado es de un nivel y un valor incalculables. Maurice está en la mente de toda la humanidad gracias a ese tema imperecedero que creó para Lara, el gran personaje femenino de Doctor Zhivago. Para los aficionados a la música de cine, Jarre ha sido un compositor que no se limitó a componer ese tema bonito, sino que creó un carrera a base de esfuerzo, talento y experimentación, donde cada paso que daba era un recorrido hacia el descubrimiento de elementos nuevos en su música, un autentico aprendizaje.
Nunca se limito a un estilo, aunque lo tuviese y muy definido, ni hizo ascos a un tipo de instrumentación que no fue ni es del agrado de los más puristas, siendo él, un compositor de fuerte formación clásica.
Para mí, Enemy Mine tiene algo especial. Una mezcla perfecta entre los sonidos ambientales de los teclados electrónicos y sonidos clásicos, orquestales. Y por eso, aunque tal vez no sea su mejor trabajo, seria la banda sonora de Maurice Jarre que me llevaría a una isla desierta.
Lo mejor: Su variedad temática, instrumental y sobre todo lo bien que conecta con la película.
Lo peor: Nada.
El momento: Aunque "Football Game" sea su corte más conocido, me quedo con "Before The Drac Holy Council" y ese coro de draconianos.
DDBSpawn (David Doncel)
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