Tracklist:
- Theme from Excalibur (02:50) ("Siegfried Funeral's March" Composed by Richard Wagner)
- Igrayne's Dance (02:06)
- Merlin's Spell (03:13)
- The Siege of Camylarde (02:37) ("O Fortuna" Composed by Carl Orff)
- A Dance at the Court of King Arthur (01:16)
- The Lady of the Lake (01:29)
- Lancelot and Guinevere (10:34) ("Tristan and Isolde" Composed by Richard Wagner)
- The Wedding (01:04)
- Camelot (03:26)
- Knights of the Round Table (00:41)
- A Challenge to Honour (03:03)
- Quest for the Holy Grail (03:51)
- Mordred's Lair (01:46)
- Percival (11:51) ("Parsifal" Composed by Richard Wagner)
- The Land and the King (04:08)
- The Death of Arthur (06:36) ("Siegfried Funeral's March" Composed by Richard Wagner)
- Theme from Excalibur (01:28) (Alternate version)
- End Credits #1 (03:30) (Alternate version)
- End Credits #2 (02:49) (Alternate version)
- The Death of Arthur (06:55) (Alternate version)
- Merlin (02:40) (Bonus track)
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La Película
De entre todas las múltiples versiones que a lo largo de los años hemos podido disfrutar de la Leyenda Artúrica, Excalibur permanece en la memoria de los cinéfilos como una de las mejores, si no la mejor, aportación al mito inglés.
Con la magnífica versión de Richard Thorpe de 1953 (con la no menos magnífica partitura de Miklós Rozsa) como referente hasta entonces en cuanto al mito artúrico en la pantalla se refería; John Boorman acometió el proyecto de llevar a la pantalla la historia que rodeó al Rey inglés, a sus caballeros, a Ginebra, a Lanzarote, a Merlín y cómo no a la espada Excálibur, tomando como referencia directa el libro de Thomas Malory, "La Muerte de Arturo".
Así, la película de Boorman, no sólo se centra en el personaje de Arturo, sino que relata el ascenso y caída de su padre, Uther de Pendragón, y todas las intrigas que supuestamente rodearon a Arturo y su reinado. Todo ello dentro de un conjunto en el que la magia, en la forma de Merlín y de la pérfida hermanastra de Arturo, Morgana; es la principal protagonista del relato, motor de toda la historia y elemento fundamental a la hora de comprender la mística del relato Artúrico.
El resultado final fue una cinta que aún hoy en día es odiada y amada a partes iguales. La película discurre con un ritmo desigual durante sus largos 140 minutos, y episodios como el de la búsqueda del Grial por parte de Perceval se hacen un tanto interminables. Aún así, con todos sus defectos, nos encontramos ante una cinta de indudable belleza visual, con momentos que permanecen en la memoria del espectador para siempre (tales como la primera aparición de la Dama del Lago; el regreso de Arturo a la "vida" y con él, el de todo su país; o el bellísimo final).
La Música
En 1981, Trevor Jones era un perfecto desconocido. Había compuesto la música para una veintena de películas universitarias y estaba esperando su oportunidad para introducirse en el gran mercado. John Boorman, que había visto una de estas películas quedó encantado con su partitura y se puso en contacto con Jones para que se encargara de la música original de Excalibur. Pero Boorman tenía ya en mente cómo iba a ser la música para su más ambicioso proyecto.
Parece ser que en una visita a Alemania, Boorman asistió a la representación en el Bayreuth Festspiele (conocidísimo festival alemán considerado uno de los mejores en cuanto a representación de la obra de Wagner se refiere) de la Tetralogía del Anillo de Wagner, y quedó tan sumamente impresionado con la mítica ópera del compositor alemán, que decidió que la majestuosidad y grandilocuencia del ciclo wagneriano debían formar parte de su película. Así las cosas, una vez Jones fue contratado, la partitura de Excalibur quedó escindida en dos bloques:
- 1. Wagner y la Leyenda Artúrica
Para la música de Richard Wagner, Boorman decidió reservar los mejores momentos de la película; aquéllos que por su vital relevancia dentro del transcurrir de la historia necesitarían del apoyo de tan conocida obra para resaltar sobre el resto de la trama. Así, encontramos las siguientes piezas de Wagner en el transcurrir de la cinta:
- Prólogo: "The Dark Ages. The Land Was Divided and Without a King. Out of those Lost Centuries Rose a Legend. Of the Sorcerer Merlin. Of the Coming a King. Of the Sword of Power"
Tras esta introducción, la cinta abre con un magnífico prólogo en el que se nos muestra una batalla, batalla en la que Uther Pendragon resulta vencedor. Merlín hace su aparición y cita al Pendragón al alba de la mañana siguiente junto a un lago donde le será otorgada la mítica espada de reyes, Excalibur. Todo el prólogo está acompañado con una pieza procedente de la tercera parte del ciclo del Anillo de los Nibelungos: Sigfrido. En concreto el tema "El Funeral de Sigfrido". El tema en concreto, de una duración en su origen de 8 minutos, es aquí editado de tal manera que los primeros compases guían al texto introductor, mientras que la parte más triunfal del mismo se reserva a la aparición de Merlín y a la de la Dama del Lago portando Excalibur. La inclusión de este tema es de gran acierto, abriendo la película con una fuerza tremenda que deja sin aliento.
- Historia de Amor entre Lanzarote y Ginebra: el inevitable romance entre el mejor amigo de Arturo y su esposa, así como el dramático final del mismo y las consecuencias que tiene para la historia, son puestos de manifiesto mediante la inclusión de una pieza ajena a la Saga del Anillo. Aquí, Boorman decide usar el magnífico Preludio compuesto por Wagner para Tristán e Isolda. Un tema que en su origen, describía a la perfección el trágico desenlace al que están abocados los amantes, y que aquí se adapta como anillo al dedo para acompañar a la historia de traición y amor que envuelve al trío protagonista formado por Arturo-Ginebra-Lanzarote.
Es este tema uno de esos raros ejemplos en los que la música trasciende con creces lo que las imágenes nos están relatando (y que muy pocas veces podemos encontrar en la música de cine) describiendo con precisión quirúrgica la inevitabilidad y tragedia asociadas a una historia de amor (este carácter se puede encontrar también en el maravilloso tema de amor de Vértigo de Herrmann, el de Espartaco de North o, más recientemente, en el tema compuesto por John Williams para suplir musicalmente las carencias de guión de Episodio II: El Ataque de los Clones).
- La Búsqueda del Grial: la desaparición de Merlín y la traición de Ginebra a Arturo sumen a éste último y por extensión a Inglaterra en una etapa de oscuridad y caos. La Mesa redonda se disuelve y Perceval, el más joven de los caballeros del rey acomete la tarea de encontrar el Grial (la copa en la que se recogió la sangre de Jesucristo en la cruz), lo único que puede sanar a Arturo y a su reino.
La búsqueda del Grial se resuelve musicalmente con la inclusión de otro tema ajeno a la saga del Anillo. Nos referimos al Preludio de Parsifal, obra en tres actos compuesta por Wagner para mayor gloria de Cristo y cuya elección no puede ser más acertada: el argumento original de la obra de Wagner gira en torno a una orden de Caballeros del Grial que mantienen en su custodia el preciado cáliz y la lanza que hiriera a Cristo en la cruz; y de cómo la llegada de Parsifal (profetizada por el oráculo) desencadena una serie de acontecimientos en los que las referencias a la pasión y resurrección de Cristo son más que constantes (no obstante, Wagner escribió esta obra inspirado en el Viernes Santo, en el que vida y muerte quedan mezclados en una sola entidad).
Música de carácter casi sacro, Parsifal define a la perfección la pureza y verdad que se encierran tras la máscara de ignorancia del personaje. Son precisamente estas características las que Boorman confiere a Perceval, convirtiéndolo en el caballero idóneo para encontrar el sagrado cáliz que devolverá la vida al cuerpo sin alma de su rey.
- La Muerte de Arturo: en un engaño con tintes incestuosos, Arturo deja encinta a su hermanastra Morgana, que dará a luz a Mordred, llamado a enfrentarse con su padre en la última batalla que cierra la película. Acabada la batalla, Arturo ruega a Perceval, devuelva la espada Excalibur a la Dama del Lago. Una vez cumplida la misión Perceval vuelve al campo donde se ha desarrollado la liza, para encontrar que una embarcación con tres mujeres se lleva a Arturo al más allá.
Para este gran final, de carga poética apabullante, Boorman vuelve a elegir el tema del funeral de Sigfrido del que aquí resuenan sus acordes más grandilocuentes, los más dignos de ser reservados al entierro de tan mítico personaje.
- 1 ½. Orff y el Renacer de Inglaterra
Curiosamente no sería Wagner el único compositor clásico al que acudiría Boorman para dotar de grandeza a su película. Así, en la primera aparición de Arturo en el asedio al castillo del padre de Ginebra y cuando Perceval entrega el Grial a Arturo y éste renace, las notas del archiconocido "O Fortuna" del "Carmina Burana" de Carl Orff, reverberan en nuestros oídos y acompañan a las cabalgadas del Rey y sus caballeros a lo largo del camino que les llevará, en la segunda de ellas a la decisiva batalla contra Mordred.
La inclusión de la pieza de Orff, dota a la escena del renacer de Inglaterra de resonancias épicas, y supone, una vez más, una perfecta muestra de lo que el buen oído de un director puede llegar a influir en una película. De sobra conocida por cualquier aficionado a la música, es precisamente esta cualidad la que provoca en el espectador una inmediata atención a las bellas imágenes que esta acompaña, y pone de manifiesto hasta qué punto puede llegar la sutileza en la manipulación musical: con cualquier otra pieza la atención del espectador se habría dividido entre la música y las imágenes; con la inclusión de tan conocida melodía, Boorman se asegura de que el espectador se concentre en la pantalla... la música ya está en su cabeza.
- 2. Trevor Jones y el Mito de Excálibur
Eliminando Boorman la posibilidad de que el compositor sudafricano pudiera dar lo mejor de sí mismo, fue tarea de Jones poner música al resto de la película. Una tarea de la que el compositor sale harto vitorioso si se considera que la partitura a componer debía cubrir los pasajes más oscuros de la cinta y aquéllos que necesitaban de una "música de época".
Así, en el score de Jones podemos distinguir por una parte, los temas que acompañan a las danzas que aparecen durante el desarrollo de la trama: la primera la que Igraine (la futura madre de Arturo) ejecuta delante de los caballeros de Uther; la segunda la que resuena en los muros del castillo del padre de Ginebra en la celebración que sucede a la batalla en la que Arturo debe defender a uno de los caballeros que defiende su causa, y la tercera la que podemos escuchar en Camelot, en una de las escenas desarrolladas en el interior de la ciudad. La característica común de estos temas es su clara adecuación a una instrumentación de tintes medievales, que transporten al espectador a la época, cosa que, sin duda, consiguen.
Dentro de esta música (casi diegética si no fuera por el hecho de que no había grabadoras en la era medieval) encontramos el tema coral que escuchamos en la celebración de la boda de Arturo y Ginebra; una pieza de gran solemnidad que define a la perfección el momento al que acompañan.
En un segundo grupo podríamos englobar al resto de la música compuesta por Jones para la cinta. Entre todos ellos destacan por su especial protagonismo dos. El primero es un misterioso motivo con una voz femenina como absoluta protagonista y que se reserva a aquellos momentos en los que hace su aparición la Dama del Lago o la magia de Merlín. El segundo es una fanfarria para metal y percusión que intenta de alguna manera emular la grandiosidad del tema del Funeral de Sigfrido sin conseguirlo, y que queda relegado a algún que otro momento sin gran relevancia en el transcurrir de la trama.
Las Ediciones
El historial editorial de Excalibur es de ésos que pone nervioso a cualquier coleccionista. Hasta la fecha, la única edición realmente oficial que existe de la banda sonora de la película es un rarísimo vinilo que, editado en 1981 por Island Records, contenía únicamente las piezas clásicas a las que hemos hecho referencia en el primer bloque del análisis. Más allá de esta edición, las ulteriores apariciones en compacto, son evidentes intentos de aprovecharse de la avidez del melómano por poseer todo aquello que su compositor favorito ha escrito.
Así, encontramos hasta tres ediciones "piratas" o "semi-piratas" (entiéndase por éstas últimas aquéllas editadas en un CD prensado pero cuyo material es de más que dudosa procedencia) una de las cuales es la que habitualmente podemos encontrar en eBay y que contiene la práctica totalidad de la música compuesta por Jones, así como las citadas piezas clásicas que aparecen en la película, y como valor añadido alguna pieza alternativa para el inicio y el cierre de la cinta, que ponen de relieve los denodados intentos de Jones de dar con un sonido que se acercara lo más posible al de Wagner (en una de estas piezas, podemos encontrar un sonido muy parecido al que al año siguiente el compositor usaría para una de sus Obras Magnas: Cristal Oscuro)
El listado de temas de una de esas ediciones (la más completa de ellas) es el que incluimos a la izquierda.
Conclusiones
La verdad es que una vez vista la película, uno no puede más pensar en el porqué, no de la inclusión de las piezas clásicas, sino de la contratación de Trevor Jones. No me malinterpreten, el trabajo de Jones se ajusta con maestría a lo que las imágenes requieren, pero queda ahogado entre la exquisitez y grandeza del material elegido por Boorman para el resto de la cinta. Y es que hay que ser un compositor muy, muy grande para competir con Wagner y Orff; y en el duelo, Jones sale perdiendo.
Lo Mejor: La decisión de incluir las piezas clásicas, un acierto total a la hora de dotar a las imágenes de las resonancias épicas que la historia requiere.
Lo Peor: Que siempre nos quedará la duda de lo que podría haber hecho Jones de haber compuesto toda la partitura.
El Momento: Cualquiera de las dos escenas en las que aparece la Marcha Funeral de Sigfrido. Bellísimos.
Sergio Benítez
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