Tracklist:
- Obliviate (03:02) *
- Snape To Malfoy Manor (01:58) *
- Polyjuice Potion (03:32)
- Sky Battle (03:49) *
- At The Burrow (02:35) *
- Harry And Ginny (01:44)
- The Will (03:39)
- Death Eaters (03:15)
Dobby (03:49) *
- Ministry Of Magic (01:46) *
- Detonators (02:23)
- The Locket (01:52)
- Fireplaces Escape (02:55) *
- Ron Leaves (02:36) *
- The Exodus (01:38)
- Godric's Hollow Graveyard (03:15)
- Bathilda Bagshot (03:54)
- Hermione's Parents (05:51)
- Destroying The Locket (01:11)
- Ron's Speech (02:17) *
- Lovegood (03:28) *
- The Deathly Hallows (03:18) *
- Captured And Tortured (02:57)
- Rescuing Hermione (01:51) *
- Farewell To Dobby (03:44) *
- The Elder Wand (01:37) *
*Los mejores temas.
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El principio del fin da comienzo…
Tras seis películas, y diez años transcurridos desde que se iniciara el rodaje del primer film de la saga, allá por los meses finales de un cada vez más lejano año 2000, tras ver crecer en pantalla a sus protagonistas curso tras curso en Hogwarts, la escuela de jóvenes magos más famosa ya del universo conocido, la historia llega a su capítulo final. Sin embargo, nos encontramos con que al acudir a las salas para contemplar la transcripción a celuloide del último volumen de las andanzas del joven mago, un sucinto Parte I acompaña al título, recordándonos que el libro nº 7 se ha adaptado en dos mitades, y el film queda interrumpido en el medio de la historia, dejándonos expectantes ante la cada vez más cercana batalla final, hasta que nos llegue la Parte II de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte.
Algunos pueden opinar que es una nueva manera de estirar el chicle y de dilatar la conclusión con efectos recaudatorios, y no les faltaría parte de razón, tratándose de una de las sagas más taquilleras de la historia, pero no obstante no se debe obviar que la densidad y longitud de alguno de los libros anteriores ya había provocado protestas en su adaptación, por dejar fuera elementos esenciales en los textos escritos, no presentes ya en los filmes , y la idea de haber trasvasado alguno de los volúmenes del joven mago en dos partes ya había pululado anteriormente por las oficinas de producción en Warner Brothers, sin ir más lejos el caso del cuarto volumen, Harry Potter y el Cáliz de Fuego, o del sexto, Harry Potter y el Príncipe Mestizo. Todo lo cual explica en gran medida, que para cerrar todos los arcos argumentales, historias, personajes y sucesos del volumen final, llevar a dos filmes la historia del séptimo y último libro, era una solución ideal empíricamente. Si el guión transvasa de forma impecable el texto de J.K. Rowling, o si el ritmo del film y el desarrollo de los sucesivos acontecimientos y de las relaciones de los diferentes personajes se encuentra bien trasladado al celuloide (o deberíamos decir ya, al disco digital), es ya harina de otro costal.
Lo cierto es que la estructura que se ha decidido como mejor por parte de la Warner para el episodio final, y la alteración de orden de ciertas cosas, provoca que en ocasiones todo se mueva excesivamente rápido, y los datos y nuevos personajes en los films (no así en los libros) entren y salgan sin ton ni son ni tiempo para conseguir la empatía del espectador, y en otras ocasiones el ritmo se frene en exceso y se torne cansino y pare en seco la evolución de la película. El maremágnum de eventos, la batalla de Hogwarts…, de los capítulos finales del libro se dejan para la segunda parte, pero en esta primera faltan cosas esenciales para obtener la visión total que los textos sí ofrecen. Historias o flashbacks sobre la infancia de Voldemort, o debiéramos decir Tom Riddle, pertenecientes al volumen anterior, Harry Potter y el Príncipe Mestizo, y que en el film anterior faltaban, tampoco se encuentran en esta primera parte del final de la saga. Y sinceramente, al paso que van, se van a quedar sin tiempo para explicarlo todo debidamente, o al menos, para hacerlo bien.
Esto no es óbice tampoco para no reconocer sus virtudes, que las tiene, y son abundantes también, la tensión de la intrusión de los héroes en el Ministerio de la Magia, y su arriesgada escapatoria posterior son modélicas en la gradación de la tensión y su puesta en escena es magistral, la entrada en Godric’s Hollow o el encuentro ante la tumba de sus progenitores del protagonista, entre otros buenos momentos, son instantes de puro cine, pero en conjunto la estructura adolece de nervio, y la adaptación dista mucho de ser la que los fieles lectores de Harry soñaban desde que la historia les atrapó en los libros.
En conclusión y según mi modesta opinión, mucho habrá de mejorar la segunda parte de Las Reliquias de la Muerte para arreglar los desaguisados de guión que hasta ahora se han venido dando de contínuo, y resolver todo lo (mucho) que queda pendiente, la cuestión es …
¿lo lograrán?.
Puede que la colaboración apasionada, llena de talento y nunca mejor dicho, magia, de uno de los elementos más sobresalientes del film que estamos tratando ayude a conseguirlo, y no hablamos de otra cosa sino de la labor ante el pentagrama de uno de los mejores compositores de nuestro tiempo, y eso es algo que poca discusión admite, ante la avalancha de magníficas obras que el autor francés nos lleva entregando regularmente durante los últimos años. Ah, que aún no he dicho su nombre, mis disculpas, bien sûr, allons’ y!!!,
Alexandre Desplat.
J.K. Rowling, Warner Brothers, David Yates & Alexandre Desplat,
un equipo mágico para concluir una saga
Cuando el arduo rodaje y proceso de post producción de Harry Potter y el Príncipe Mestizo llegó a término, cuando el score de Nicholas Hooper ya estaba montado con las imágenes y se hizo el primer pase de prueba, una de las muchas cosas que se preguntaba a los asistentes para evaluar los aciertos y debilidades de la producción, era su opinión sobre el score del británico. La respuesta fue hiriente en el más magnánimo de los casos.
Tras el estreno y la recogida de opiniones entre el equipo de producción y Warner Brothers y sus dirigentes, y tras una incómoda reunión con el director del film (así como del anterior en la saga y quien iba a estar destinado a conducir los designios de la última parte, dividida en dos), un David Yates que había sido el principal valedor de Hooper para entrar en el mundo de Harry Potter desde el principio, y con quien había trabajado codo con codo, ya desde sus tiempos en la BBC juntos, se enfrentaba a una dura decisión. Todos sus colaboradores le urgían un cambio de timón en las lides musicales, no le quedaba opción. Sin embargo Hooper, cada vez más fuera de su elemento (producciones televisivas inglesas y galesas, documentales y tv movies) y no pudiendo sobrellevar la presión inherente al cargo, en una serie de films mundialmente esperados como éstos, se rindió ante el director, y le dijo que lo dejaba, que no era el más adecuado para seguir, que ya había aportado su parte y que otro compositor debía concluir el legado. Y Mr. Hooper abandonó el barco.
Lo cierto, es que aun habiendo creado un notable trabajo para la quinta entrega, Harry Potter y la Orden del Fénix, en la sexta se había venido abajo, su composición carente de estructura y brillo, era anodina cuando menos, y eso es algo que las magníficas obras musicales que Hogwarts había ido escuchando a lo largo de los años, no podían seguir permitiendo.
Y un David Yates absolutamente enamorado de las soberbias melodías que un músico francés había compuesto el año anterior para tres scores totalmente diferentes pero extraordinarios a un tiempo, Fantastic Mr. Fox, The Twilight Saga New Moon y The Ghost Writer, contactó con su compositor para unir sus destinos en el capítulo final.
J.K Rowling, con derecho de veto en todas las decisiones que afectaran a los films basados en su obra, en connivencia con Warner, y quien diera en su momento el visto bueno, como no, a John Williams, William Ross, Patrick Doyle y el propio Nicholas Hooper, aceptó el ingreso de un nuevo creador de magia en la saga, un mago de talento y capacidades exquisitas para musicar la historia final.
Y Alexandre Desplat entró en liza.
Y Harry Potter y sus amigos obtenían un nuevo puñado de leit motifs a su arrebatador legado sinfónico.
Y el viaje comenzaba …
Un compositor, un desafío, Hogwarts acoge a Monsieur Desplat
Como el director señala emocionado en la carpetilla del Cd:
“Abbey Road en una noche de viernes. Casi acabando la grabación del score de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte Parte I. Alexandre dirige la London Symphony Orchestra, es uno con ella, al igual que la orquesta es una con él. Ser testigo de su energía y pasión por el trabajo es un auténtico placer, y la música es realmente hermosa. De hecho, mientras grabábamos un track el otro día, “Ron Returns”, me hechizó, y hechizó a todos y cada uno en la habitación de control, me sentí en la obligación de ofrecerle el trabajo de escribir la partitura para la Parte II allí mismo después de escuchar aquel tema. Alexandre había traído tantísimos matices y profundidad a la composición para Las Reliquias Parte I. Y él nada más y nada menos había sido desafiado a redefinir el universo musical de Harry Potter mientras conducíamos a la saga a su clímax, con gracia, humor, compasión, y empatía por los personajes, mientras afrontan la difícil transición de niños a adultos” (David Yates).
Sencillamente, pocas palabras más son necesarias para describir la experiencia de la creación de esta partitura, una colaboración idílica en la que todas las piezas se fueron conjuntando a la perfección, con el objetivo de otorgar un broche de oro final a un viaje legendario. ¿Quizá unas palabras del máximo responsable de la misma?:
“Escribir la música de un film de Harry Potter es una auténtica experiencia, y una oportunidad para un compositor de cine. Estoy agradecido a David Yates, quien amablemente me permitió entrar y compartir su visión de conjunto. Su dirección, trabajando muy de cerca en el score fue meticulosa, inspirada y exigente, y en todo momento, su personalidad permaneció cuidadosa y muy muy positiva. Gracias, David, por creer que yo podría traer mi millón de notas a tu mundo de emociones” (Alexandre Desplat).
Tras esto sólo nos queda ya centrarnos en un score que sitúa con todos los honores al compositor galo en un mundo habitado por muggles y magos, por sangre sucias y mortífagos, por varitas y pociones, por horcruxes y escobas voladoras, por sortilegios y espadas todopoderosas, un mundo destinado a ser testigo del enfrentamiento último entre aquel al que no nombramos y un niño en el proceso final a la vida adulta, de nombre
Harry Potter.
Un nuevo capítulo musical para aquel que sobrevivió,
el final de todas las cosas obtiene su preludio
AVISO: CONTIENE SPOILERS
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Obliviate: Un inicio casi imperceptible, puntuado por una grave percusión da lugar a un elegíaco y bello tema, un paulatino crescendo de cuerdas, aumentado primero por los instrumentos de viento y más tarde por la orquesta al completo. En la pantalla pasamos de asistir a una multitudinaria rueda de prensa del nuevo Ministro de Magia (impecable Bill Nighy) a acompañar a los tres protagonistas principales del relato, Harry (Daniel Radcliffe, más soso que nunca), Hermione (sugerente Emma Watson) y Ron (expresivo Rupert Grint) mientras se despiden de sus (más o menos queridos) familiares y afrontan el inicio del arduo viaje que les espera, sin la protección de su admirado Dumbledore (Michael Gambon, en modo flashback). Sin duda, un precioso e inmejorable inicio de la partitura.
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Snape To Malfoy Manor: Una marcha netamente Desplatiana acompaña la llegada del traidor Severus Snape (breve Alan Rickman, como siempre fabuloso) a la mansión de los Malfoy para asistir a la junta general de los villanos del relato, los Death Eaters, con Lord Voldemort a su cabeza (inquietante Ralph Fiennes). Las cuerdas y los metales, con fondo de percusión – es curioso el uso del triangulo hacia el principio del corte- e intervención del coro, marcan un ritmo totalmente característico del compositor francés, introduciendo además el tema de los villanos que será desarrollado más adelante.
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Polyjuice Potion: El track empieza de manera optimista, marcando el encuentro de los tres amigos en la abandonada casa de los tíos de nuestro protagonista, arropados por la dulce sonoridad de los vientos y las cuerdas, con puntuales intervenciones de la percusión. Hacia el minuto 1:20, la música adquiere un carácter misterioso y, si bien los vientos siguen llevando el peso de la composición en inicio, posteriormente el coro, los metales y la percusión y finalmente las cuerdas acompañan el plan de Mad Eye Moody (gran Brendan Gleeson) para trasladar a Harry Potter de manera segura a la boda de uno de los Weasley, plan en el que juega un papel fundamental la poción multijugos, cuyos efectos ya habíamos presenciado en entregas anteriores de la saga. En los últimos veintitrés segundos de este corte encontramos una de las tres referencias s que Alexandre Desplat hace al célebre tema de Hedwig compuesto por John Williams, que suena aquí muy tímidamente, primero interpretado por la celesta y luego por las trompas.
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Sky Battle: El traslado de Harry a The Burrow, morada de los Weasley, se revela ciertamente movido, pues oportunamente hacen presencia los Death Eaters, y consecuentemente Desplat desata su robusta música de acción, dominada por las cuerdas, furiosos metales y percusión. La agitada composición, que incluye referencias al tema de los villanos, es súbitamente interrumpida por ritmos electrónicos –también muy característicos del compositor – que delatan la presencia del mismísimo Lord Voldemort en el minuto 2:20 del track, y incluye una segunda (maliciosamente truncada) referencia al tema de Hedwig.
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At The Burrow: El Aftermath de la batalla aérea se inicia con un melancólico tema, en honor a los caídos en la misma, pero que a lo largo de la película se asociará al protagonista Harry Potter. La melodía, limpia, honesta, aunque con algunos apuntes de inseguridad y titubeos es interpretada por toda la orquesta a la que se une hacia el final el coro. La coda a cargo de las trompas y las cuerdas pone un broche de oro a la composición.
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Harry And Ginny: La música del corte anterior recibe aquí un tratamiento más intimo, con protagonismo del piano, secundado por las cuerdas, hasta que éstas pasan al primer plano, para ilustrar una tierna escena entre nuestro protagonista y la benjamín de los Weasley. Se trata de una muestra de la vena sensible y romántica de Monsieur Desplat.
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The Will: Metales casi heráldicos dan la bienvenida al Ministro de Magia a The Burrow, hasta desembocar en una fanfarria, próxima al universo Williams. La conversación entre aquel y nuestros protagonistas, durante la que se revela el contenido del testamento de Dumbledore recibe una música entre plácida e inquietante, interrumpida en el minuto 2:17 por la tercera y última referencia al tema de Hedwig, de nuevo breve, esta vez interpretado por un solo de violín.
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Death Eaters: En el inicio del corte continúa la música del anterior título, y después de un ominoso crescendo de cuerdas, volvemos a encontramos con el tema de los villanos que se nos introducía en el segundo track del compacto. Agitadas cuerdas y amenazantes flautas unen fuerzas para acompañar las correrías de Lord Voldemort, Beatrix Lestrange (deliciosamente estridente Helena Bonham Carter) y el resto de Necrófagos, haciéndose con el control del Ministerio de la Magia y sembrando el terror en el mundo de los magos y en el de los muggles.
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Dobby: El lado más cómico del compositor francés se encuentra en este juguetón tema que se dedica al elfo doméstico que viene ayudando a Harry Potter desde la segunda entrega de la saga. La música correspondiente a la primera parte del presente corte apenas se oye en la película, y nos presenta un divertido diálogo entre flauta y laúd o theorbo. En la segunda parte del corte nuestros protagonistas se disponen a la búsqueda de los Horcruxes en los que aquel que no se puede nombrar ha escondido una serie de pedazos de su alma en busca de la inmortalidad, y son guiados en su búsqueda por la música de Desplat, que da continuidad a los ritmos omnipresentes en la composición.
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Ministry Of Magic: La entrada de los tres jóvenes (convenientemente disfrazados) en el Ministerio en busca del siguiente Horcrux es ilustrada con una música urgente, con protagonismo de los contrabajos y la percusión, que se alterna con pasajes menos estridentes pero no exentos de una sensación de peligro inminente.
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Detonators: La maniobra de distracción para hacerse con el colgante que contiene un pedacito del alma de la némesis de Potter nos descubre al Desplat más socarrón, alternando en un tono decididamente bufo las cuerdas y las flautas – incluyendo la interpretación del propio compositor- durante el primer minuto del track y al final del mismo. El final de dicho primer minuto, marcado por la percusión, da paso a un interludio disonante y misterioso, que culmina con un breve apunte del tema elegíaco asociado a Harry, a cargo nuevamente del piano.
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The Locket: Un siniestro vals que ya habíamos oído en la segunda parte del track 9 asociado con las Horcruxes, acompaña el intento de nuestros tres aventureros de apropiarse del colgante que descansa en el pecho de Dolores Umbridge (soberbia Imelda Staunton). El tono macabro del vals es aumentado al final de corte por sonoridades electrónicas.
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Fireplaces Escape: Vuelve con precisión la música de acción en el mismo tono que en cortes anteriores, mientras se produce la huída del territorio hostil que supone el Ministerio, aunque con mayor presencia del coro y unos efectivos y rítmicos golpes de orquesta. Se trata en conjunto de uno de los highlights de la composición.
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Ron Leaves: Violoncelos, secundados por las cuerdas y una funesta percusión da paso a una emotiva rendición del tema de los amigos, con una nota de amargura, pues ilustra la marcha de Ron, comido por los celos.
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The Exodus: Un chirriante violín por encima de una inquietante percusión acompañan los efectos de las malas artes de los Death Eaters.
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Godric's Hollow Graveyard: Una de las más emotivas escenas de la película, la de Harry ante la tumba de sus padres, es subrayada a partir del minuto 1:07 del corte por una nueva pletórica intervención del tema que Desplat dedica al protagonista de la saga, precedida de un bello lamento liderado por un solo de violoncelo, pero aplicadamente contestado por acordes de laúd. Hacia el final del corte, la música de carácter cuasi-medieval, vetusto; deriva hacia el misterio, ante la inquietante aparición de una anciana historiadora que parece guardar secretos concernientes a los Horcruxes.
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Bathilda Bagshot: Música misteriosa, tensionada sobre todo a través del desasosegante sonido del shakuhachi, que irá creciendo en intensidad hasta explotar en una nueva muestra del action sound aplicado al score por el compositor francés, de nuevo con rugientes metales, mientras asistimos al ataque que sufren Harry y Hermione por parte de una sinuosa ocupante sorpresa de la casa de la historiadora.
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Hermione's Parents: De desconcertante título, este extenso corte acompaña al personaje encarnado por Daniel Radcliffe en el proceso de adquisición de la espada perteneciente a Godric Griffindor, fundador de la casa de la escuela Hogwarts a la que pertenece Harry, cortesía de Albus Dumbledore. El inicio del corte continúa con el ambiente medieval antes apuntado, con una plácida melodía cuyo peso llevan las flautas, para luego trasladarnos el misterio –con un interesante uso del coro a partir del minuto 2:20-, angustia y peligro que sufre el protagonista en su búsqueda. Un coro divino que desemboca en una delicada fanfarria para metales da cuenta del resultado positivo de la gesta, con ecos de la legendaria entrega de Excalibur.
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Destroying The Locket: Breve track que ilustra la destrucción del Horcrux que se ha venido persiguiendo durante los dos primeros tercios del filme, música vigorosa que va creciendo en intensidad, hasta estallar de la misma manera que estalla el colgante maléfico.
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Ron's Speech: Si bien desde el inicio fue revelado que Alexandre Desplat iba a utilizar en su score los temas compuestos por John Williams para las diversas películas de la saga en las que el venerable compositor había participado, a la postre solamente se usa muy brevemente el tema de Hedwig al inicio de la película, como se ha indicado. No obstante, el presente corte, que ilustra el reencuentro de Ron con sus amigos, reproduce el sonido Williams a la perfección, con una bonita y sensible melodía ejecutada por la sección de cuerdas al completo.
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Lovegood: Volvemos de nuevo al sonido Desplat, con una melodía sinuosa, excéntrica, incluso con toques orientales, muy característica del compositor, que dedica al personaje interpretado en el film por Rhys Ifans, editor de una revista sensacionalista del mundo de los magos. Las flautas –en un uso parecido al score de The Ghost Writer-, la percusión étnica y las cuerdas lideran la melodía que, salvo error u omisión no se escucha en la película, por o menos en la forma en que se nos presenta en la edición discográfica.
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The Deathly Hallows: La leyenda de las Reliquias de la Muerte recibe un ominoso tratamiento en el score, con las cuerdas resonando en un registro alto, contestado por ecos de diversos instrumentos (piano, percusión, flautas). Es de destacar hacia la mitad del corte la inquietante intervención de los theorbos y laudes, tomando el control de la rítmica melodía.
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Captured And Tortured: La captura de nuestros tres viajeros por los villanos de la función es acompañada por una música entre urgente (el uso inicial de la percusión étnica) e inquietante, para la segunda parte del corte, en la que asistimos a la tortura de Hermione a manos de la exaltada Beatrix Lestrange.
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Rescuing Hermione: Un agitado inicio a modo de fuga, interrumpido brevemente por un apunte del tema de Dobby, y retomado más tarde, mientras los protagonistas huyen de la mansión Malfoy, desemboca en un reprise del tema de las Reliquias de la Muerte.
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Farewell To Dobby: Delicada y preciosa melodía, a cargo de las cuerdas y los vientos, de despedida del fiel elfo doméstico en su sacrificio final a favor de su amigo Harry Potter, y una nueva prueba de la vertiente romántica (en el buen sentido de la palabra) de Alexandre Desplat. ¡Oh Dios Mío, han matado a Dobby! ¡HIJOS DE PUTA! (Léase con la voz aflautada del Kyle de South Park).
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The Elder Wand: Un intranquilo y escueto crescendo final pone fin a la partitura de manera majestuosa. Las cosas no pintan del todo bien para nuestros héroes y su némesis les lleva algo de ventaja. Por desgracia no podemos disfrutar en la edición discográfica de la (excelente) suite que puede escucharse en los dilatados títulos de crédito finales del film. Esperemos que ello sea debidamente rectificado en la ampliada edición discográfica que se espera para finales de diciembre.
To be continued…
la batalla definitiva nos espera
Un sepulcro,
un personaje mítico del universo de Harry Potter,
una varita todopoderosa que cae en las peores manos posibles,
un estremecimiento ante un equilibrio entre el bien y el mal ya resquebrajado,
que se decanta por la oscuridad,
un rayo de luz cegadora surgiendo de las sombras y preconizando trágicos acontecimientos,
y un continuará en una conclusión que promete elevar la épica a una categoría superior,
el final se acerca.
Y Alexandre Desplat estará ahí de nuevo para acompañarnos durante ese trayecto, destino:
la culminación de todas las cosas …
“OBLIVIATE!!!!!!!!”
Lo mejor: La maestría de Alexandre Desplat para definir momentos, puntuar situaciones y llevar a la emoción sin que apenas nos demos cuenta, sus temas para Dobby, Ron, Hermione y sus padres, el Ministerio de Magia, las Reliquias de la Muerte, o el propio final del film. Un score para paladear el mundo Potter, una y otra vez.
Lo Peor: La oscuridad se cierne en torno a Harry y sus amigos, la esperanza se desvanece por momentos, el mal parece adquirir preponderancia y la oscuridad se hace palpable, el que la música recoja perfectamente todo esto y no haya apenas lugar para el optimismo puede llevar a que se nos haga demasiado opresiva la escucha de esta composición
El Momento: Dos, el inicial, con una impresionante y sentida elegía para marcar el camino del difícil viaje que se abre ante los héroes, “Obliviate”, y el acompañamiento musical del destino final de uno de los personajes más queridos, “Farewell to Dobby” , Desplat nailing the moment.
David Saiz & Asier G. Senarriaga. |