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The Illusionist

The Illusionist


Compositor: Glass, Philip
Año: 2006
Distribuidora: Rykodisc
Duración: 51:23

Bueno
Tracklist:
  1. The Illusionist (2:24)
  2. Do You Know Me? (2:48)
  3. Chance Encounter (3:23)
  4. The Locket (2:54)
  5. The Orange Tree (1:47)
  6. The Mirror (1:27)
  7. Wish I Would See You Again (1:26)
  8. The Sword (0:36)
  9. Meeting In The Carriage (1:09)
  10. Sophie (2:50)
  11. The Secret Plot (2:53)
  12. Sophie's Ride To The Castle (2:05)
  13. The Accident (1:30)
  14. The New Theater (1:39)
  15. Frankel Appears (3:26)
  16. A Shout From The Crowd (2:02)
  17. Eisenheim Disappears (2:07)
  18. The Search (3:00)
  19. The Missing Gem (3:03)
  20. The Chase (4:11)
  21. Life In The Mountains (4:31)

En mi humilde opinión, inventar una orquesta que se consagre exclusivamente a la ejecución de bandas sonoras para películas es a la vez un acierto productivo y un error artístico. De lo primero dará cuenta la habilitada disciplina de incorporar tonalidades estrambóticas, ejecutar piezas gobernadas por un tiempo ajustadísimo, sintonizar bien con compositores, arreglistas u orquestadores poco bragados en las dinámicas orquestales y rentabilizar al máximo las sesiones de ensayo y grabación.

Lo segundo, sin embargo, me preocupa cada vez que alterno en mis escuchas una pieza orquestal melocinematográfica (ejecutada por una orquesta al uso) con otra de repertorio estrictamente melódico y a cargo de una de esas orquestas-escuelas de la música... Llego entonces a la conclusión de que la corrección interpretativa es necesaria pero insuficiente.

La Czech Film Orchestra ha acreditado en muchas ocasiones la confianza depositada en sus músicos por compositores y arregladores melocinematográficos de distintas partes, pero su ejecución de The Illusionist (aun bajo la batuta del propio compositor), me suena un poco a umbral transgredido.

Se impone en este caso una comparación con el Mishima de Paul Shrader. En aquel caso, Glass no persiguió otro objetivo que el de impregnar con su música un experimento cinematográfico un tanto alucinante, surrealista. Obtuvo el difícil concurso de la formación The Kronos Quartet para aquel proyecto, que dividió en pocas partes largas y genuinamente repetitivas, permitiéndose incluir en una de ellas el acompañamiento de un bajo eléctrico y una batería. El ensayo fascinó a todos los modernos de aquel tiempo que, sin embargo, vieron en la banda sonora (tal vez también en la película) nada más que un experimento.

Con The Illusionist, Glass se transforma en un músico más conspicuo, más académico, más hollywoodiense... ¿O es la orquesta de que se sirve quien proporciona esta impresión? A fin de cuentas, la banda sonora suena menos “glasseada” que cualquier composición melocinematográfica anterior de Glass, con piezas escuetas a la par que intensas; algo que muchos amantes de la música de cine pura y dura de buen seguro habrán agradecido. En temas como "The Orange Tree" y "The Secret Plot" sigue palpitando el genio minimalista que, no obstante, se diluye, se difumina hacia estilos más propios de un score ad hoc con "The Accident", "A Shout from the Crowd", "The Search" o "The Chase".

El director de la película, Neil Burger, quedó encantado con la música de Glass. “Sus temas son el hilo conductor de la película, puesto que se trata de una cinta con muy poco diálogo y en la que es la música quien, por decirlo así, cuenta la historia al espectador.” Esta responsabilidad puede que haya influido en el giro que Glass da a su composición.

Aunque el éxito en la taquilla americana de esta cinta es de momento discreto, “The Illusionist” ha cautivado ya a los críticos por lo especial de su química. Con frases muy escuetas, intérpretes como Edward Norton, Paul Giamatti o Jessica Biel apoyan la recreación de sus personajes en gestos y miradas intensos, algo que la música contribuye a subrayar.

La acción transcurre en una Viena de recién estrenado novecentismo, tan imperial y aristocrática como corrupta, en la que Steven Millhauser situó un relato ganador del premio Pulitzer: "Eisenheim the Illusionist". Va de un ambicioso prestidigitador, Eduard Abramowitz, que adopta el apellido de Eisenheim para ocultar su origen judío y trepar en la corte austrohúngara a base de juegos de magia, desapariciones incluidas. Comete el error de enamorarse de la novia del Príncipe Leopoldo y de levantar tanto su ira como las suspicacias del jefe de policía vienés; luego desaparece y su amor, la joven Sophie, queda prometida al monarca.

La película experimenta un punto de inflexión cuando, tras haber permanecido oculto por espacio de un año, Eisenheim vuelve a los escenarios con la intención de representar una “magia terrible”. En este punto, la película de Burger adopta un aire de M. Night Shyamalan, y es cuando la música de Glass transcurre más sombría y sinfónica. El espectador no entiende qué trama el mago, ni por qué aparece el cadáver de la bella Sophie ni quién es el autor de su asesinato. La anécdota histórica deriva en un thriller intenso cuyo leitmotiv no es otro que “nada es lo que parece”. ¿Qué secretos esconde la bola de luz que Eisenheim descubre ante un asustado público? La respuesta: un arpegio de Glass, profundo e insaciable.

Lo mejor: La adecuación de una música puramente expresiva, sin concesiones estéticas ni retóricas a un muy elaborado guión y a un contexto histórico determinado. Glass prescinde aquí de los arquetipos al uso y recrea una intimidad sonora tan genuina como eficaz.

Lo peor: La música de este compositor se desvirtúa con la opulencia de una gran orquesta sinfónica. La banda sonora gana, así, más estridencia; pero las embalsamadas y reiterativas cadencias de Glass pierden fuerza expresiva. El pequeño formato instrumental, como en Mishima (quartet) o The Hours (ensemble), refuerza mejor la química de tan minimalista compositor.

El momento: “The Secret Plot”. La cadencia de cuerdas, el leve barrido de tambor y la incorporación de graves latidos de contrabajo a modo de un eco perpetuado ilustran, como en el arranque de The Fog Of War, la inminencia de un cambio de registro en el discurso de la película.

Jordi Montaner

 
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