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La horde

The horde


Compositor: Lennertz, Christopher
Año: 2009
Distribuidora: MovieScore Media
Duración: 58:47

 
Buena
Tracklist:
  1. Prologue (03:48)*
  2. The Beating (02:23)
  3. Inside the Apartment (01:51)
  4. Held Hostage (04:42)
  5. Sound Behind the Doors (01:22)
  6. First Attack and Escape (04:03)*
  7. Rooftop Realization (02:36) *
  8. Badass Alliance (01:58)*
  9. Oessem and Aurore (02:07) *
  10. In the Darkness (02:36)
  11. Jo's Fight (02:35)*
  12. Meeting Rene (02:57)
  13. Tony and Aurore (01:50)*
  14. TV News (01:48) *
  15. The Mirror (01:14)
  16. Bola Rebels (01:17)
  17. Zombie Humiliation (01:58)*
  18. Mutiny (03:24)
  19. Facing the Horde (02:36) *
  20. Guns (01:16)
  21. Headbanging (02:51)
  22. C'est Finis (03:48) *
  23. Mouthful of Grenade (01:32) *
  24. Daylight (02:15)*

El terror adquiere forma (en Europa)

Cartel La hordeDurante los últimos años, o más bien el último lustro, una nueva ola de cine de terror, renovador, pero a su vez nostálgico de pasadas épocas, con el giallo, los clásicos de la Hammer británica, o el cine de género europeo de los años setenta y primeros ochenta, en el punto de mira, viene llegando aunque con cuenta gotas, pero de forma constante, desde el viejo continente. Y a la cabeza, encontramos a Francia, con cada año más producciones encargadas de buscar al espectador ávido de emociones cada vez más fuertes y catárquicas, con obras como Haute Tension (Alta Tensión) de Alexandre Ajá, quien ya ha dio hace unos años el salto a Hollywood sin alcanzar los niveles sobresalientes de sus primeras obras; A L’Interieur, de Julien Maury y Alexandre Bustillo, una de las experiencias más estremecedoras que se recuerdan en mucho tiempo; o Martyrs, de Pascal Laugier, con una hora inicial difícilmente soportable en su intensidad malsana y un final sobrecogedor. Pero no debemos olvidar países como Alemania, Suecia o Noruega, que con obras como Sauna, de Antti-Jussi Annila, Home of Dark Butterflies, de Dome Karukoski, Rare Exports: A Christmas Tale, de Jalmari Helander, o la mejor de todas ellas para quien esto suscribe, Déjame Entrar (Let The Right One In) de Tomas Alfredson (y ya con un remake en los USA, Let Me In, excelente por cierto, a cargo de un magnífico Matt Reeves), han logrado destacar de manera sobresaliente en el panorama cinematográfico mundial. Incluso siendo varios de entre estos títulos los galardonados en el Festival de Sitges los últimos años, todo lo cual ha conseguido elevar la calidad y atraer la mirada de otros continentes, especialmente el americano, hacia Europa.

Y permítanme augurar, que lo mejor aún está por llegar. Ante las oportunidades que los jóvenes directores están encontrando, que con cada vez más frecuencia, los productores se están atreviendo a financiar producciones de terror, ante la rentabilidad inmediata en taquilla que estos filmes están demostrando conseguir, un futuro halagüeño para el cine de horror se abre camino. Solamente resta que en nuestro país se den cuenta de la calidad de todos estos filmes y se vayan estrenando en nuestras pantallas, pues tristemente no todos llegan, peor aún, muy pocos lo hacen, y es una verdadera lástima que productos notables, como el film del que trata este artículo, The Horde (La Horda) acaben durmiendo el sueño de los justos y no alcance la distribución española a lograr su estreno.

Los directores Yannick Dahan y Benjamin Rocher juegan con las convenciones en una sugerente mezcla de géneros, para poco a poco, subrepticiamente primero, y como un barrenador después, subvertirlas y dinamitarlas dejando al espectador como un boxeador sonado, de lado a lado del ring esperando el próximo golpe, disfrutando de ello con enorme diversión eso sí, pero indefenso ante cada nuevo giro de guión, y sin saber a ciencia cierta, si no resultará fatal cogerle cariño a algún personaje, aunque entre la fauna del film, sea muy complicado congeniar o empatizar con ejemplares tan básicos de la raza humana. Y es que la violencia, de los vivos o de los muertos, en el mundo de La Horda, puede llegarle a cualquiera.

¿Preparados?, ¿listos?, la montaña rusa inicia su recorrido…

 

Cartel La hordeY de repente, el fin del mundo (en Paris)

El comienzo de La Horde toma la idea base del clásico de John Carpenter, Asalto a la comisaría del distrito 13, para a partir de ahí huir de las convenciones y mostrar un nuevo ángulo dentro del subgénero zombi, o desde hace unos años, del cine de infectados. Si en aquel western urbano unos policías debían resistir el asedio de unos pandilleros, que parecían fantasmas y convertían el film en una historia de terror, aquí el enemigo es visible desde el primer momento, pero en esta ocasión, mucho más letal que nunca, pues del mismo, forma parte toda la humanidad.

Sólo quedas tú, eres un policía corrupto en busca de venganza, orquestando una sangrienta redada para saldar cuentas con aquellos señores de la droga del extrarradio Parisiense que acabaron con la vida de tu compañero. Te acompañan varios policías más, entre ellos una mujer, implicada emocionalmente en la venganza, y con rabiosas ansias de sangre, pero lo que nunca pudieron esperar encontrarse ninguno de ellos, ni en sus peores pesadillas, como conclusión de una noche infernal, es que de improviso el mundo se vuelva loco, que el ser humano se convierte en zombie, con la excepción de unos pocos supervivientes, que sepamos, en el bloque de edificios en el que tiene lugar esta furibunda vendetta. Sólo que estos supervivientes, tras una zarabanda inicial de impactante violencia, pertenecerán a ambos bandos, y una vez en esa tesitura, y tomando conciencia del efecto global de la amenaza externa a la que se enfrentan, deberán tomar una sorprendente toma de postura, aliarse para sobrevivir, o pasar a formar parte de las ingentes huestes enemigas (eso si no te destrozan a dentelladas antes, claro).

Bruta, intensa y honesta, La Horde no se guarda ningún as en la manga y en ella encontramos un muestrario modélico de cine de terror y acción violenta, digno, poderoso, de ritmo hipnótico y febril, un entretenimiento de primer orden. La escena clave tiene lugar en la azotea en la que el dispar grupo de reúne huyendo del común e imparable, salvo que su cerebro quede hecho puré, enemigo que los acosa incansable. Una vez allí, y con un París destrozado por las explosiones y el fuego, ante ellos, sin salida, y con un futuro de color azabache delante, las lealtades son puestas a prueba, la verdadera valentía o la más cobarde traición se darán cita, y el alcanzar la luz del día, con vida, se tornará un reto, inabarcable.

Enfrente, sólo queda una sola cosa, hambrienta, sin sentimientos, irreductible, veloz en su ansia por atraparte y destrozarte, y lo peor, en número creciente,

prepárate, porque estás a punto de enfrentarte a …

LA HORDA

 

El compositor que llegó del Facebook

Imagen La hordeY es que, como nos señaló en su conferencia, dentro del VI Festival Internacional de Música de Cine Ciudad de Úbeda, el encargo de La Horda, le llegó a Christopher Lennertz, ¡¡¡a través de Facebook!!!. Pues sí, así fue, y es que el auge de la citada red social ya ha alcanzado a la música de cine desde hace tiempo, y éste es uno de los ejemplos más clarificadores del bien que puede hacerle a la carrera de un compositor a la hora de obtener más posibilidades de trabajo. Lennertz lo ha aprovechado con The Horde, pero gracias a la posibilidad de contactar con casi cualquier persona de la red, estos casos pueden multiplicarse de aquí a un futuro cercano. Ahora mismo un director novel, de cualquier país del mundo, no se ve obligado ya a atravesar la barrera de agentes, y asistentes. En los casos en los que el compositor lleve su propia página, puede comunicarse directamente con él, y gracias a ello abrirse a la posibilidad de colaboraciones asombrosas. Muy recientemente, finalizando este año 2010, un film español como Entrelobos, de Gerardo Olivares, ha obtenido de un modo similar a un compositor como el alemán Klaus Badelt, habitual colaborador de la empresa Remote Control de Hans Zimmer, quien ha estado lanzándose abiertamente hacia el mercado europeo durante el último trienio.

Una nueva edad se inaugura, y quien tenga temor al rechazo o a que su propuesta no llegue a buen puerto, ve abrirse ante sus ojos una nueva opción. El que un compositor como Chris Lennertz esté abierto a que esta posibilidad se haga realidad, como se ha dado con The Horde, no es un caso aislado. Y de seguro, todos los asistentes a la edición del Festival Internacional de Música de Cine de Úbeda 2010, hemos podido constatar, que además de una excelente persona, amable, educada, campechana y cercana a los fans, Chris es un compositor de sobrado y demostrado talento (su homenaje al Conan the Barbarian de Basil Poledouris, durante el concierto sinfónico, o sus Suites orquestales para The Comebacks, Medal of Honor o Meet the Spartans, lo atestiguaron en la hermosa ciudad jienense) que no teme encontrarse con nuevos retos, en el país o continente que requiera sus servicios. Él ya ha abierto esta puerta, ahora ya hay jurisprudencia que diría un abogado como mi amigo David Saiz, nuevos senderos por delante, para algo que amamos, como es la música de cine.

Y es que como señalaba Paul Newman en el clásico de los Hermanos Coen, The Hudsucker Proxy (El Gran Salto), y como de seguro atestiguarían Yannick Dahan y Benjamin Rocher, directores de The Horde,

El Futuro es AHORA!!!

 

La Horda, una partitura de Christopher Lennertz. Unos polis muy duros, unos gangsters con mucho peligro, y un enfrentamiento, (no exclusivamente entre ellos, precisamente).

En esta ocasión, aunque no es lo más habitual en el mundo del cine, hasta no tener totalmente rodado y con la postproducción terminada, los directores de La Horda, no se pusieron en marcha en serio para conseguir compositor para el score de su film. Como ya hemos señalado en el apartado anterior, la forma de contactar con el mismo no fue la más habitual, y es que la falta de presupuesto para terminar el film y ponerle música situaba en un brete al equipo, no había posibilidad de grabar con orquesta, y la partitura debía ser enteramente sintetizada. El elegido fue Christopher Lennertz, y ante la falta de medios, se impone la imaginación y el buen hacer de aquel que conoce el negocio. Evitando caer en lugares comunes y llevando a cabo las instrucciones del tándem al mando, el músico logró varias aportaciones interesantes en la orquestación pasadas por el tamiz de los samplers, los loops, y la música electrónica, añadiendo a la mezcla una gran variedad de instrumentos exóticos como son el santoor (una especie de címbalo del este de Europa que sugiere sonoridades atávicas y más inquietantes que las de éste), el propio címbalo, la zourna (o flauta eslava que logra una especie de sonoridad retumbante según el aire es insuflado por la boquilla), o el cada vez más empleado en el cine, duduk, una flauta corta con una bella sonoridad que evoca lo antiguo y retrotrae a lo primitivo. Elementos todos ellos, que añadidos a la mezcla, y redefinidos mediante distorsiones y delays en la repetición y bucle sintético da pie a crear la atmósfera necesaria para acompañar las desventuras de los personajes ante los ataques de La Horda.

Instrumento Instrumento Instrumento

La partitura se divide en tres fases principalmente:

- el aspecto de elegía trágica, con que comienza el film y el apartado musical, “Prologue”, con una sugerente voz femenina que inicia un lamento tras varios golpes de efecto musicales, y que nos conduce por derroteros elegíacos en el inicio, o el camino que toma la resolución musical, con esa misma aparición vocal tras los impactos de percusión y la distorsión, que cierra el círculo del viaje, “Daylight”, demostrando que sangre llama a sangre y que la violencia sólo conduce a más y más violencia, sin resolver finalmente, nada.

-La música de acción y suspense agitada, a base de ostinatos y una melodía que evoluciona, rota y vuelve al inicio para empezar de nuevo, casos de “First Attack and Escape” (en la que los golpes de efecto nos conducen al uso del santoor y del címbalo, que van consiguiendo elevar la tensión de forma paulatina, anticipando lo que se acerca por los pasillos), “Facing The Horde” o “C’est Finis” (con la adrenalina a toda potencia, y una uso casi rockero de la melodía, en crescendo, y la inquietud tensa como lema, en dos de las escenas culminantes del film), y los toques étnicos que acopla a la misma, caso del semi techno “The Beating” al que Lennertz añade capas y capas de percusión de todo tipo, para acompañar los puntuales estallidos de bajo, guitarra eléctrica y distorsión acústica, o del brutal y dinámico “Jo’s Fight”, con su carácter rockero e incesante punteo de la percusión a la que la voz humana se añade con prestancia en el fondo sonoro, junto a la guitarra eléctrica, címbalo, santoor y timbal, en uno de los temazos del score.

Instrumento Instrumento

-Y por último la introducción de varios leit-motifs, aunque apenas desarrollados, no para los personajes, sino para sus relaciones e interrelaciones, “Oessem and Aurore”, con el duduk en primer término y un piano en la distancia pautando los sentimientos no suficientemente expuestos entre los personajes, y “Tony and Aurore”, donde el duduk pronto es sustituido por la voz femenina, estallidos de la zourna y sostenidas entradas del santoor y percusión, para el triángulo amoroso del que poco nos es aclarado si no es por datos sugeridos aquí y allá, especialmente por la música (lo que denota que el compositor ha trascendido las capas más obvias de la narración para meterse por momentos en la cabeza de los personajes, y decirnos un poco más acerca del misterio que los envuelve y las historias que no conocemos de los mismos), y las relaciones destinadas a la tragedia, de los hermanos del clan de la droga, cuyo final está demasiado claro desde el principio, aunque Lennertz sabe envolver el punto climático de su relación de un tenso suspense, que consigue hacer avanzar la narración sin ser excesivamente obvio, “Bola Rebels”, “Zombie Humiliation” (con un excelente uso del santoor y las voces femeninas en un momento cuasi insoportable de ver), o “Mutiny” (con el violín y cello sintéticos consiguiendo una neblina sonora absolutamente hipnótica ante la resolución de la escena).

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No podemos dejar de destacar asimismo, dos de los instantes culminantes del film y del score, en los que las imágenes consiguen junto a la música mayor capacidad de sobrecogimiento y emoción en el espectador y en el oyente. Se trata del climático “Rooftop Realization”, con un ostinato en el címbalo que se va tornando obsesivo hasta alcanzar el apogeo (min. 1:19) a base de cuerdas sintéticas, y samplers corales que dotan a la escena de una belleza trágica cuasi onírica, fascinante, y el subsiguiente “Badass Alliance”, en el que ante la insostenible situación, los policías se aliarán con sus odiados enemigos para escapar a lo inevitable, con vida. Sobre este track diremos que, su título define perfectamente lo que los directores, Yannick y Benjamin, solicitaron de Lennertz. Ellos querían una música Badass, de chicos malos, cool, y elegante en su falta de elegancia y rudeza. Sin duda, el compositor clava el instante de la forja de esta alianza y del espíritu del film, con este tema a base de bajo, batería y percusión.

Lo que nos espera tras el visionado de la película es una sensación de falta de perspectivas para un futuro mejor, de pathos y de destino escrito, que lo que nos espera, a lo que estamos abocados, es mejor no lo sepamos, porque no seríamos capaces de sobrellevarlo, y lo que los ritmos y sugerencia de la composición de Chris Lennertz nos evocan, pese a todo, es que incluso entre una familia de traficantes, incluso entre un grupo de policías corruptos sin escrúpulos, hay elementos que hacen que su faceta positiva, más grande o más pequeña, sea visible para el espectador, si entre las más bajas tendencias e instintos humanos nos rendimos a la solución más fácil, realmente …

Tiene la humanidad,

¿un futuro sin esperanza?

¿o sus/nuestras faltas y pecados,

serán purgados por…

Una horda?.

Imagen La horde

Lo mejor: La solvencia con que Christopher Lennertz nos sumerge en la trama gracias a la música (“Prologue”, “Rooftop Realization”), las atmósferas en los temas de acción que van dando paso a la adrenalina musical más desaforada (“First Attack & Escape”, “Jo’s Fight”) y los hermosos y trágicos instantes líricos (“Oessen & Aurore”, “Facing The Horde”) con los que el compositor otorga un mayor peso dramático a la trama de horror.

Lo Peor: Si la música a base de sintetizador, samplers y electrónica sustituyendo a la orquesta no es lo tuyo, probablemente no le encuentres un aliciente especial a la partitura, aunque Lennertz salva este hándicap con acierto, con un trabajo adherido a las imágenes como una segunda piel, si bien es cierto, la atonalidad y oscuridad de los pasajes de suspense pueden llegar a hacer poco amena la escucha aislada.

El Momento: El grupo protagonista accede a la azotea del edificio en su huida del apocalipsis zombie, y un pacto imposible se forja, mientras en el horizonte un infierno se desata, “Rooftop Realization”. Lennertz logra aquí atenazarnos a la butaca e incrementar nuestras pulsaciones con maestría inigualable. La huida comienza…

Asier G. Senarriaga

 
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