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Índice de contenidos
  1. "La Noche de los Muertos Vivientes" y la instauración del zombi moderno
  2. "Zombi" y la consolidación de un género
  3. "El Día de los Muertos" y el fin de la primera trilogía épica de terror
  4. Zombis post-Romero
  5. Los Zombis caminan despacio
  6. George A. Romero: el terror hecho cine
  7. Valoraciones finales

1) "La Noche de los Muertos Vivientes" y la instauración del zombi moderno

En 1968 el director neoyorkino George A. Romero estrenó La Noche de los Muertos Vivientes (Night of the Living Dead), una película que ha alcanzado por méritos propios la categoría de "clásico del terror", una obra pivotal que marcó un antes y un después y que inauguró un nuevo género que aún perdura en nuestros días, sentando las bases de lo que se conoce como el "zombi moderno". Por supuesto, esta película no fue la primera en abordar el siempre aterrador tema de los muertos vivientes, ya que en realidad no hizo sino retomar el legado de películas como Invasores Invisibles (Invisible Invaders, 1959) o La Plaga de los Zombies (The Plague of the Zombis, 1966), las cuales se habían encargado de allanar previamente el camino. En cualquier caso, la premisa argumental de la que partía la opera prima de Romero la distanciaba significativamente de todo lo que se había hecho previamente, desde las ingenuas La Legión de los Hombres Sin Alma (White Zombie, 1932), Los Muertos Andan (The Walking Dead, 1936), King of the Zombies (1941) hasta la muy plúmbea Yo Anduve con un Zombi (I Walked with a Zombie, 1943), más cercana al drama romántico impregnado de esporádicos elementos sobrenaturales que a una película de terror propiamente dicha.

En la obra de Romero no hay personas hipnotizadas o hechizadas y convertidas en autómatas, ni los muertos vuelven a la vida como resultado de un conjuro o un ritual vudú para cumplir los mandatos de su amo, generalmente un científico demente, sino que simplemente vuelven como cadáveres putrefactos para alimentarse de la carne de los vivos. El director no pierde mucho tiempo en tratar de justificar el eje argumental sobre el que gira la película (únicamente se plantea la hipótesis de que los muertos hayan podido haber vuelto a la vida como resultado de la radiación de una sonda espacial de la NASA traída desde Venus), ya que dicho eje no es sino un vehículo, una bandeja, para realizar una aguda reflexión sobre la situación social vivida en su país en la década de los 60. Una época caracterizada por un sentimiento de inseguridad y también de hastío y apocamiento. No han faltado quienes han visto en aquellas masas de zombis devorando la carne de los vivos a los muertos de Vietnam, volviendo a la vida para vengarse de aquellos que, consciente o inconscientemente, fueron responsables del drama de la guerra, que tanta conmoción causara en el pueblo americano.

Esta situación de inestabilidad social aparece perfectamente retratada en La Noche de los Muertos Vivientes, que explora con la precisión de un cirujano la naturaleza humana en situaciones límites. Romero utiliza un recurso argumental típico del western, es decir, el de un grupo de supervivientes recluidos en un reducido habitáculo y rodeados por enemigos sedientos de sangre. En este caso, los enemigos no son indios vengativos sino una legión cada vez mayor de zombis que desean alimentarse de su carne. Esta situación demencial y escalofriante sacará a la luz las miserias humanas del grupo que deberá unirse para sobrevivir... es interesante observar que en esta situación de desequilibrio emocional será el personaje de color, Ben, interpretado por Duane Jones, el más capacitado para asumir finalmente el liderazgo de una reducida y débil comunidad, formada además por: una madre llamada Helen; su inestable, egoísta, perturbado y neurótico marido, Harry, cuya falta de autocontrol y demencia será responsable en buena medida de la tragedia desencadenada al final; Karen, la hija de Harry y Helen, víctima en última instancia del desmembramiento familiar al que antes hacíamos referencia, y que terminará por volver de la muerte como ángel vengador asesinando con saña a su madre antes de devorarla. Si la sociedad es una proyección a gran escala de la familia como eje celular de la misma, entonces la descomposición de una se ve reflejada en la otra; Tom y Judy, una frágil pareja de jóvenes enamorados; y finalmente Bárbara, el personaje catalizador de nuestros miedos, la cual sufrirá el ataque de un zombi al comienzo de la película, perdiendo a su hermano Johnny... asistimos, una vez más, al desmoronamiento de otro lazo familiar, en este caso fraternal. Como se comentó anteriormente, no deja de resultar significativo que, en esta desamparada célula social sea el único personaje de color el que demuestre tener mayor coraje y valentía, planificando la defensa de la casa y buscando posibles vías de escape del horror, en un continuo enfrentamiento de caracteres con Harry.

Romero se permite terminar la película con un brillante y paradójico giro narrativo por medio del cual Ben, el superviviente de la amenaza zombi, acaba fusilado por un grupo de humanos encargados de exterminar a los muertos vivientes con unos métodos brutalmente expeditivos. Mientras que los zombis actúan por instinto, como autómatas, buscando carne humana para alimentarse, los humanos matan con mayor ensañamiento regodeándose en la masacre. Los planos finales de esta obra maestra sugieren que la línea que separa a los muertos hambrientos de carne humana de los humanos sedientos de sangre y destrucción no es tan diáfana como podría parecer, y que, en el fondo, no existe mucha diferencia entre unos y otros. En resumidas cuentas, esta obra maestra absoluta del séptimo arte ofrece un agudo y concienzudo análisis del malestar social de la época sin paliar lo más mínimo su capacidad para aterrar al espectador incluso más de treinta años después de su estreno.

Se pueden encontrar en nuestro país varias ediciones en formato DVD de este clásico, si bien todas ellas adolecen de una pésima calidad de audio e imagen, amén de ser ediciones muy pobres en cuanto a contenidos adicionales. No obstante, y a falta de una edición en nuestro idioma que le haga justicia, tendremos que conformarnos con ésta otra, disponible en www.dvdgo.com:

En realidad, no existe mucha diferencia en cuanto a calidad de imagen y sonido, así como también en cuanto a contenidos adicionales, entre las distintas ediciones disponibles de esta joya en nuestra lengua, de ahí que no importe mucho por cuál nos decantemos finalmente. En cualquier caso, sí recomendamos encarecidamente mantenerse lo más apartados posible de la horrenda en todos los sentidos edición conmemorativa del 30 aniversario de la película perpetrada por Manga Films, la cual recibirá la atención que se merece más adelante.

En lengua inglesa, lógicamente, sí podemos encontrar ediciones más decentes y cargadas de extras, como por ejemplo la siguiente, que está disponible en zona 2:

Y si nuestro reproductor de DVD no tiene problemas en leer discos de cualquier zona, en ese caso también se nos antoja jugosa la siguiente edición americana en zona 1:

Sirva la siguiente tabla ofrecida a continuación como una referencia comparativa de las distintas ediciones disponibles en formato DVD del clásico de Romero. Las tres primeras están disponibles en nuestro país:

La Noche de los Muertos Vivientes - Ediciones disponibles en DVD

Edición Imagen Sonido Extras Valoración global
Regular Bueno Regular Bueno
Bueno Regular Malo Bueno
Bueno Regular Malo Malo
Muy bueno Muy bueno Muy bueno Muy bueno
Muy bueno Muy bueno Excelente Excelente

2) "Zombi" y la consolidación de un género

Diez años después, Romero volvería al género que él creó con Zombi (Dawn of the Dead, 1978), una nueva obra maestra aún más impactante por su muy explícita violencia, esta vez a todo color, y la extraordinaria labor de Tom Savini al frente de los efectos especiales y los sangrientos maquillajes. Una vez más, esta secuela no está exenta de lecturas sociopolíticas adaptadas a la época de su estreno, apreciándose más concretamente una aguda crítica al consumismo imperante en la época. En una de las escenas más significativas de toda la película, se puede ver a un grupo de zombis vagando erráticos por el interior del famoso centro comercial en donde transcurre buena parte de la historia, al compás de la muy cómica música de The Gonk que suena como hilo musical. El efecto es sumamente grotesco. Tal y como explica uno de los protagonistas, los zombis se mueven impelidos por hábitos que tenían en vida, de tal modo que aún muertos parecen tener conciencia de lo "importante" o "vital" que era recorrer aquellos pasillos para ellos, aunque en su estado de putrefacción no sean capaces de discernir su significado. Los zombis se convierten en grotescas caricaturas de los seres humanos, los mismos que aún en vida rigen su vida por determinados hábitos fosilizados de conducta sin que, en muchas ocasiones, lleguen a cuestionarse el sentido de lo que están haciendo. Romero muestra que la línea que separa al "hombre zombificado moderno" del "zombi con pautas humanas de conducta" no es tan diáfana como podría parecer a primera vista.

El director vuelve a repetir situaciones y recursos narrativos que terminarán por convertirse en constantes en su filmografía: nuevamente encontramos un grupo de variopintos supervivientes obligados a recluirse a su pesar en un recinto cerrado rodeado de zombis hambrientos de carne humana, y dicho aislamiento en una situación límite servirá al director para sacar a la luz las miserias humanas y reflexionar sobre la naturaleza y la condición humana. El papel protagonista recae en esta ocasión en una presentadora de televisión llamada Francine, que reemplazará a Ben como personaje con el que el espectador llega a simpatizar o incluso identificarse. El terror en Dawn of the Dead adquiere tintes apocalípticos. La pequeña casa de Night of the Living Dead es ahora un enorme centro comercial, y la amenaza zombi, que en la primera película parecía estar contenida o restringida, está ya expandida y no hay lugar en donde esconderse. Los muertos han vuelto a la vida y se expanden como una plaga por todo el planeta. En esta situación de tensión al límite los protagonistas deberán unirse nuevamente para sobrevivir, si bien, nuevamente, Romero volverá a cuestionar la naturaleza humana de modo que el espectador llega a reflexionar sobre hasta qué punto los muertos vivientes son una amenaza muy diferente a la que pueda llegar a representar la raza humana. En este caso el director hace uso de un grupo de rudos y vándalos motoristas que parecen disfrutar igualmente con la violencia y con el caos anárquico al que ha quedado reducido el país ante la invasión de los mundos. En dicha situación de descontrol, esta banda aprovecha para saquear y desvalijar, contribuyendo igualmente al horror y la locura. Los zombis, por el contrario, no actúan conscientemente, simplemente se mueven movidos por el muy humano instinto de supervivencia, de búsqueda de alimento.

Especialmente memorable resulta el arranque de esta película, en la cual Romero, no muy dado a perder mucho tiempo en presentaciones de personajes y situaciones, introduce al espectador en el horror de la trama desde su mismo comienzo. Mientras que Night of the Living Dead comenzaba con la aparentemente rutinaria y melancólica visita de Barbara y Johnny al cementerio, tomándose algunos minutos antes del primer encuentro de los protagonistas con el horror, en Dawn of the Dead por el contrario dicho horror nos acompaña desde los mismos títulos de crédito de la película. La sociedad está sumida en una situación de caos y pavor, y aunque los primeros zombis tarden unos minutos en aparecer, realmente están presentes desde el mismo comienzo de la historia, en lo que parece ser un plató de televisión donde se está dando una señal de alarma.

Esta coproducción ítaloamericana, producida por el mismísimo maestro del terror italiano, Darío Argento, cuenta con algunas de las escenas más impactantes del cine de terror, convirtiéndola en una de las mejores películas del género de la historia del cine, y un referente ineludible en la mayor parte de las producciones acometidas a partir de entonces. A modo de curiosidad, indicar que existen varias versiones de esta película, con mayores o menores dosis de gore, cuya duración oscila entre los 150 minutos y los 115 minutos. Como no podía ser de otra manera, la edición disponible en nuestro país es la que más se resiente de los nocivos efectos de la censura. Darío Argento recibió el consentimiento del director para estrenar en su país una versión de la película que incidía más en los aspectos sanguinolentos de la trama en detrimento de otros de índole más argumental, y cuya música corrió exclusivamente a cargo del célebre grupo de rock progresivo Goblin, tal y como se verá más adelante. Dicha edición puede encontrarse en el siguiente enlace:

Nuevamente, no podemos dejar de recomendar las muy superiores ediciones en lengua inglesa, con mayor metraje y contenidos adicionales, como por ejemplo la siguiente en zona 2:

Y, finalmente, la muy impresionante edición americana en zona 1:

Nuevamente, ofrecemos a continuación una tabla comparativa con las distintas ediciones seleccionadas:

Zombi - Ediciones disponibles en DVD

Edición Imagen Sonido Extras Valoración global
Bueno Bueno Malo Bueno
Muy bueno Muy bueno Muy bueno Muy bueno
Excelente Excelente Excelente Excelente

3) "El Día de los Muertos" y el fin de la primera trilogía épica de terror

Siete años tuvieron que pasar hasta que Romero decidiera acometer la tercera parte de su ahora célebre tetralogía sobre muertos vivientes, titulada El Día de los Muertos (Day of the Dead, 1985). En ella el director vuelve a recurrir a las mismas constantes narrativas de las anteriores películas, situando la historia en lo que parece ser una base militar donde los últimos supervivientes al holocausto zombi, constituidos por científicos, civiles y militares, deben, nuevamente, sobrevivir al horror exterior y sus propios miedos internos llevando una vida enclaustrada en perpetua tensión, en la cual los conflictos no siempre estarán provocados por las infiltraciones de muertos vivientes. Nuevamente surgirá la discordia entre los mismos humanos, que desembocará en el establecimiento de dos grupos claramente diferenciados sobre la base de diferencias éticas, lo cual llevará a los protagonistas de la historia a un enfrentamiento no sólo con los zombis, sino también con los militares que, en su irracionalidad, vuelven a poner en peligro la seguridad de todos los cobijados en la base.

La única aportación de esta película al conjunto, amén de las aún más generosas dosis de sangre y vísceras que sazonan la cinta, es la incorporación de Bub, un zombi que parece mostrar vagos indicios de "inteligencia" y al que un científico pretende adiestrar con el fin de erradicar el instinto depredador de estos seres. Ni que decir tiene que dicha experimentación acabará por volverse contra los mismos humanos que pretendían sacar provecho de ella. Como comenta Borja Crespo en su breve pero interesante estudio sobre la epopeya zombi de Romero:

La crítica se centra de nuevo en la irracionalidad de los hombres, el verdadero peligro de la humanidad (...) Las pretensiones de controlar a los zombis fracasan (con un científico chiflado que intenta domesticarlos, obligándoles a ser como nosotros, cuando la verdadera solución es aprender a no comportarnos como ellos), al igual que la creación de una nueva sociedad. El orden establecido se devora a sí mismo y somos incapaces de resolver el conflicto. La autoridad y la alineación producen mentes sin vida acechando. (p. 71)

Aunque esta película acuse un cierto agotamiento creativo por parte del director, el cual acometió el proyecto con la desgana del que se ve incapaz de plasmar su idea original del modo deseado principalmente por motivos de presupuesto, y pese a ser la más floja de las tres, en comparación con otras películas realizadas sobre el tema resulta un muy convincente broche final a una de las más épicas y terroríficas sagas de la historia del cine, gracias una vez más al buen hacer de Tom Savini, al que le debemos algunas de las escenas gore más impactantes de toda la trilogía, y a la estupenda música de John Harrison.

En realidad la desgana a la que antes hacíamos referencia, y la comprensión de que el resultado final de Day of the Dead distaba considerablemente de lo que Romero quería realmente haber hecho explican que el director se haya atrevido a, veinte años después, ampliar a una tetralogía su escalofriante aportación al cine de zombis, pudiendo desarrollar algunos de los conceptos originales que ya tuviera en mente en 1985. En ese sentido, el personaje del zombi "amaestrado", Bub, será un claro precedente del zombi líder de La Tierra de los Muertos Vivientes (Land of the Dead, 2005), "Big Daddy", el cual parece haber desarrollado algunas avanzadas pautas de inteligencia que lo llevarán a dirigir a toda su horda de muertos hambrientos de carne en su asedio al último bastión de resistencia humana en una tierra baldía y yerma, a merced de los cadáveres vueltos a la vida.

Existe una pobre edición de esta película en nuestro idioma, sin extras de interés, a cargo de Manga Films, la cual puede conseguirse en el siguiente enlace:

En lengua inglesa, apostamos sin dudarlo un segundo por la edición americana en zona 1, la mejor que existe actualmente en cuanto a calidad de sonido e imagen y a la cantidad de contenidos adicionales:

Como colofón final, no podemos dejar de recomendar una apetitosa edición inglesa que contiene las tres películas que conforman la célebre trilogía de zombis de Romero, con numerosos extras y en zona 2:

Para saber más sobre la saga zombi más brillante e importante de la historia, se recomienda la lectura de la siguiente obra disponible en nuestro idioma:

Crespo, Borja (1998) La Noche de los Muertos Vivientes, el Infierno Camina.
Valencia: Midons Editorial

4) Zombis post-Romero

Aunque muchas personas consideran innecesarias las diversas lecturas sociopolíticas que aderezan todas y cada una de las películas sobre muertos vivientes de Romero, tachándolas de "pretenciosas", e independientemente de lo más o menos acertadas que hayan quedado sugeridas en el contexto de la historia, lo que sí es indiscutible es que, a la hora de sumergir al espectador de lleno en el horror, en su concepción más primigenia, de los muertos vivientes, no ha habido ningún otro director como George A. Romero.

El director neoyorkino no sólo creó un nuevo género, sino que creó escuela sentando unas bases que serían retomadas cuando no plagiadas hasta la saciedad en innumerables películas, desde los horrores sanguinolentos de Lucio Fulci (cuyas películas Nueva York Bajo el Terror de los Zombis (Zombie Flesh-Eaters, 1979) y Zombie Flesh-Eaters 2 (1988) fueron también estrenadas con los títulos de Zombi 2 y Zombi 3, respectivamente, como si fueran secuelas inconfesas de Dawn of the Dead, la cual, tal y como ya se comentó anteriormente, fue estrenada en Italia con el título de Zombi) hasta la mediocre El Regreso de los Muertos Vivientes (The Return of the Living Dead, 1985) y sus lamentables secuelas.

Incluso algunos directores han acometido remakes de algunas de las películas de la trilogía original. El primero en hacerlo, con unos resultados bastante satisfactorios, fue el mismísimo Tom Savini con su peculiar revisión de La Noche de los Muertos Vivientes (Night of the Living Dead, 1990), en una versión a color y modernizada del clásico y que mantiene bastante alto el listón en términos cualitativos, si bien, privados ya del elemento sorpresa, y ante la saturación de películas con temática similar, el impacto de dicha película no es equiparable ni mucho menos al del clásico original.

En cualquier caso, resulta mucho más recomendable que la punible y vergonzosa edición "restaurada" y "modernizada" de Manga Films a la que anteriormente hacíamos referencia, perpetrada con motivo de la celebración del 30 aniversario por John A. Russo, el cual colaborara con Romero en el guión original de la historia, y que, entre otras muchas barbaridades, se atreve a "retocar" de motu proprio un clásico añadiendo quince minutos de metraje adicional que no pudieron ser filmados en su momento por falta de presupuesto. Dicho metraje no sólo no aporta nada a la película, sino que además perjudica una historia narrada e interpretada con sobriedad a base de lamentables incursiones en la sobreactuación más ridícula y bochornosa por "actoruchos" de tres al cuarto y una nueva banda sonora, compuesta por Scott Vladimir Licina, que busca acaparar más atención de la que debiera y que, en última instancia, resulta del todo incorrecta dentro del contexto de la historia. En definitiva, John Russo se permite echar por tierra la labor del director con un nuevo montaje que denota unos fines eminentemente mercantilistas.

Catorce años más tarde, el director Zack Snyder fue el encargado de "adaptar a los nuevos tiempos" (como si realmente fuera algo necesario) la segunda entrega de la magna trilogía con El Amanecer de los Muertos (Dawn of the Dead, 2004). El resultado fue un correcto pero en última instancia inofensivo remake sin la capacidad de soliviantar al público de la trilogía original. La diferencia entre ambas películas es la que pueda establecerse entre un clásico, elevado por méritos propios a la categoría de "obra maestra", y una buena película que se limita a entretener e incluso ofrecer algunos momentos aislados de buen cine, sin más. Si una buena película de terror debe romper esquemas, ir más allá de lo establecido, socavar conciencias y adelantarse a su tiempo a la hora de abordar los terrores primarios del ser humano, en ese caso el film de Snyder difícilmente podría aspirar a dicha denominación. Conformista, resultona, con algún que otro esporádico atisbo de brillantez cinematográfica, pero bastante poco atrevida y arriesgada en su revisión del clásico. A su favor podríamos destacar el hecho de que, aunque tome el film original de Romero como referencia, afortunadamente se permite ciertas licencias argumentales que dotan a la historia de cierta originalidad y novedad, al contrario de lo que ocurriera en el lamentable y anodino remake de La Matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 2003). En ese sentido, la película de Snyder funciona más como una nueva película de zombis, en la línea de otras modernas aportaciones al género como 28 Días Después (28 Days Later, 2002), antes que como un remake de Dawn of the Dead¸ de la cual no podría aspirar a ser más que una tenue sombra.

5) Los Zombis caminan despacio

Precisamente uno de los rasgos comunes entre el remake de Dawn of the Dead y la estupenda película de Danny Boyle, 28 Days Later concierne la caracterización de los muertos vivientes, la cual difiere considerablemente de la establecida por George A. Romero en su trilogía clásica. Dicha diferencia marcará también enfoques significativamente distintos a la hora de abordar el género de zombis. En las aportaciones más recientes, los muertos vivientes aparecen retratados como monstruos rabiosos que se desplazan a gran velocidad impelidos por el ansia de alimentarse, con una cierta afinidad estética al mundo de los videojuegos. Por el contrario, los zombis de Romero se han caracterizado desde siempre por su avance pausado, torpe, renqueante, mas no obstante inexorable, ineludible. Los detractores de este enfoque arguyen que, por este motivo, aisladamente no suponen mucho peligro, dado lo reducido de las probabilidades de que pueda llegar a alcanzar a su víctima a menos que la pillen desprevenida.

Sin embargo, las películas de Romero no son simples historias de zombis cazando o persiguiendo víctimas mortales, como si se tratase de un videojuego. Los zombis están elevados a representaciones alegóricas del miedo, más aún, del pavor del ser humano por todo lo concerniente a la muerte, al sufrimiento, al dolor, a la descomposición de la carne, a la putrefacción. Los muertos vivientes se erigen por ende como macabras representaciones de la muerte, con todas sus consecuencias, de la cual no existe escapatoria alguna. No importa cuánto tiempo seamos capaces de esquivar a la muerte, de postergar nuestro encuentro con ella. Al final terminará por encontrarnos y por recordarnos que no es posible huir de ella para siempre, y que al final deberemos ceder a su gélido abrazo. Igualmente, los zombis de Romero no avanzan de uno en uno, sino en multitudes, como si todos los muertos hubieran sido escupidos de sus tumbas para poblar la tierra marchita. Podemos huir, pero tarde o temprano nos llegará la hora porque es imposible evitarlo continuamente. Como si de una plaga se tratase, lo que al principio no era más que un grupo más o menos reducido de muertos vivientes termina por convertirse en toda una legión de cadáveres que se extiende por todos los confines de la tierra. Los protagonistas de las películas de Romero no tienen otro remedio que buscar refugio en más o menos aislados y reducidos cobijos (y es en esa situación de miedo irracional donde saldrán a luz las miserias humanas), conscientes de estar rodeados por toda una jauría de cadáveres cuyos plañidos resultan mucho más aterradores que los rugidos de una bestia creada a partir de efectos de ordenador. No son rugidos de odio, sino quejidos, lamentos, que nos transmiten sobrecogedoras pesadillas del sufrimiento y el dolor sufrido por quienes se mueven entre este mundo y otro muy distinto que desconocemos y que, como tal, nos resulta mucho más espantoso y escalofriante.

Los zombis de Romero no son meros monstruos del saco, sino que el director apunta mucho más alto. Y es precisamente por este motivo que su aportación al género resulta tan genialmente brillante e innovadora. Gracias a la maravillosa aportación en el maquillaje de Tom Savini, los zombis de Romero son criaturas que inspiran lástima, repugnancia, asco y pavor. No es fácil aunar sentimientos y sensaciones tan dispares. Lo fácil, lo predecible, lo tópico, el recurso más sencillo, es lo que podemos ver en 28 Days Later o en el remake de Snyder. Sin desmerecerlas en absoluto, lo cierto es que juegan en ligas completamente diferentes. Mientras que estas últimas convierten al zombi en un espantoso, veloz y letal mensajero del infierno, gracias a frenéticos movimientos de cámara, aparatosos efectos digitales y algún que otro tramposo y previsible golpe de efecto, Romero por el contrario prefiere tomárselo con calma, y enfrentarnos cara a cara con el horror de la muerte sin recurrir a otros trucos que no sean los del maquillaje. Qué lejos han quedado ya los tiempos del terror artesano, en donde la creatividad suplía las carencias de presupuesto. A quién le importa lo ridículos, lo patéticos que puedan parecer los zombis. Al fin y al cabo, no se busca otra cosa que ésa, reflexionar sobre las miserias de la vida y la muerte, y ahondar en nuestros miedos más primarios con una precisión digna de un cirujano. Mientras que el terror en la película de Snyder se basaba en la probabilidad de ser devorado en vida por un muerto viviente, en las películas de Romero todo gira en torno a un miedo más real, al miedo a la muerte y el marchitamiento de la carne, al dolor y el sufrimiento... y ante eso no existe escapatoria alguna.

Por otro lado, y volviendo a diferencias más "externas" en cuanto a la caracterización de los zombis originales y los de la nueva "escuela", no deja de resultar paradójico que ninguno de los muertos vivientes del remake de Dawn of the Dead o 28 Days Later resulta, analizado detenidamente, tan aterrador como los que aparecen en la trilogía original de la mano de Savini, lo cual nos hace reflexionar que, quizás, ése es el motivo por el que necesitan moverse tan rápidamente, porque, vistos con detalle, el trabajo de maquillaje no resulta ni la mitad de convincente, trasgresor y aterrador que en los zombis originales. Al fin y al cabo, ahora parecen obedecer únicamente a un solo propósito, ofrecer sustos fáciles al espectador. Mientras que en un caso el rostro del zombi transmite furia, y violencia, como si se tratasen de enfermos de rabia, en el otro caso la faz del zombi transmite una gama más compleja y rica de distintas sensaciones: es el rostro de quien ha vuelto de la muerte para recordarnos lo patéticas de nuestras miserias y enfrentarnos a nuestros miedos más salvajes e incontrolados, un miedo con ramificaciones físicas (la fragilidad de nuestra carne) y espirituales (la fragilidad de nuestra propia cordura, y la angustia derivada del principio ontológico del horror vacui post-mortem). En definitiva, es el rostro de quien ha vuelto para recordarnos lo que realmente somos, así como también lo que terminaremos siendo, siempre al macabro compás de un plañido infernal.

6) George A. Romero: el terror hecho cine

El legado cinematográfico de George A. Romero no se restringe únicamente a su célebre saga zombi, aunque ésta represente, qué duda cabe, la cúspide cualitativa de su irregular carrera. Entre Night of the Living Dead (1968) y Dawn of the Dead (1978), el director filmó otros títulos igualmente encuadrables en el género del terror, tales como La Estación de las Brujas (Season of the Witch, 1972), Los Crazies (Crazies, 1973) y El Regreso de los Vampiros Vivientes (Martin, 1977), tres de las cuales han sido estrenadas más o menos recientemente en formato DVD en nuestro país, en un muy pobre pack que puede conseguirse en el siguiente enlace:

De ellas, únicamente Martin, pese al absurdo y oportunista título de estreno en España, que busca ridículas analogías con el título de su primera película, merece una atención especial. Y es que quienes esperen encontrar en esta película una revisión de La Noche de los Muertos Vivientes en clave vampírica se llevarán una tremenda desilusión, tan diferentes son una de la otra. Martin supone una muy personal aportación del director al género vampírico, género que aborda con una encomiable sutileza. Original en su concepción y ejecución, la película narra la historia de un joven con una enfermiza adicción por la sangre, interpretado magistralmente por John Amplas. Una de las principales bazas con las que juega esta extraordinaria fábula urbana es el hecho de que en ningún momento se llega a aclarar si el joven está realmente condenado por la maldición del vampirismo o si, por el contrario, su ansia de sangre no es más que el resultado de una inquietante patología mental unida a un profundo desequilibrio emocional. Romero supo ver, varios años antes que Tony Scott con su obra maestra El Ansia (The Hunger, 1983), hasta qué punto necesitaba el género vampírico un enfoque más moderno y urbano que respondiera a los cambios en la sociedad, lejos ya de la imagen estereotipada del vampiro con capa, colmillos, acento centroeuropeo y residente en decadentes palacios, vestigios de épocas ya pasadas. Otro de los aspectos destacables de esta maravilla, responsable en buena parte de la especial atmósfera que se respira durante toda la película, es la interesante y muy jazzística banda sonora de Donald Rubinstein.

En la década de los 80 el director empezó a acusar algunos síntomas de estancamiento creativo, a pesar del éxito que tuvo Creepshow (Creepshow, 1982) y del interesante broche final a su trilogía zombi, si bien en general ninguno de dichos títulos alcanzó el nivel de genialidad de Martin, Night of the Living Dead o Dawn of the Dead. Otros títulos tales como Los Caballeros de la Moto (Knightriders, 1981) y Atracción Diabólica (Monkey Shines, 1988) no hacen sino reforzar esta hipótesis.

La década de los 90 fue aún más paupérrima, no sólo cualitativa, sino también cuantitativamente, con sólo dos aportaciones de escaso interés, por un lado Los Ojos del Diablo (Two Evil Eyes, 1990) y por otro una fallida adaptación de la novela de Stephen King La Mitad Oscura (The Dark Half, 1993), la cual contaba al menos con la música del siempre interesante compositor Christopher Young.

Siete años tuvieron que esperar los fans del cineasta hasta su nueva película, El Rostro de la Venganza (Bruiser, 2000), si bien la expectación surgida cuando se supo que el director volvería a realizar una nueva incursión en el género que lo elevó a las más altas cimas del género del terror pone en evidencia un axioma incuestionable: a la hora de aterrar a las masas con grotescas pesadillas de muertos vivientes pululando por la tierra, no ha habido ni habrá nadie mejor que George A. Romero.

Para saber más sobre el mítico director, se recomienda la lectura de la siguiente obra:

Williams, Tony (2003). The Cinema of George A. Romero. Wallflower Press

7) Valoraciones finales

A modo de conclusión, presentamos una tabla comparativa con las tres primeras películas de la saga zombi más célebre de todos los tiempos.

La Trilogía de los Muertos Vivientes


Historia Terror Gore Valoración global
Excelente Excelente Bueno Excelente
Excelente Excelente Muy bueno Excelente
Bueno Muy bueno Excelente Bueno

Luis Fernando Rodríguez Romero

La Trilogía La Música de los Muertos La Tierra de los Muertos Vivientes

 
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