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Les Choristes

Les Choristes


Título en español : Los chicos del coro
Compositor : Coulais, Bruno
Año : 2004
Distribuidora : WEA
Duración : 38:29

Muy bueno
Tracklist:
  1. Les choristes (01:32)
  2. In memoriam (03:25)
  3. L'arrivée a l’école (01:32)
  4. Pepinot (01:50)
  5. Vois sur ton chemin (02:19)
  6. Les partitions (01:03)
  7. Caresse sur l'océan (02:10)
  8. Lueur d'été (02:02)
  9. Cerf-volant (00:58)
  10. Sous la pluie (01:05)
  11. Compère Guilleri (00:35)
  12. La désillusion (01:22)
  13. La nuit (02:20)
  14. L'incendie (01:23)
  15. L'évocation (01:45)
  16. Les avions en papier (01:28)
  17. Action-réaction (01:45)
  18. Seuls (01:53)
  19. Morhange (01:57)
  20. In memoriam (a capella) (03:19)
  21. Nous sommes de Fond de l'Étang (02:46)

"Los coros infantiles tienen para mí una ubicuidad estupenda en la música de cine"... Jacques Perrin, debió de escuchar a Coulais hacer esta declaración en una entrevista a propósito de su trabajo para la película Nómadas del viento, de la que fue también productor. Decidió entonces poner a prueba el aserto del músico con un reto nada fácil: llevar a la gran pantalla un remake de La cage aux rossingols (1945), película francesa de "serie B" que narra las vicisitudes de un maestro en una escuela conflictiva al fin escaso de la guerra mundial.

Desde su impactante partitura para Microcosmos, Bruno Coulais se ha destacado por acometer precisamente retos difíciles, películas cuyo planteamiento musical marearía al compositor más ducho en la materia. Si el éxito de crítica y público de películas documentales nada comerciales como Himalaya o Nómadas del viento cabe atribuirse a un guión (planteamiento) original, fotografía exquisita y banda sonora rompiente (caracterizada por recursos étnicos muy bien tratados, voces búlgaras, instrumentos con sonoridades inusuales y un pleno dominio de las armonizaciones), Los chicos del coro pasará a los anales como verdadera "flor de la raza Coulais".

Christophe Barratier prescinde en esta película de una fotografía depurada, de un elenco de actores á la page (como anécdota, basta subrayar que el papel de Merhange adulto lo interpreta el propio productor Perrin); incluso de un guión nuevo (utilizó el mismo guión escrito por Georges Chaperot y René Wheeler en 1945).

Descaradamente, la película es una "trampa" puesta por Perrin a Coulais para indagar en qué ocurriría si los coros infantiles, más que una "ubicuidad", se convirtieran en el eje de una película. El éxito de la banda sonora, situada en los primeros puestos de las listas de ventas de toda España durante los tres primeros meses del 2005, contrasta con la penuria en cuanto a cosecha de premios. Puede que los críticos entiendan que la película "trampa" de Barratier no aporta nada nuevo al cine, incluso que la inclusión de coros infantiles en una banda sonora de Coulais tampoco escapa a lo habitual en él. Lo cierto es que pocas películas se han rodado con tan poco presupuesto y han cosechado tanto éxito de taquilla y ventas (a falta aún de la edición en DVD, que se espera ya que sea un éxito rotundo). Para los progenitores de los chicos de este coro, sin embargo, los ingresos merecen una división más justa puesto que, como subrayan, "el éxito es principalmente de los chicos".

Gérard Jugnot, en el papel de Clément Mathieu, el músico frustrado y en paro que accede a dar clase en una escuela de dudosa reputación, no escatima méritos con su actuación, pero los padres aciertan en que las voces de los chicos del coro, aterciopeladas por la música de Coulais, son el ingrediente principal de la película.

La palabra cura, la música más

Para el musicólogo, Los chicos del coro abre una reflexión sobre el poder terapéutico de la música, la orquestación de sensibilidades alrededor de una partitura, una canción. Se trata de una música muy simple, fácil de aprender, pegadiza, repetida además en la película hasta la saciedad. Cuando Beyoncé interpretó "Vois sur ton chemin" en la ceremonia de los Oscar, millones de personas que siguieron en directo la gala debieron de tararear la canción para sus adentros con la sensación de que "hasta yo la hubiera cantado mejor"...

Las letras de las canciones son, además, pura poesía; abundosas en metáforas sobre la dificultad de abrirse paso en la adolescencia dentro de una sociedad rota por las guerras y con una moral labrada en la culpa.

La voz tamizada de Jean-Baptiste Maunier, el chico con quien Coulais ya había trabajado en otras bandas sonoras, sobresale en cada canción con una fuerza desafiante, rompedora.

El arropamiento orquestal de "In memoriam", con reminiscencias mozartianas, hace su autocrítica musical en otro corte del disco interpretado a capella, sólo con voz. Coulais responde así a Perrin; no sólo se puede hacer una banda sonora con coros de niños, sino exclusivamente a base de sus voces.

San Mathieu, el profesor, escribe en la película un "evangelio" musical sobre las líneas del pentagrama. Sus virtudes son la sensibilidad y el descubrimiento de la belleza como una condición frágil. Incapaz de contener a su clase con el método de acción-reacción que predica el corrupto director del Fondo del estanque, Mathieu opta por pasar noches en blanco ideando partituras para sublimar la penosa situación de los muchachos. Su composición como personaje es algo patética, entre la risa y la pena, al modo de Roberto Begnini con La vida es bella; pero descubre en la música su fuerza seductora, arrolladoramente eficaz. Puede que él no triunfe; pero su música, sí.

Un crítico galo escribía, a propósito de esta película, que contemplarla sin su música sería como representar a Romeo sin su Julieta.

Cuesta encontrar otra banda sonora tan peculiarmente original... No se trata ni siquiera de una película: quien quiera escuchar a los chicos del coro cantando en directo puede hacerlo en Bayeux (Francia), en el marco de un típico restaurante al que el propio Bruno Coulais acude a menudo para saciar sus apetitos.

Lo Mejor: "Caresse sur l’océan". Cuesta escuchar esta canción sin evocar mentalmente el poema C’est Quoi l’eternité?, de Arthur Rimbaud.

Lo Peor: El disco en su conjunto está editado al estilo de un experimento de laboratorio. Se echa en falta una ordenación más sucinta de los temas, un mejor enlace en las canciones y sacar un mejor partido a las partituras orquestales.

El Momento: "La nuit". Esta canción no es de Coulais, sino de Jean Philippe Rameau. Con ella, Mathieu debe poner a prueba sus chicos del coro ante una presunta mecenas y a fin de conseguir una fuente de inversión para el centro educativo. Morhange, fiel a su espíritu de rebeldía, decide no tomar parte en la canción, que empieza sin su voz. Escondido tras una columna, el chaval espía el sudor frío de su profesor, dirigiendo un coro que, sin la voz de él, pasaría por ser poco menos que correcto... De pronto, se apiada del maestro y decide entrar en el coro sin aviso. La canción se transforma con su voz, como un día nublado bajo un haz espontáneo de luz de sol.

Jordi Montaner

 
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