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Lionheart

Lionheart


Título en español : Lionheart, el Luchador
Compositor : Scott, John
Año : 1990
Distribuidora : Intrada
Duración : 63:58

Bueno
Tracklist:
  1. North Africa (7:20)
    1. The Burn
    2. North Africa
  2. The Voyage (3:11)
  3. New York Streets (2:53)
  4. Meet The Lady (3:55)
  5. Joshua and Lyon (1:45)
  6. The Wrong Hood (1:31)
  7. The Big Orange (0:57)
  8. Lyon's Grief (2:37)
  9. Partners (0:47)
  10. The lady's Apartment (3:29)
  11. Dating The Lady (3:31)
  12. Fighting The Scot (4:14)
  13. Helping Hand (1:27)
  14. Nicole (2:38)
  15. Fighting The Brazilian (3:06)
  16. The Foreign Legion (3:14)
  17. Attila The Killa (1:04)
  18. The Wrong Bet (9:06)
  19. Farewell (2:07)
  20. Freedom For Lyon (0:54)
  21. Lionheart (4:12)

No, no se trata de esa crónica de epopeyas sobre la vida de Ricardo, Corazón de León, con la que Goldsmith ponía el broche de oro final a su larga y siempre sugerente colaboración con Shaffner sino, más bien, de una a priori poco prometedora película de luchas clandestinas que, a la postre, notables resultados acababa obteniendo en el plano musical.

Enfrentado a la ardua tarea de aportar alicientes sonoros a la historia de Lyon Gautier (van Damme), desertor de la Legión Extranjera en tránsito a EEUU con la intención de vengar la muerte de su hermano y ayudar a la familia de éste, John Scott lograba salir airoso de la experiencia con una atípica apuesta en pro de un estilo marcadamente ecléctico. Manteniéndose, en gran medida, apartado de sonoridades de tintes más clásicos, el compositor optó por construir una partitura de claro sabor urbano, en un deliberado guiño al espíritu cosmopolita y variopinto de la ciudad de acogida inicial de Lyon: Nueva York.

Situándonos en el punto de inflexión moral de Lyon, North Africa abre la edición discográfica articulándose en torno a dos bloques contextuales diferentes: a.) The Burn y b.) North Africa. La primera parte nos expone tímidamente frente a lo que luego vendrá a ser la sección inicial del tema principal de Lionheart, apoyándose Scott en el significativo uso del saxofón para abandonarlo, pronto, en favor de un mayor protagonismo de los metales y la percusión. Son éstos, pasajes cargados de acción en los que la orquesta, en conjunto, soporta el peso narrativo. La segunda, caracterizada por ecos que nos recuerdan al Goldsmith de Patton ó de El Viento y el León, nos devuelve a territorio africano recuperando sonidos enraizados con la música popular de los pueblos árabes.

El dramatismo del viaje hacia el Nuevo Mundo y, al tiempo, las esperanzas de una vida mejor se entrelazan al hilo de The Voyage. Ésta es, a su vez, una de las pocas piezas en las que Scott emplea a la formación orquestal y, en especial la sección de cuerdas, de manera exclusiva.

Con New York Streets se produce el cambio definitivo de tono, dándose prioridad al juego jazzistico del bajo, trompeta, saxo, percusión y teclado que va a predominar a lo largo de los cortes siguientes tales como, por ejemplo, The Lady o Joshua and Lyon, momentos clave para la introducción de Lyon en el mundo de los club de lucha.

De ahí en adelante y hasta prácticamente el ecuador de la partitura, todo gira en torno a la finalización del tema central de Lionheart, siendo reelaboradas esas cuatro notas introducidas ya al principio, en forma de sendas variaciones y subtemas. Todo ello, con el objeto de servir de vehículo a la exploración del estado de ánimo de Lyon en su “cruzada” personal por hallar a la familia de su hermano.

Mención aparte merezca, quizás, el corte Dating the Lady, un curioso tema de sonoridades inicialmente contemporáneas, que parece luego inspirarse en la música del Renacimiento para, finalmente, desembocar en un poético pasaje musical, verdadero tema de amor de la partitura.

Nicole supone la conclusión definitiva del tema de Lionheart, perfilándose como complemento perfecto a la primera sección al aportar una nueva melodía en la que el punteo de cuerdas resulta destacable. De nuevo, conforme al esquema anterior, esta sección es reintroducida una y otra vez con sendas variantes, a modo de avance de lo que será el encuentro final del personaje. De ello dan cumplida cuenta cortes como The Foreign Legion o The Wrong Bet, este último, por cierto, nuevo punto de inflexión de la narrativa musical de Scott que vuelve a experimentar un cambio, casi definitivo, en favor del sinfonismo.

Cerrando la edición discográfica y la película, Lionheart integra ambas mitades del tema principal, dando plena cohesión a un corte épico, de marcada fortaleza, que evidencia la capacidad de John Scott para componer música memorable.

A título de curiosidad, cabría señalar la original dedicatoria de John Scott a los productores y al director. Aparentemente, ambos dejaron que escribiese y grabase la partitura con total libertad, a pesar de sus “repetidos intentos por mostrarles sus ideas al piano lo cual, por su condición de mal pianista, únicamente podía significar infundir los más profundos temores y dudas en quienes le escuchasen”.

Lo mejor: Lo original y atrevido de un planteamiento alejado de los cánones imperantes en aquel entonces.

Lo peor: La falta de cohesión de la que, en ocasiones, adolece la partitura por lo arriesgado de la propuesta.

El momento: Lionheart.

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