Tracklist:
- For Love of a Poet (Overture) (05:24)
- Main Title (03:16)
- Ricardo's Theme (00:59)
- Trapped inside my Memories (01:02)
- I Want to feel your Work (01:36)
- A Thunderstorm is Brewing (03:11)
- Elegy for Jorge (02:04)
- Blood of a Poet (03:31)
- Marie Eugenia's Theme (00:56)
- The Crumbling Sound of Daisies (01:41)
- A Coffin of Wheels was his Bed (01:24)
- I Invented some wings for Flying (02:31)
- I Sing his Elegance (03:09)
- Five in the Shadow of the Afternoon (01:38)
- Five by all Clocks in the Afternoon (03:16)
- Butterfly of your Kiss (02:32)
- Death Calling (02:23)
- Where is my Moon ? (Lorca Elegy) (03:54)
- Federico Garcia Lorca Orchestral Suite (10:40)
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A
la hora de justificar la calidad de una banda sonora caemos con más
frecuencia de la deseable en un tópico: La adecuada conjunción
de la música con la imagen. Con eso nos basta, algo asumible por
cuanto la música cinematográfica es música aplicada.
Afortunadamente, cada cierto tiempo ve la luz una obra con méritos
suficientes en lo musical como para no tener que agarrarnos al mencionado
tópico.
Muerte
en Granada es una película que pasó sin pena ni gloria
por los cines y el posterior mercado videográfico. Sobre el papel
no es sino una película de intriga, que emplea la figura de Federico
García Lorca como un trasfondo exótico sobre el cual desplegar
una trama conspiratoria en la cual un joven periodista regresa a su
España natal en el periodo de posguerra para tratar de descubrir
las verdaderas circunstancias que rodearon la muerte del poeta. En este
sentido, el planteamiento recuerda más al de Amadeus, por la
evidente carga de ficción inserta en la historia, que a una biografía
sobre el artista.
La película
está rodada con firme pulso narrativo, entremezclando las escenas
en pasado del propio poeta -representado por Andy García- con
las diferentes pesquisas del protagonista, todo ello en un entorno sugerente
como es la ciudad de Granada y alrededores. Sin tener grandes aspiraciones
comerciales, cierto es también que no merecía el olvido
al que ha quedado relegada la cinta, a pesar del escaso interés
de los personajes secundarios y la limitada capacidad dramática
de los intérpretes.
No
es la primera vez -ni será la última- que una película
arrastra en su pésima carrera comercial a una buena banda sonora.
Mark McKenzie es todo un veterano en labores de orquestación;
valgan como muestras sus aportaciones para Jerry Goldsmith, Danny Elfman
o Bruce Broughton. Pocos son los músicos que, habiendo comenzado
su carrera en el cine como orquestadores u otras labores auxiliares,
consiguen ascender al status de compositor. Si nos atenemos
a algunos casos como los de Shirley Walker, Steve Bartek o William Ross,
tal vez sea porque no son artistas con la suficiente capacidad creativa
como para satisfacer los requisitos de una película completa,
lo cual no quita para que sean excelentes profesionales en su terreno
y sepan sacar lo mejor del trabajo de los compositores para los que
trabajan.
Escuchando
trabajos como el presente, estamos ante la excepción a la regla
(asumiendo la validez de dicha regla). McKenzie controla sin titubeos
el ritmo narrativo y amolda su música al devenir de los acontecimientos;
es capaz de aquilatar la música a los tempos propios de un thriller
-a thunderstorm is brewing; five by all clocks in the afternoon- y luego
crear unas melodías de intensa belleza con el mismo material
temático -Butterfly of your kiss, where is my moon?-.
Muerte en Granada se articula sobre un tema central -la elegía
de Lorca- que es el alma musical de la película: Una cautivadora
melodía en modo menor, melancólica y arrebatadora, que
crece y crece hasta un éxtasis de cuerdas que lloran por la muerte
del genio. Pocas veces se tiene la oportunidad de ver una música
que exprime hasta el límite la capacidad conmovedora de una buena
sección de violines. Otra de las propiedades del tema principal
es su capacidad de metamorfosis y aquí entra en juego las dotes
orquestales de McKenzie. El levantamiento del ejército en Granada
o la persecución final en la plaza de toros son buenos ejemplos
en los que el tema de Lorca se integra con frenéticos acompañamientos
rítmicos.
El
contrapunto lo encontramos en otro tema -me resisto a calificarlo de
secundario-: El tema de Roberto, el protagonista que, siendo niño,
quedó cautivado junto a sus amigos por los versos y las representaciones
de Lorca. Es una melodía llena de recuerdos como la de Lorca,
pero con un regusto más dulce, reflejo de la etapa infantil del
ahora aventurado periodista. Es un motivo que se mimetiza a la perfección
con el principal, como así ocurre en la magnífica suite
que cierra el disco y que engloba estos y otros temas añadidos.
Queda
por reseñar el tema de la muerte, de fuertes raíces andaluzas.
McKenzie recurre a un cantaor flamenco, Manolo Segura, evitando el tópico
del flamenco más universal -bulerías o seguidillas- y
creando ambos un quejío asaetado como si se tratara
del lamento de todos los que lloraron y todavía lloran la pérdida
prematura del poeta por el afán de poder y la sinrazón.
Al
comienzo de la reseña hice mención a la conjunción
entre música e imagen y la banda sonora de Muerte en Granada
también ofrece buenos momentos en ese aspecto. La interrelación
entre los diferentes motivos principales es un elemento a tener en cuenta.
Durante el primer acto de la película los temas más oscuros,
relacionados con el ejército y la propia guerra en ciernes, o
el propio lamento flamenco interrumpen en varias ocasiones los temas
de Lorca y Ricardo, mucho más líricos pero por ello también
más frágiles, y en los cuales queda expuesta la fascinación
de los jóvenes por la obra de Lorca.
Tal vez
la desviación desde la figura de Lorca hacia las intrigas de
los protagonistas que experimenta la narración conforme avanza
la película sea el motivo del fracaso que sufrió esta
película. Quien pretenda conocer más de la vida de Lorca
o de su propia obra no debe poner sus expectativas en ella, más
teniendo en cuenta que las conclusiones finales sobre la muerte del
poeta son de lo más rebuscadas, buscando el golpe de efecto antes
que la veracidad histórica.
En el plano
musical, es un disco de lo más recomendable, acertado en su duración,
distribución y con pocos fragmentos puramente incidentales, algo
difícil de conseguir en este género musical que es la
música cinematográfica.
Lo
mejor: La elegía de Lorca; una melodía que merece
figurar por méritos propios entre las más conmovedoras
que jamás se hayan compuesto para una película.
Lo
peor: El relativo desconocimiento en el cual permanece esta
banda sonora, cuya única culpa es la de no haber sido compuesta
por Williams, Horner o Goldsmith.
El
momento: Sin duda alguna, la maravillosa suite de concierto
que cierra el disco. En la película, el prólogo: Un entrelazado
de imágenes de la guerra civil con Lorca desaforado recitando
sus versos en un calabozo, y el empleo de ambos temas, el de Lorca y
el de la muerte.
Ignacio Perez
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