One-Eyed Jacks

Título en España: El rostro impenetrable
Compositor: Friedhofer, Hugo
Año: 1961
Distribuidora: Kritzerland (2010)
Duración: 48:15 (CD1), 75:31 (CD2)

Sobre la sorprendente producción

Western conocido principalmente por tratarse de la única película que dirigió el inolvidable Marlon Brando, y cuya producción respondía básicamente a la necesidad de que la productora del actor, Pennebaker Inc., realizara de hecho alguna película para no despertar el recelo de la autoridad económica como simple instrumento fiscal para su propietario.

Para conocer otros interesantísimos detalles de la producción recomiendo leer las notas de Nick Redman para la carátula de esta edición discográfica y que no tienen desperdicio. Sólo diré aquí que se utilizó como origen la novela The Authentic Death of Hendry Jones de Charles Neider, y que en la confección del guión se recurrió inicialmente a nombres como Sam Peckinpah o Stanley Kubrick, pensándose además que éste último podría también dirigirla. Lo que hicieran no pasó el filtro Brando y después de varios meses de retrasos el actor decidió dirigir un guión a cargo de Guy Trosper y Calder Willingham; guión que por lo visto, muy poca relación tenía ya con la novela original.

Aunque Brando era también la estrella absoluta otros actores reconocidos aportaban su valía, como Karl Malden (a quien se le pagó durante meses sin que trabajara para evitar perder su participación), Kathy Jurado, Ben Johnson o Slim Pickens. El rodaje resultó tan eterno como la preproducción, y Brando improvisaba rodando tanto material que la edición resultó una labor colosal llegando incluso a existir un montaje provisional que duraba casi cinco horas. La Paramount tuvo que coger las riendas acortando la duración y rodando un nuevo final menos trágico que el ofrecido por Brando. El resultado fue un film carísimo e irregular que no podía tener críticas positivas ni de sus propios creadores.

Sinopsis

Sonora, Méjico, 1880. Después de atracar un banco, Dad Longworth (Malden) y el joven conquistador Río (Brando) son perseguidos por los rurales hasta una colina donde se verán acorralados. Con una estratagema Río permite a su amigo Dad que huya en busca de ayuda mientras él se queda a contener a los rurales, pero Dad le traiciona huyendo con el dinero y provocando que su socio acabe en la prisión de Sonora.

Cinco años después Río consigue fugarse de la cárcel y movido por la sed de venganza emprende la búsqueda de Dad, hasta descubrir que éste ha conseguido ocultar su pasado delictivo convirtiéndose en el sheriff de Monterrey. Tras un tenso reencuentro entre ambos aparentemente retoman su amistad, pero Río pretende esperar el momento oportuno para ajustar cuentas, y lo hace seduciendo a Louisa (Pina Pellicer), la inocente hijastra de Dad.

A raíz de un altercado en un bar, Dad azota públicamente a Río y le destroza la mano, expulsándolo del pueblo y obligándolo a ocultarse en una cercana localidad costera. A partir de entonces la lenta recuperación del protagonista se combinará con su renovado deseo de venganza, sus confusos sentimientos hacia Louisa y la impaciencia de sus nuevos socios por asaltar el banco de Monterrey. Todo ello precipitará al inevitable enfrentamiento entre Río y Dad y una romántica despedida con promesa de retorno.

La música de Hugo Friedhofer

Según hace constar Nick Redman en sus notas para este CD, no se sabe hoy el motivo por el que se recurrió a Hugo Friedhofer para esta producción, pero bien pudiera haber tenido algo que ver que fuera el compositor de la anterior película de Marlon Brando, The Young Lions (El baile de los malditos) y por cuya labor había obtenido una candidatura al Oscar.

Lo cierto es que este compositor, que nunca obtuvo el reconocimiento popular que por su calidad y capacidad de trabajo se merecía, contó siempre con el respeto de sus colegas de profesión y es muy apreciado por los aficionados gracias a trabajos como La sirena y el delfín (1957), El baile de los malditos (1958), El vengador sin piedad (1958) y sobre todo por Los mejores años de nuestra vida (1946), la obra que le reportó el Oscar a la Mejor Banda Sonora. Como digo su nombre no ha llegado tan lejos como los de Steiner, Newman o Herrmann, pero es sinónimo de calidad y en El rostro impenetrable actuó tan eficazmente como siempre. Lamentablemente se llevó un buen disgusto cuando comprobó que habían alterado su material en los últimos montajes antes del estreno.

Además debió ser complicado encontrarse con una película azotada por los problemas de producción, cuyo irregular resultado final no produce más que cierta mezcla de sentimientos. Personalmente empecé a ver un western muy correcto que enseguida derivaba hacia el protagonismo absoluto de su estrella, es cierto, centrado además en su lógica búsqueda de venganza y que hacía prometer un gran desenlace lleno de emoción, acción, quizás tragedia… Pero ya en su segunda mitad el personaje de Río (Brando) me parece absolutamente perdido, confuso entre acometer su venganza, posponerla o ejecutarla a través de la hijastra de su antiguo amigo y ahora sheriff. Transcurre buena parte de la película recuperándose de la paliza, melancólico, pensativo, filosófico, para desesperación de sus secuaces ansiosos por pasar a la acción… y del espectador. Y precisamente esa melancolía y la presencia de la joven Louisa hacen que la partitura derive hacia el terreno romántico, con temas espléndidos que nos trasladan directamente al melodrama clásico de Hollywood.

Algunos temas destacados: acción y romanticismo

En realidad no nos hallamos ante una película con muchas secuencias de acción, pero hay varios momentos dignos de disfrute para el amante de la banda sonora, los principales en la primera parte. El corte “Pursued by Rurales” posiblemente sea el más enérgico, y se escucha cuando Río y Dad cabalgan perseguidos por la autoridad mejicana; trepidante sucesión de trompetas se alterna con vibrante percusión en un tema magnífico que en la película queda tristemente ahogado por los efectos de sonido.

Pero si hay momento grandioso es esta partitura es el llamado “Betrayal and Capture”, cuando un traicionado Río se ve acorralado en lo alto de la colina, abandonado por su amigo y rodeado de Rurales; son demasiados y decide arrojar sus armas al suelo y rendirse; qué momento tan crucial que Friedhofer dota de la solemnidad y grandiosidad adecuadas. Por su rotundidad uno podría pensar que el tema corresponde al desenlace de la historia, pero sólo es la captura del protagonista.

Menos vistoso que los anteriores pero digno de mención es “Dad’s True Colors”, tonos oscuros y graves con piano y percusión para el instante en que Dad muestra sus cartas, rodeando a Río con sus hombres y desarmándole para darle “un escarmiento que nunca olvidará” a la vista de todo el pueblo. Curiosamente el escarmiento en sí no tiene música: el sonido del látigo habla por sí solo.

Pero como hemos dicho en esta banda sonora predomina el tono romántico y melancólico; todos los encuentros entre Río y Louisa son envueltos en un ensoñador manto musical en cortes como “Louisa in Love”, “The Seduction”, “Gentle Visitor”, “Confession of Love” y otros. La melodía, que retoma con dulzura el tema principal de los créditos, es cautivadora y como tema de amor podría encajar en cualquier otro género cinematográfico. Al final impregna al oyente de tal manera que nos queda claro encontrarnos ante un drama romántico antes que ante un western.

Las ediciones discográficas

Como en tantas otras ocasiones con los clásicos, lógicamente primero fue el LP en 1961, promovido además por el propio Friedhofer quien defraudado por la mezcla sonora final lo consideraba la mejor forma de dar a conocer lo que había concebido para la película. Hace unos años el mismo contenido del LP se editó en CD bajo el sello Tsunami, al que siempre se le agradeció el esfuerzo en sus ediciones aunque el sonido casi siempre era mejorable.

La edición que comentamos de Kritzerland se edita en 2010 con una tirada limitada de 1.200 ejemplares y doble CD, el primero recogiendo aquel mismo primer disco aunque se le añaden dos bonus tracks, el más interesante un tema principal alternativo que resulta asombrosamente inspirado en el tema inicial de Jerome Moross para Horizontes de grandeza (1958); en serio, no se lo pierdan. El otro bonus es el tema final con algunas variantes.

El segundo CD recoge la partitura completa de la película, que por supuesto no se recoge en su totalidad en el montaje final. Ahí sí tenemos el legado completo de Friedhofer para este film.

Lo que no comprendo es cómo una edición de estas características, dirigida a los coleccionistas de clásicos y en teoría confeccionada por personas que conocen nuestras preferencias, omite información tan simple pero muy agradecida como son las duraciones de los temas, datos que te permiten situarte mucho mejor en la trama y su desarrollo cuando lo estás disfrutando. Menos mal que al menos la carátula incluye las notas a cargo de Nick Redman.

Lo mejor: El envolvente tema de amor para Río y Louisa, que cuando te captura aparece en tu mente cuando menos lo esperas, lirismo cautivador del mejor Hollywood clásico.

Lo peor: El segundo CD (una hora y cuarto de música) recoge algunos temas intrascendentes, pero si nos los tuviéramos… ¡nos quejaríamos por no tener el score completo!

El momento: la acción trepidante de “Pursued by Rurales”, pura energía, electrizante. Y la solemnidad en la captura de Río por los Rurales en “Betrayal and Capture”. Mejor la música que la escena en sí.

Heriberto Navarro