Tracklist:
- Créditos inicio (1:38) *
- Pena Trevinca (1:20) *
- ¿Bañámonos? (1:13) *
- Martino olla a Raquel (0:29)
- Nofaría (0:45)
- A min gústasme tu (0:42)
- Martiño descobre as clases (1:18)
- Pulseiras (1:35) *
- O Anoxo de Martiño (1:10) *
- Gústache Raquell (1:33)
- Martiño érguese de supetó (0:26)
- Martiño decide ir (1:03)
- Hai algo que deberías saber (0:43)
- Se atopan louxa vaise todo ao carallo (2:27)
- Tu marchas para Barcelona (3:01) *
- Asina (2:26) *
- Subimos a Pradolongo (0:41)
- Vai facer arquitectura a Barcelona (1:07)
- Raquel quere a Martiño (1:08) *
- Quen Puidera Namorala (4:42) *
- Créditos finais (4:10) *
* Los mejores tracks
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Miguel Ángel, Naturaleza y Arte (y amor)
"Cuando visité la Capilla Sixtina lo que más me impresionó fue cómo Miguel Ángel introdujo la Naturaleza en el Arte. A pesar del tiempo que ha pasado su obra continúa siendo un enigma. Tanto desde el punto de vista técnico como creativo." Madre: "Ningún otro artista supo..." Raquel: "... Naturaleza... en el Arte"
En esta escena clave para el desarrollo de la trama que se nos narra en el film, una serie de conceptos que han ido mostrándosenos a lo largo de la historia, tienen su punto de confluencia. El contraste, la aparente incongruencia entre el mundo rural y el medio agrícola y ganadero, con la vida en una gran ciudad, con el progreso, ejemplificado en una explotación de pizarra por parte de una compañía en crecimiento exponencial, que acabará con la tradición frente a la modernidad más intrusiva, alargando sus tentáculos sobre ilusiones de prosperidad, para cercenar éstas en busca de un mayor crecimiento industrial, que significará lamentablemente el fin de un medio de vida para un pequeño pueblo gallego y sus habitantes, que deberán adaptarse a un nuevo estado de las cosas. ¿Qué será de su forma de vida, sustituida ahora por cantidades ingentes de dinero?, ¿no ejercerá la nostalgia una dolorosa sombra sobre un modo de vida unido al terruño, al perder ya éste por una prosperidad económica quizá engañosa, que ya no les permitirá ser los mismos nunca más?.
Todas estas disquisiciones sirvan para explicar el verdadero quid de la historia, el aprendizaje vital de un adolescente, que se debe a su familia, y que intenta luchar por un futuro para ésta, sin vender su alma en el camino, a pesar de que sus esfuerzos sean baldíos, conociendo al final, que el sendero puede ser esquivo, pero que lo importante es lo que hemos aprendido en el viaje, y cómo éste nos cambió. Aderezado todo ello por una sencilla, pero emotiva historia de amor, rebosante de silencios llenos de aquello que no se dice pero bulle en la mirada, de palabras que anhelan decir más y desean ser interpretadas en aquello que no dicen, y de hormonas poéticas, que sueñan con la felicidad de la pasión, sin atreverse a lanzarse en su busca.
No obstante, y una de las cosas que amamos de las películas, porque no suelen suceder en la realidad, finalmente, el objeto de los desvelos románticos, se dará cumplida cuenta en última instancia, gracias a las palabras que encabezan estos párrafos, de que detrás de un comportamiento huraño, displicente y cambiante, en quien sólo había tenido en el pasado ojos para ella, hervía un amor fuerte, hermoso, honesto, que no se atrevía a revelar al mundo su condición. Y a pesar del fin de un mundo, de una zona agrícola y ganadera, que se transformaría ya para siempre en otra cosa, para jamás volver atrás, a pesar de que un lugar llamado Pradolongo, ya nunca existiría sino en los recuerdos y los corazones henchidos de vitalidad de dos adolescentes enamorados y por fin correspondidos, y un amigo que los traicionó, a él, y engañó, a ella, y al final no consiguió sino unirlos, el amor, en su forma más inocente, una vez más, sobreviviría.
Y en medio, una lección de vida, cómo el arte y la Naturaleza pueden convivir, y demostrar su compatibilidad a través de las obras de un genio como Miguel Ángel, que nos muestra, que aunque nos empeñemos en no aprender de las enseñanzas de nuestro pasado, la belleza, como dijera el poeta, siempre perdurará en nuestro recuerdo, y podremos recurrir a ella para que nos sirva de guía.
Y aunque ya hayamos dejado atrás la época de la gloria en las flores y el esplendor en la hierba (que me perdone William Wordsworth por el plagio), ya nunca olvidaremos aquellos días, aquellas tardes de verano, aquellos paseos, aquellas zambullidas en el lago, en un lugar llamado Pradolongo, por muchos años que pasen, por muchas vivencias que experimentemos...
Una lección de vida, un aprendizaje vital, cuando el amor lo puede todo
"Tú hiciste lo que tenías que hacer. Pero a veces la vida nos lleva adonde no queremos ir. Es como la raíz que encuentra una piedra en el camino, no puede atravesarla, y tiene que dar un rodeo, pero seguirá creciendo, que es lo que importa.
Si de verdad deseas algo en la vida, tendrás que luchar fuerte para conseguirlo. No hay otro remedio..."
Sabias, muy sabias palabras, pronunciadas por una persona que ha dado al mundo todo cuanto éste le ha pedido, ya está de regreso en el tortuoso camino de la vida, y su mayor deseo, es que su herencia, su hijo, aprenda y crezca como persona, crezca a través de las experiencias, saque la mejor lección de ellas, incluso en la derrota, porque de las mayores derrotas surgieron las más bellas victorias.
Y como ese padre que siempre está detrás, en la sombra cuidando de la evolución de sus retoños, en Pradolongo tenemos la partitura musical de una recién llegada llena de talento y una exquisita sensibilidad musical para acompañar una historia, dotar de emoción a las miradas, sentir como propios los sentimientos de los personajes, e imbuirnos del aroma, del sabor, y de la belleza de una tierra gallega, a la que, tras asistir a la proyección de Pradolongo, nos sentimos un poco más cerca. Su nombre Zeltia Montes.
Zeltia crea una partitura sobria y pautada, para pocos instrumentos, pero siempre otorgando gran importancia al desarrollo melódico, y logrando una composición tonal de profundas raíces gallegas. Los solos de instrumentos se van sucediendo, dedicando un instante de lucimiento a cada uno de ellos, desde la flauta en su tema inicial, "Créditos inicio", pasando por la guitarra, "Martiño descobre as clases", o las gaitas, "Pena Trevinca", las cuerdas, con un tono muy John Barry, "Notaría" o "Asina", o la combinación de los anteriores más arpa y zanfona a lo largo del resto de la composición.
Encontramos momentos bucólicos para realzar el aspecto mágico con que los protagonistas ven el mundo en el que se han criado y su lugar especial, Pradolongo, "Creditos inicio", "Pena Trevinca" (que me recuerda al mejor Christopher Young de obras como The Country Bears o The Shipping News), "¿Bañámonos?", o "Martiño Olla a Raquel", con su breve y emotiva rendición al tema central, o el lirismo a través del contenido fraseo de las notas, en temas como "O Anoxo de Martiño", o "Pulseiras", en un momento clave del relato, que la compositora sortea sin caer en la cursilería, y logrando un momento de gran belleza con una economía de recursos remarcable, basado en unos pocos instrumentos logra transmitir emociones que en muchas ocasiones echas de menos en grandes piezas orquestales de abrumadora magnitud.
Los temas y leit-motifs de Pradolongo, de la amistad entre los protagonistas, de los sentimientos de Martiño por Raquel, no por ocultos menos visibles ("Gustache Raquel"), de la traición de una amistad frágil ("Hai algo que deberías saber"), a través de las notas más graves de la guitarra acústica, sin embargo sólo son el preámbulo que da paso a la última parte de la partitura, donde los personajes toman sus decisiones finales, y la música nos sirve para entender éstas, más allá de palabras o de las explicaciones.
Ejemplar es la conversación musical que Zeltia nos ofrece para acompañar otra conversación, aquella en la que los protagonistas se comienzan a abrir el uno al otro, y dejan ver siquiera un retazo de lo que les bulle en su interior, "Tu marchas para Barcelona", antes de llevarnos en volandas al clímax en tres temas de límpida orquestación y sentimientos a flor de piel, "Raquel quere a Martiño", dejando entrever que la felicidad está al alcance de la mano(con una aceleración del tempo en el leit-motif de Pradolongo), una vez disipadas las dudas, la preciosa canción, "Quen puidera namorala", que acompaña al clímax, culminando la película, con un plano del lugar idílico que da título a la misma y a esta composición, quedando en nuestra memoria, al igual que en la de los personajes, antes de que desaparezca para siempre, tragado por el progreso. Y en esos instantes, los "Créditos finais" nos arropan con una Suite recopilatoria de la obra que nos va abandonando en un estado semi hipnótico sintiendo ya nostalgia ante lo que hemos visto, de un mundo, que no debe ser olvidado, aunque crezcamos, abandonemos los lugares donde nos criamos, evolucionemos, como Peter Pan, siempre deberemos guardar un rinconcito en nuestros corazones para nuestro País de Nunca Jamás Particular, para el Pradolongo de cada uno de nosotros.
Madre: ¿Adónde va Raquel?. Padre: A buscar a Martiño a Pradolongo. Como hacías tú cuando éramos jóvenes.
Jerry Goldsmith y Zeltia Montes
Ganadora en la tercera edición de los Premios Jerry Goldsmith para Creadores Noveles de Música para el Medio Audiovisual, durante el IV Congreso Internacional de Música de Cine Ciudad de Úbeda, en la categoría de Mejor Partitura en Formato de Larga Duración, y obteniendo el Jerry a Mejor Compositor Novel del año 2008, Zeltia Montes, ponía la rúbrica, y además con trazo firme y sello inmejorable a su primer trabajo para un largometraje. Y éste no iba a venir solo, tras el éxito a nivel de Premios de la producción, a los galardones a su compositora hay que sumar el Premio Ciudad de San Sebastián durante la 56 Edición del Festival de Cine Donostiarra, o el Premio Especial en la XIII Edición del Festival de Cine Internacional de Orense.
Y ya en el año 2009, la serie de Tv, EL Camino del Cid, Lobos, o el film en producción The Storyteller, nos irán dejando nuevas perlas de esta prometedora compositora a los aficionados que nos vayamos acercando a ella y a su trabajo en el futuro, un futuro, que como decía el protagonista de Dragonheart, el entrañable Draco, sólo tendrá un límite, cuando más allá del firmamento, alcance, las estrellas.
En el nuevo nido del viento hay una paloma dorada, ¿Quién pudiera enamorarla?, ¿quién pudiera enamorarla, mi amigo?
Lo mejor: El talento para la melodía, la capacidad de emocionar de la composición, su lirismo y sencillez, que no simpleza, y la extrema sensibilidad que demuestra su construcción dramática, consiguiendo que la música llegue más allá de las imágenes, alcanzando ese lugar en el que una historia, una partitura, una creación, empieza a formar ya parte de nosotros, y como a los protagonistas de Pradolongo, nos acompañe ya, siempre.
Lo peor: Nada, pero si hay que decir algo aquí, la brevedad de la partitura, una media hora que pasa en un suspiro, y que deja con ganas de conocer la evolución de su autora en nuevos proyectos futuros.
El momento: Cómo la música nos logra transmitir los sentimientos de los personajes, sin necesidad de que éstos nos hagan partícipes de los mismos, en dos temas tan diferentes como “Tú marchas para Barcelona” y el Barryniano “Asina”, y la conclusión final, con la bellísima canción “Quen puidera namorala” que nos conduce al lírico clímax que culmina la historia.
Asier G. Senarriaga
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