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Predators

Predators


Compositores: Debney, John
Año: 2010
Distribuidora: Lalaland Records por Amazon.
Duración: 68:37

 
Muy Buena
Tracklist:
  1. Free Fall* (3:06)
  2. Single Shooter (02:08)
  3. This Is Hell (04:10)
  4. Cages/ Trip-Wire (03:51)
  5. Not Of This Earth* (02:50)
  6. Hound Attack * (04:08)
  7. We Run We Die* (04:39)
  8. Predator Attack * (01:46)
  9. Meet Mr. Black* (01:15)
  10. They See Our Traps (02:26)
  11. Over Here (02:24)
  12. Smoke (02:38)
  13. Nikolai Blows (02:10)
  14. Stan’s Last Stand (01:49)
  15. Hanzo’s Last Stand* (03:08))
  16. Leg Trap (02:22)
  17. Take Me To The Ship (02:04)
  18. Edwin And Isabelle Captured (01:33)
  19. Predator Fight, Royce Runs* (03:15)
  20. Twisted Edwin/ Royce Returns (03:25)
  21. She’s Paralyzed* (06:05)
  22. Royce Vs. Predator* (02:39)
  23. Let’s Get Off This Planet* (03:01)
  24. Theme From Predator* (01:45)
*Mejores temas.

1.- Predator. (pre-déi-too)

Especie alienígena de la que se desconoce mayor detalle salvo su afición exacerbada a la caza de diversas especies por varios planetas y la coloración verde-fosforito de su sangre. Creado por los guionistas Jim & John Thomas, debuta en el cine en 1987 de la mano del gran director John McTiernan, y enfrentándose nada menos que a los duros Arnold Schwarzenegger y Carl Weathers en la selva sudamericana. En la secuela de 1990, dirigida por Stephen Hopkins, la caza se traslada a la jungla urbana, con Danny Glover intentando mediar en el pequeño desastre –aunque un desastre simpático- que es el film. En ambas ocasiones, una de las colaboraciones más brillantes es la del compositor Alan Silvestri, que creó un potente y férreo tema principal, que grita acción por los cuatro costados, verdaderamente extraordinario, que se encuentra entre lo mejor de la ilustre carrera del músico estadounidense. El Predator ha conocido encarnaciones posteriores, emparejado con su primo lejano, el Alien en dos films tan irregulares como entretenidos; Alien Vs. Predator, de Paul W. Anderson y Alien Vs. Predator: Requiem de los hermanos Strause. Ninguna de las dos contó con los servicios de Alan Silvestri, encargándose de poner música a la primera el anodino Harald Kloser y de la segunda el efectivo Brian Tyler, aportando un festival de partitura, divertidísima, que aunque no usaba ningún motivo de los diversos scores de los films de ambas sagas, si contenía múltiples referencias a los estilos de composición no sólo de Alan Silvestri, sino también de Jerry Goldsmith, James Horner, Elliot Goldenthal y John Frizzell y, en particular a sus contribuciones a los scores de los precedentes Predator y Alien.

2.- Rodríguez (Rro-drí-gues)

De nombre Robert, director mexicano, que empezó haciendo películas de (muy) bajo presupuesto  como El Maricahi, y que gracias al gran éxito de crítica y público de ésta, pasó a cine comercial, iniciando su andadura con la secuela de aquélla, Desperado, con Antonio Banderas y Salma Hayek. Años más tarde dirigiría una tercera parte de la saga Once Upon a Time in Mexico, con un alucinado Johnny Depp en una de sus deliciosamente bizarras composiciones. Ha destacado también como director de films de terror, como la adrenalítica From Dusk Till Dawn con un heterogéneo reparto encabezado por George Clooney, o la fantasía adolescente The Faculty; y también como director de películas infantiles, como la divertida saga Spy Kids o la sonrojante Shorts. Posiblemente su mejor film sea la adaptación de Sin City, el cómic de Frank Miller, un espectáculo a la par violento y esteticista, que hermana  el cine y la novela gráfica de manera prodigiosa. Amiguete y socio del inquieto Quentin Tarantíno, han colaborado en varios proyectos, siendo la guinda de dicha colaboración el Grindhouse en dos partes, siendo la de Rodríguez, de título Planet Terror, una gozada para los amantes del fantástico más casposo. Montador, guionista, director de fotografía y músico,  es un auténtico hombre orquesta en sus films. No obstante, en el apartado musical ha colaborado con compositores como Graeme Revel (From Dusk Till Dawn, Planet Terror, Sin City) Marco Beltrami (The Faculty) y una legión de compositores para el primer Spy Kids, desde Danny Elfman hasta Harry Gregson-Williams. Su colaboración más efectiva, sin embargo, ha sido con el polifacético John Debney, que ayudó a Rodríguez a conseguir el ambiente urbano-noir del score de Sin City y el toque aventurero-herrmanniano en la excelente partitura de Spy Kids: The Island Of Lost Dreams.

When Rodríguez met Predator: A Love Story

Dicen que el primer Predator, el de McTiernan, es uno de los films favoritos de Robert Rodríguez. Dice también que, cuando era un chaval, Rodríguez escribió una primera idea o tratamiento de lo que ahora se ha convertido en el guión de Predators, firmado por Alex Litvak y Michael Finch, que ha visto la luz este verano.

El director mexicano ejerce funciones de productor, cediendo las riendas de la dirección a Nimrod Antal, que cuenta con una corta filmografía compuesta por la interesante Vacancy y la irregular Armored, pero con una gran experiencia en el campo de la dirección de videoclips.

La historia se centra en un grupo de seres humanos cuyo nexo común es poseer un desarrollado instinto de supervivencia, con diversas ocupaciones (militares, asesinos, mafiosos…) que son abandonados a su suerte en una jungla. Sin saber cómo han llegado hasta allí, los desconocidos deberán trabajar en equipo para intentar superar las amenazas que esconde la jungla, con la de los Black Predators a la cabeza de éstas.

El heterogéneo grupo se compone de un militar americano (Adrien Brody, en su primer- y quizás último- rol de acción), una israelí, miembro del servicio secreto (Alice Braga, también vista este verano en la interesante Repo Men), un americano con conocimientos de de medicina y botánica tropical (torpe interpretación de Topher Grace), un rudo mexicano salido directamente de Chiapas (un habitual secundario de los films de Rodríguez, Danny Trejo, protagonista del último y esperado film de aquél, Machete), un asesino procedente del corredor de la muerte (Walton Goggins), un rebelde ruso ( Oleg Taktarov), un japonés asociado a la Yakuza (Louis Ozawa Changchien) y un paramilitar de Sierra Leone (Mahershalalhashbaz Ali). El reparto lo completa Laurence Fishburne en un alucinado papel que –parece ser- había sido ofrecido al mismísimo Governator Schwarzenegger.

El resultado es un film discretamente entretenido, pero que destila un agradable aroma a serie B ochentera. El reparto más o menos cumple, la dirección de las escenas de acción es acertada, aunque la cinta se ve lastrada por un guión sin grandes sorpresas y más bien previsible. De hecho, uno de los supuestos giros de guión que se nos desvela  hacia el final de la película –y que no revelaré- se ve venir desde el momento en que el personaje que lo protagoniza entra en escena.

Si debe destacarse que mediante la película se expande el universo Predator, y se nos  introduce a los Black Predator, especie superior situada en la escala evolutiva del Planeta Predator por encima del Predator vulgaris que hasta ahora conocíamos.

En fin, un mata-marcianos intrascendente que se olvida tan pronto como se ha visionado, eso sí, de manera agradable.

When Debney met Predator: Another Love Story

La relación profesional existente entre Robert Rodríguez y John Debney es probablemente el motivo de que se haya encargado al compositor californiano el score de este Predators. Parece que la relación entre músico y director, que continúa en Machete, está lo suficientemente consolidad como para que Debney sea considerado el hombre de confianza de Rodríguez, un músico consumado él mismo, para los menesteres musicales de sus producciones. De hecho,  la expresión utilizada por el compositor en una conocida red social la pasada primavera habla por si misma: “Predators with Rodríguez: Hell Yeah!”.

El primer acierto de Debney, y una muestra más de su profesionalidad y humildad como compositor, es el uso del tema de Alan Silvestri en el score de Predators. Y no se trata de un uso tímido, o en breves referencias, como se ha hecho otras veces (sin ir más lejos, el propio Silvestri, este mismo verano solamente utilizó el tema de Mike Post y Pete Carpenter para The A-Team al principio y al final del score), sino que se utiliza de manera profusa a lo largo del score, basándose en una orquestación e instrumentación similar a la de los scores de Silvestri, aunque como luego comentaremos con más detalle, añadiendo el toque Debney, moderno y clásico a la vez.

Y es que Debney es un compositor cuya mejor definición de su estilo es que carece del mismo y es capaz de componer para todo tipo de películas de manera efectiva y en ocasiones –muchas más de las que cabría desear- con resultados artísticos muy superiores a la calidad del film para el que se le ha encargado componer.

La carrera de John Debney comprende todo tipo de géneros : la comedia (Liar, Liar; Dick) la comedia romántica (Princess Diaries, Valentine’s Day), films infantiles (Inspector Gadget, Hocus Pocus), animación (Chicken Little, The Emperor’s New Groove), ciencia ficción (Seaquest, Zathura), aventuras (Cutthroat Island, Snow Dogs), terror (The Relic, I Know What You Did Last Summer), acción (la reciente Iron Man 2, Sudden Death), drama (The Passion Of The Christ, The Stoning Of Soraya M.) y hasta videojuegos (la fabulosa Lair). Es difícil encontrar una carrera más heterogénea que la de John, habiendo salido más que airoso de todos estos retos, gracias a su depurada gran técnica.

A partir de sus visitas al Festival de Úbeda, si algo logra transmitir John Debney, aparte de su excelencia como persona y compositor es, en primer lugar su compromiso con la película que se le encarga, de modo que sus decisiones en el apartado musical siempre van supeditadas a las necesidades de la cinta en cuestión y, en segundo lugar, su amor declarado por la música de cine. Es claro, para quien esta reseña escribe, que estas dos características del compositor, entre otras razones, le han llevado a usar el tema de Silvestri: los productores querían establecer un enlace directo con el primer Predator, y a través del argumento y sobre todo de la música, esta continuidad se consigue. Y el propio Debney ha declarado: “Resulta que me encanta el score original de Alan Silvestri, así que lo he acogido gustoso y he extrapolado desde ahí”. La humildad de Debney aparece de nuevo, ya que el músico ha hecho más que extrapolar, como posteriormente comentaremos.

No obstante, para los castigados oídos de quien esto firma, y pese al uso insistente del tema principal de Silvestri, la influencia más directa de Debney en este Predators es la del maestro Jerry Goldsmith, a quien se dedica este score en el libreto de su edición discográfica.

Los ritmos de John Debney, furiosos, robustos, de marcada percusión y dirigidas por agresivos metales recuerdan poderosamente el estilo de composición y la fuerza de los temas de acción del maestro de maestros (ya el soberbio tema principal de Iron Man 2, encargo inmediatamente anterior a éste que nos ocupa es de un regusto profundamente goldsmithiano también). Y los ritmos tensos, percusivos y  ligeramente hipnóticos del inicio del score de Predators, por su atonalidad y carácter remiten a la revolucionaria composición de Jerry Goldsmith para Planet Of The Apes.

El segundo gran acierto de John Debney es la original instrumentación de la propuesta, variadísima. Por supuesto, se mantiene la instrumentación característica, ya clásica del tema principal de Alan Silvestri: la mezcla de percusión latina y electrónica, los metales y las cuerdas, pero se juega con dichos elementos, alternando su uso o permutando su orden de entrada, ahora de-construyendo el ya mítico tema, ahora construyéndolo mediante la unión de sus varias capas.

En ocasiones, sin embargo, se introducen novedosas orquestaciones e instrumentaciones en el tema, como es el caso de las guitarras eléctricas que se escuchan en las vigorosas renciones del tema principal de Predator Attack o Theme From Predator o en otros cortes como They See Our Traps, She’s Paralysed o Edwin and Isabelle Captured. En su día, el score de Silvestri fue saludado como una bocanada de aire fresco, que provenía de un compositor con un fuerte background rockandrollero. En manos de Debney, las raíces rítmicas del tema son llevadas al límite, consiguiendo un resultado óptimo que transmite como nunca la fuerza y la urgencia necesarias para los pasajes más movidos de la cinta.

Podemos distinguir dos partes en el score. La primera, más breve en duración la podemos escuchar en los primeros minutos de película. Después de un inicio frenético que acompaña la caída de nuestro protagonista (Free Fall), la partitura se sustenta en las cuerdas, ayudadas en ocasiones por la percusión y los metales, para crear un aire de amenaza, malestar e incertidumbre, acompañando a unos personajes que no saben dónde están ni como han llegado ahí. Debney utiliza también prepared piano, o lo que es lo mismo un par de músicos aporreando las cuerdas de un piano con martillos, para conseguir un sonido que el compositor califica de primitivo y metálico. Este efecto lo podemos escuchar en el segundo track del CD, Single Shooter. En medio de esta música atonal, sin embargo, encontramos ruidosos pasajes de pura acción, como en el tema Cages/Trip Wire.

Posiblemente el punto de inflexión lo encontremos a partir del tema Not Of This Earth, momento en el que los personajes descubren que no se encuentran en el planeta Tierra, y dicho descubrimiento es enmarcado por un poderoso crescendo de orquesta que pone los pelos de punta, aumentado con unas campanas tibetanas, logrando un sonido que realmente se puede calificar como de otro planeta.

A partir de este momento la música se torna agresiva, furiosa, en ocasiones terrorífica, gracias al despliegue sónico del maestro Debney. El resultado conseguido con la mezcla de orquesta y efectos de sonido es más que notable, logra meter al espectador en esta caza sin concesiones. La paleta orquestal por lo general queda por encima de los efectos de sonido, salvo en alguna ocasión, como la primera parte del corte We Run We Die, en el que los ominosos efectos de sonido dan paso a un frenético pasaje para orquesta, seguido de una coda profundamente goldsmithiana, en un guiño al score del añorado maestro para Alien.

Los trucos que Mr. Debney se saca de la chistera son incontables: Cuernos tibetanos a los que les han cambiado la boquilla por una de trompeta consiguiendo que se emitan unos sonidos, casi gritos, realmente sobrecogedores (lo podemos escuchar en Hound Attack o Over Here), metales manipulados, percusiones étnicas, o hasta una flauta shakukachi (Hanzo’s Last Stand).

En fin, una partitura muy trabajada que una vez más demuestra la profesionalidad de este grandísimo compositor que es John Debney.

Epilogue: When Lalaland met Predator.

No puedo finalizar la reseña sin comentar la maravillosa edición que se ha marcado Lalaland Records en esta su primera colaboración con el maestro Debney  (esperemos que la relación sea larga y fructífera: se trata de un compositor con auténticas joyas a descubrir que merecen una edición en compacto en condiciones, más allá del disco promocional).

Generosa en duración, con excelente sonido y presentación, amén de multitud de fotos a todo color del film, presenta un libreto de 20 páginas, con notas del productor Robert Rodríguez, del director Nimród Antal y del propio compositor, además de unos acertados liner notes del siempre entonado Daniel Schweiger. Por si fuera poco incluye créditos completos tanto de la propia edición discográfica como del score, interpretado por la Hollywood Studio Symphony, y filmografía seleccionada de John Debney. Absolutamente recomendada su compra. 

Lo mejor: La fuerza del trabajo de Debney y la acertada decisión de adoptar el tema de Alan Sivestri como leimotiv principal del score, llevándolo hasta límites a los que no había llegado antes.

Lo peor: Que muchos aficionados se limiten a decir que el score no es más que un copy-paste del tema de Silvestri, cuando es muchísimo más que eso.

El momento: El díptico Predator AttackMeet Mr. Black. Extraordinaria música de Sci-fi en estado puro.

David Sáiz

 
 
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