Tracklist:
- Diàlegs 1
- Detenció en Negre
- Diàlegs 2
- In-A-Gadda-Da-Vida
- Diàlegs 3
- Nous Sommes Deux
- Diàlegs 4
- Locomotive Breath
- Diàlegs 5
- Diàlegs 6
- L’Escorcoll
- Diàlegs 7
- Amor i Engany
- Diàlegs 8
- Noia de Porcelana
- Diàlegs 9
- Suzanne
- Diàlegs 10
- We Shall Dance
- Diàlegs 11
- Shangrila
- Diàlegs 12
- Knockin’ on Heaven’s Door
- Diàlegs 13
- Detenció en Blanc
- Carta al Pare
- Consell de Guerra
- Diàlegs 14
- Merçona
- Diàlegs 15
- Joc de la Por
- Diàlegs 16
- Salvador Descansa
- Diàlegs 17
- L’Adéu
- Diàlegs 18
- Salvador
- El Cementiri es Desvetlla
- Diàlegs 19
- I Si Canto Trist
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Según Albert Camus, Premio Nobel de Literatura en 1957, el compromiso intelectual del artista consiste en "hablar en nombre de quienes no pueden hacerlo". Este compromiso, del que los acólitos del séptimo arte no están excluidos, ha sido esgrimido de forma rotunda por cineastas como Sergei M. Eisenstein, Luis Buñuel, Giulano Montaldo, Gillo Pontecorvo o Constantin Costa-Gavras; guionistas como Dalton Trumbo o Jean-Claude Carrière y músicos de cine como Vangelis Papathanassiou, Mikis Theodorakis, Ennio Morricone o Armand Amar...
 Manuel Huerga da un giro más a este incómodo tornillo para la industria cinematográfica con Salvador, y cuenta para la música de esta película con alguien poco dado a componer para el cine, aunque íntimamente relacionado con el drama relatado: el cantautor ampurdanés Lluís Llach.
Interpretada en sus papeles principales por Daniel Brühl, Tristán Ulloa, Leonardo Sbaraglia, Joel Joan, Leonor Watling e Ingrid Rubio, la película ha sido definida por su director como "un nuevo y contundente alegato contra la pena de muerte, aunque también contra toda imposición de un orden establecido que todavía dista mucho de estar a la altura de su responsabilidad con la Historia..."
La historia
 La película de Huerga, que fue exhibida en la sección "Una cierta mirada" del LIX Festival de Cannes, se basa en el libro Compte enrere: història de Salvador Puig Antich, de Francesc Escribano.
A principios de los años setenta, el MIL, un grupo izquierdista formado por un puñado de militantes anarquistas españoles y franceses muy jóvenes, pone en jaque a la policía tras cometer varios atracos en Cataluña con el objetivo de conseguir dinero para apoyar a los sectores más combativos del movimiento obrero. En un primer momento, el éxito de sus acciones espectaculares, provocadoras e irreverentes, proporciona a los jóvenes del MIL una sensación de invulnerabilidad que termina bruscamente en septiembre de 1973, cuando efectivos de la Brigada Político Social tienden una trampa a dos de sus militantes. En el transcurso de su detención se produce un confuso tiroteo en el que muere un joven inspector de policía.
Salvador Puig Antich resulta gravemente herido en la refriega y, tras pasar por el hospital, ingresa en la cárcel Modelo de Barcelona a la espera de un consejo de guerra.
A partir de ese momento, tanto sus hermanas como sus abogados inician, ante la indiferencia general, una carrera contrarreloj para salvar la vida del joven activista.
Pero el 20 de diciembre de 1973, tras el atentado de ETA contra el presidente del Gobierno franquista, el almirante Carrero Blanco, Salvador Puig Antich se convierte en el chivo expiatorio a expensas del Régimen.
El consejo de guerra contra Puig Antich fue una farsa, y el joven Salvador resultó condenado a muerte. Los pocos y rocambolescos intentos por salvarlo fueron inútiles, y el 2 de marzo de 1974 Puig Antich fue por fin ejecutado. La mala conciencia de muchos políticos de ahora se pregunta todavía si pudo hacerse algo más para evitar una ejecución tan terrible como absurda.
Canción-protesta sinfónica
 En su momento, Llach siguió con mirada atónita en Barcelona el arresto, juicio y posterior ejecución del militante anarquista Salvador Puig Antich. Con su canción I Si Canto Trist desafió por entonces el silencio que la sociedad dispensó a un crimen político en toda regla, y ahora regresa por sus fueros con un desarrollo sinfónico adaptado a la gran pantalla y que tiene por eje aquella misma canción.
Llach siempre ha elucubrado con el sinfonismo en sus canciones, realizando verdaderas piruetas en algunos de sus recitales y sumergiendo en ocasiones sus acordes de piano o de guitarra en suites orquestales o arreglos sintetizados. Para muestra, botones como Viatge a Ítaca, Campanades a Morts, El Meu Amic el Mar o Verges 50.
Con un "aire nebuloso de falso viejo", como describe Francesc-Marc Álvaro, Llach afirmó en cierta ocasión que se debe a la "época en que Sartre se subía encima de un bidón y repartía panfletos". Músico que navega entre el compromiso político y la construcción poética mediterranista, siempre ha desdeñado calificaciones y etiquetas, y en sus letras entrelaza lo más lúcido, ácido y lírico de la contemporaneidad. Patrias al margen, Llach ha sido ovacionado por igual en París que en Madrid como orfebre de sensibilidades.
En Salvador, el cantautor sinfonista se apoya en el buen hacer de la Orquesta Sinfónica de Bratislava y el de algunos colaboradores suyos como Anna Comellas (violoncelo), Miquel Córdoba (viola y violín), Dolors Almirall (oboe), Jorge Cuscueta (clarinete), Marc Prat (bajo eléctrico), Jordi Armengol (guitarras), Borja Penalba (acordeón) y Miquel Gil (voz).
La banda sonora se complementa con un abanico de canciones universales que hicieron las delicias de los adolescentes catalanes a principios de los setenta: desde el popero "We Shall Dance" (Demis Roussos) al "Starless" (King Crimson), pasando por "Suzanne" (Leonard Cohen), "Knockin' On Heaven's Door" (Bob Dylan), "Nous Sommes Deux" (Georges Moustaki), "Locomotive Breath" (Jethro Tull), "Noia De Porcelana" (Pau Riba) y el explosivo "In-A-Gadda-Da-Vida" (Iron Butterfly).
A modo de apéndice
 La recién terminada edición del Festival de San Sebastián dio a conocer un documental de Lluís Danés, titulado: Llach, la revolta permanent. El propio Lluís Llach estuvo presente en el Velódromo de Anoeta para avalar una película-documento que reivindica la memoria de las víctimas de la represión policial perpetrada el 3 de marzo de 1976 en Vitoria y que inspiró el tema Campanades a morts. Llach recordó que los representantes del Estado español todavía no han pedido perdón por aquellos hechos.
"Fue el primer asesinato de Estado del post-franquismo."
La banda sonora del film se apoya en la música de Llach, acompañado en esta ocasión por la Orquesta Sinfónica y el Orfeón Donostiarra.
Hace 30 años, Vitoria se paró completamente por una huelga general. Más de 5.000 trabajadores se concentraron en la iglesia de San Francisco de Asís, en el barrio obrero de Zaramaga. En el desalojo de los concentrados, la policía hizo uso de armas de fuego; se dispararon más de un millar de balas y murieron tres trabajadores.
Lo mejor: La forma en que Llach encadena en Salvador un elegíaco adagio compuesto para la ocasión con los compases de "I si canto trist...", configurando un paisaje sinfónico precioso.
Lo peor: La inclusión de un potpourri de canciones de principios de los setenta en la película está perfectamente medida y justificada; en el disco, no tanto. Ocurre lo mismo con los diálogos; tal vez resulten excesivos.
El momento: Las pistas 17 y 18, encadenadas, brindan un pequeño éxtasis de intimidad que humaniza el relato tan tenso de Huerga. Tras escuchar a Leonard Cohen recitando "Suzanne", Puig Antich tararea la canción a su novia Margalida (Ingrid Rubio), apasionada y soñadora; como en un oasis extático, perdido en un desierto de amargura... Pone la piel de gallina.
Jordi Montaner
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