Tracklist:
- Main Title (02:49)
- Jacob's Scrutiny (01:33)
- Jonathan And The Horse (03:59)
- Jacob's Flashback (02:01)
- A Bad Bargain (03:18)
- Exchanging Tokens (01:36)
- Meeting Of The Saints (02:02)
- Love At First Sight (02:32)
- Crazed Micah (02:53)
- Confrontation (03:58)
- Emily And Jonathan (04:53)
- Death March (01:53)
- Elegy (05:10)
- The Meadow (02:13)
- Emily's Death (03:46)
- Epilogue (01:03)
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A pesar de contar con una historia relativamente corta, en el seno de un país tan enorme como los Estados Unidos de América hay cabida para multitud de sucesos, todos ellos memorables, algunos para bien de todos y otros... todo lo contrario. Lo único bueno que podría extraerse de estos últimos casos sería una moraleja que nos ayudara a seguir adelante y procurar no repetir errores. Pero por desgracia, es muy difícil que esto ocurra, como la Historia, en contínuos ciclos, se ha encargado de demostrarnos.
Y es que no deja de ser irónico cómo una fecha tan tristemente emblemática como es el 11 de septiembre, asociada ya irremediablemente al ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, estuviera ya relacionada con un hecho ocurrido siglo y medio antes, también con el fanatismo religioso como telón de fondo, y también con trágicas consecuencias para todos los que lo vivieron.
El film "September Dawn", estrenado en 2006, tiene como hilo principal una relación amorosa, con no pocas similitudes con respecto a la de Romeo y Julieta, al tiempo que se permite un acercamiento a la Matanza de Mountain Meadows, fechada en 1857, y en la que un grupo de mormones, ataviados como nativos americanos, dieron cruel muerte a alrededor de 120 pioneros, en siniestras y oscuras circunstancias. La película cuenta con la presencia de estrellas del calibre de Jon Voight y Terence Stamp, pero eso no le ha servido para evitar las duras críticas que ha recibido en su país de origen, debido a la forma en que el director, Christopher Cain, bien por torpeza o bien por tergiversación expresa, aborda la relación existente entre el colectivo mormón y la resolución de los hechos acaecidos en tan fatídica fecha. Y es que, citando a nuestro inmortal Cervantes: "Con la Iglesia hemos topado".
Dejando a un lado la polémica, y centrándonos en el apartado que más nos debe interesar de todo esto, el score viene firmado por el siempre correcto y bienvenido William Ross, colaborador habitual en tareas de orquestación de nombres como John Williams o Alan Silvestri, pero compositor también, responsable de pequeñas joyas como "Tin Cup", "My Dog Skip", "Ladder 49" o "Harry Potter and the Chamber of Secrets", donde desarrollaba los temas que dejaba el Maestro Williams por tener aquel año una apretada agenda.
El hecho de que Ross se prodigue tan poco, unido al de estar ante la eterna promesa de Hollywood, el diamante en bruto que nunca termina de ser tallado, ya son razones suficientes como para permanecer expectantes ante su último trabajo. Puede que no nos encontremos ante un trabajo sublime y excepcional, pero una cosa no quita la otra, y en "September Dawn" tenemos una estupenda muestra del buen hacer del compositor, con una obra sentida y delicada, que hará las delicias ya no sólo de los fans de Ross, sino de todo aquél que se acerque a escucharla.
Podemos hablar de tres partes claramente diferenciadas dentro del conjunto del score. Una primera que nos sirve de introducción a la pacífica vida de los pioneros por aquel entonces, enfrentados a una Naturaleza virgen pero salvaje, y sin más pretensiones que vivir su vida y hacer crecer a sus familias, a la vez que exploraban las posibilidades que ofrecía el Nuevo Continente. De este primer tercio, destacaría la pista "Jonathan and the Horse", la que mejor describe todo ese paraíso terrenal. Si le buscamos parecidos a la música, podríamos compararla con la maravillosa "The Village", de James Newton Howard, sobre todo por el predominio del violín frente al resto de la orquesta. También merece ser destacada la pista "Meeting of the Saints" (los mormones se conocen entre sí como "los Santos de los Últimos Días"), donde me resulta especialmente curiosa la similitud del tema con la nana de "El Laberinto del Fauno". Realmente curioso, desde luego.
La segunda parte de la partitura abarca desde la pista 8, "Love at First Sight", hasta la 11, "Emily and Jonathan". El tema de amor entre los dos jóvenes protagonistas es el que alcanza mayor protagonismo aquí, monopolizando ambas pistas, y apareciendo brevemente en las otras. Aunque ya el final de la pista 11 augura malos presagios para el desenlace de la historia.
Por último, las pistas restantes en el disco se centran en la masacre y sus secuelas, dotando ahora a la música de un marcado carácter dramático. La música no se recrea en lo truculento, sino que sirve de impávido testigo de la tragedia que tiene lugar. El preludio a la misma viene acompañado por la pista "Death March", donde aparece por vez primera una voz femenina, que ya nos avanza lo que va a tener lugar, y que adquiere un mayor protagonismo en la siguiente pista, "Elegy", otro de los mejores momentos del CD. Con sólo esos 5 minutos que dura, ya podemos formarnos una clara idea de las trágicas circunstancias que tuvieron lugar.
Aunque como indicábamos al principio, la película se estrenó en 2006, la banda sonora no ha aparecido hasta bien avanzado el 2007, probablemente debido a los malos resultados en taquilla. La edición, limitada a solamente 1000 copias (ya podéis correr a haceros con él), corre a cargo de Buysoundtrax, la cual os permite adquirir el CD a través de su página web, por ejemplo.
Lo mejor: Un trabajo sencillo pero eficaz en su cometido, con momentos concretos muy delicados y disfrutables, y que deja un buen sabor de boca en su escucha global. Lo que viene siendo la marca de fábrica del compositor, en resumidas cuentas.
Lo peor: Dados los varapalos que ha recibido la película, y que repercutirán negativamente sobre todo lo referido a la misma, incluyendo la banda sonora, corremos el riesgo de dejar pasar un muy sentido trabajo del siempre disfrutable William Ross.
El momento: Seleccionaré dos: "Meeting of the Saints", por la solemnidad que desprende, y "Elegy", el tema más emotivo de la partitura.
Bac Hylon
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