Superman
Superman: El Cómic-book "Es un pájaro...es un avión...es...¡¡SUPERMAN!!"
1.- Super-COMIENZOS. La Edad Dorada
Él fue el que lo comenzó todo, el que cambió la manera de entender los comics y es probablemente uno de los más conocidos iconos mundiales. Nacido de la pluma de Jerry Siegel y de los lápices de Joe Shuster, Superman vería por primera vez la luz en una tira de prensa en 1936; para ser editado de forma continuada desde el primer número de la clásica Action Comics en Junio de 1938. Pero para llegar hasta esa histórica fecha en el mundo de los cómics, la pareja tuvo que pasar muchas vicisitudes.
Oriundos de Cleveland y Toronto, respectivamente, Siegel y Shuster se conocerían a los nueve años cuando el segundo se mudó de Canada a los Estados Unidos. El primer trabajo publicado en conjunto sería un magazín autofinanciado llamado "Science Fiction" del que llegarían a editar 6 números entre 1932 y 1933. Fue en este magazín donde Superman vería por primera vez la luz en una historia llamada "El Reino de los Superhombres". Con una clara influencia de las ideas de Hitler (que el mismo año anunciaba sus "übermen") el primer Superman era un villano que controlaba una ciudad en el futuro.
Azares de la vida hicieron que este Superman cambiara totalmente de carácter en su siguiente encarnación, representando a un superhéroe modélico, símbolo de esperanza en la América de la depresión. Ése fue el Superman que se presentó a la sociedad americana en Junio de 1938, cuando DC-National (la editorial en la que trabajaban Siegel y Shuster) sacó a la calle el primer número de Action Comics. En el podíamos asistir al origen del mítico superhéroe tal y como se ha contado innumerables veces: del planeta Krypton (al borde de la extinción) es enviado un cohete con su único superviviente, un bebé llamado Kal-El, que llega a la tierra para ser recogido y adoptado por los Kent, un matrimonio de granjeros que educarán al niño en la bondad y el "American Way of Life".
El personaje fue un éxito instantáneo y en menos de un año sería editado el primer comic con su nombre en la portada. Daba así comienzo a la Edad Dorada de los comics. Durante sus primeros años el superhéroe se dedicaría a combatir el crimen y a los enemigos de su país de adopción durante la Segunda Guerra Mundial convirtiéndose más en un vigilante que en el modelo de virtud que todos tenemos en mente.
Problemas con la editorial (con la que entablarían un largo juicio por recibir parte de los millones que DC estaba haciendo con el personaje) llevarían a Shuster a abandonar al personaje a finales de los 40. Siegel seguiría, aunque con muy poca fuerza, durante unos años más antes de abandonar definitivamente los comics. Shuster moriría en 1992 a la edad de 78 años medio ciego y amargado por el trato que durante los años que siguieron a su marcha había recibido por parte de DC. Siegel moriría tres años después. Ambos serán siempre recordados por dar al mundo a su más famoso héroe.
2.- Super-CENSURA. La Edad de Plata
En 1955 un psiquiatra llamado Fredric Wertham lanzaba al mercado un libro titulado "La Seducción de los inocentes", en el ponía en tela de juicio el papel que los cómics tenían sobre la juventud de la época, ya que (aunque expuesto de manera poco ortodoxa) según él Superman representaba valores que rayaban el fascismo. Debido a la enorme popularidad que alcanzó el libro entre padres y profesores, el Comics Code Authority (algo así como la censura en los comics) fue creado.
La creación de esta entidad supuso la revisión de muchos de los superhéroes que habían ido apareciendo a lo largo de los años (Flash, Linterna Verde, Hawkman...), pero la mayor de todas fue a la que se sometió Superman. Sus poderes crecieron sobremanera (podía mover planetas) y se introdujeron toda una sería de Super-Secundarios: Supergirl, Krypto el Super-perro, Streaky el Super-gato y así hasta llegar a Beppo el Super-mono. Se le dieron a la kriptonita hasta cinco formas diferentes. Todo ello acompañada por muchísimos errores en las tramas, que llevarían a esta época a ser la más desdeñada por los amantes del cómic.
En un intento por limpiar todo este desorden, el Superman mostrado por Richard Donner en su película volvía a los orígenes. Desafortunadamente (y aunque la cinta contenía muchas ideas bastante aprovechables acerca del personaje y la fuente de sus poderes) no caló todo lo que hubiese sido deseable en los cómics, que seguirían por otros derroteros mostrando a un Superman cuasi divino hasta que a mediados de los 80 dos hechos cambiarían por completo al personaje.
3.- Super-REINVENCIONES. La Edad de Bronce
El primero de estos hechos fue la consecuencia lógica de la política de absorción editorial que DC arrastraba desde los años 40. Al ir creciendo y comprando los derechos de muchos de los personajes que ya formaban parte de su panteón (léase por ejemplo Shazam) la editorial había ido creando mundos paralelos donde dar cabida a cada uno de ellos. Así, habían visto la luz Tierra-1, Tierra-2, Tierra-3, Tierra-B, etc. El caos editorial que ello suponía dio muchos quebraderos de cabeza a las mentes pensantes de la casa que decidieron partir de cero y crear un nuevo universo DC más homogéneo y de fácil acceso a nuevos lectores.
Se puso en marcha entonces una maxiserie de 12 números guionizada por Marv Wolfman y dibujada por el mítico George Perez. La serie, que recibiría el nombre de "Crisis en las Tierras Infinitas", se desarrolló durante todo el año de 1985 y cambió por completo la faz del Universo DC como se había conocido hasta entonces, redefiniendo por completo a dos de sus más importantes personajes: Wonder Woman y, cómo no, Superman.
Superman sería relanzado en una miniserie de 6 números llamada "El Hombre de Acero". Con guión y dibujos del mítico John Byrne (que ya nos había dejado la mejor saga de los X-Men, la de Fénix Oscura; y una de las mejores etapas de Los Cuatro Fantásticos) la nueva serie abordaba al personaje renovándolo casi por completo: Clark Kent, ya no era un idiota tras el que se ocultaba el ser más poderoso de la Tierra, sino un hombre moderno y decidido. Sus conexiones con su planeta de origen desaparecieron casi por completo dejando claro Byrne al final de la serie que "Fue Krypton quien me hizo Superman... pero fue la Tierra lo que me hace humano".
Los personajes secundarios también serían tratados de manera diferente, siendo la archinémesis de Superman la que mayores cambios recibió. Lex Luthor pasó de ser un científico loco a ser un multimillonario industrial con justificaciones mucho más lógicas para sus constantes intentos de librar al mundo de Superman.
Hablábamos antes de dos hechos fundamentales en el cambio de Superman. El responsable del segundo de ellos fue Alan Moore (el aclamado guionista de Watchmen, From Hell y La Liga de los Caballeros Extraordinarios). En un especial de 1986 titulado Superman: ¿Qué pasó con el Hombre del Mañana?, Moore, junto con Dave Gibbons en el dibujo, creó una de las mejores historias que se han publicado sobre el personaje, dándole una profundidad nunca vista antes en los comics (apareciendo Superman en una página como si hubiera llorado). Con estos dos elementos básicos definiendo un nuevo héroe para un nuevo público Superman volvería a volar con renovadas fuerzas durante los años 80... hasta que la editorial que lo vio nacer, decidió matarlo.
4.- Super-MUERTE. La Edad de Hierro
El descenso de las ventas desde finales de los años 80 puso en alarma a los máximos responsables de DC, que vieron cómo su mejor franquicia se venía abajo. La decisión que se toma al respecto no puede ser más drástica: se matará al personaje, para volverlo a definir de cara a la nueva generación de lectores.
El alcance mediático de la noticia no tiene parangón en el mundo de los comics. Los noticieros de todo el mundo se hacen eco de la misma como si de un personaje real se tratara. El mundo del comic ve sus cimientos temblar. Corre el año 1992.
La semilla de todo se planta en la colección de la Liga de la Justicia unos 6 meses antes del gran evento. Una criatura llega a la tierra y comienza a sembrar la destrucción por doquier. Ni siquiera los miembros más poderosos de la Liga son capaces de hacerle frente. La criatura puede con todo lo que se le viene encima y lleva un rumbo fijo: Metrópolis. Se le pone un nombre: Juicio Final. El combate que decide el destino de Superman tiene ya un escenario, su ciudad adoptiva. Todo está dispuesto. La portada del número 75 de Superman no puede ser más reveladora: sobre fondo negro vemos el emblema de Superman en rojo sangre. Splash-page tras splash-page se nos muestra la peor lucha en la que se haya visto envuelto el superhombre. Una página final desplegable nos muestra su destino final: Superman muere en brazos de Lois Lane habiendo salvado el planeta.
Las reacciones de los fans no se hicieron esperar. La conmoción por la muerte de Superman alcanzó todos los rincones del planeta y sus múltiples lectores comenzaban ya a pedir su regreso. Mientras tanto, en DC se sucedían arcos argumentales que nos relataban los funerales, los diferentes homenajes y un posible regreso, tras ello llegaba el plato fuerte: El Reinado de los Superhombres. Cuatro nuevos superhombres, versiones parciales del original hacen su aparición en Metrópolis: un Superman Cyborg, un nuevo Superboy clon del Superman de siempre, Steel, un amigo del superhombre que se fabrica una armadura y el que se vendrá en llamar El Último Hijo de Kripton, un superhombre con muy mala leche. Tras cuatro meses en los que cada uno de estos nuevos superhombres irán revelando sus intenciones finalmente aparece el Superman original con un cambio trascendental: ¡tiene el pelo largo! (sic). A partir de ahí vuelve la relativa normalidad a la colección que años después retomará al personaje de Juicio Final en dos miniseries explicándonos su origen Kriptoniano (sic) y su regreso para volver a enfentrarse con Superman.
Mientras, en la televisión se empiezan a emitir las series de Lois & Clark y la de animación: Las Aventuras de Superman. A estas series seguirán en la actualidad la exitosa Smallville, que está redefiniendo a golpe de episodio el universo del mítico personaje... pero eso es otra historia.
Sergio Benítez
Superman: La película (Superman: The movie) - 1978
Antecedentes
Dos años después de la primera aparición en Action Comics de Superman, la que años después se convertiría en la compañía radiofónica ABC, estrenaba el serial radiofónico "Las Aventuras de Superman" que se mantuvo en antena durante 10 años. De gran influencia en el cómic, el serial inspiraría al año siguiente la recordada serie animada que los hermanos Max y Dave Fleischer producirían para la Paramount. De factura impecable, la serie constaría de 17 episodios, recordados hoy por los aficionados como una de las mejores aportaciones al personaje que se han llevado a la pantalla.
7 años más tarde Columbia arrancaba la primera de las tres series de imagen real que llegarían a realizarse en el espacio de una década. La más conocida de ellas llegaría en 1951 de la mano de RKO y supuso el debut del mítico George Reeves que alcanzaría una popularidad desmesurada de mano de dicha serie. En 1957 y con la brusca muerte del actor (por suicidio en circunstancias misteriosas), se cerraría definitivamente la producción.
Habría que esperar hasta 1966 para encontrarnos con el musical de Broadway titulado "It's a bird, it's a plane, it's Superman". A estas alturas ya resultaba más que extraño no encontrar alguna producción cinematográfica que explotara a uno de los personajes más carismáticos de la compañía DC; sólo faltaba que algún productor avezado se decidiera a dar el gran paso...
"Usted creerá que un hombre puede volar"
Parece curioso que dos rusos emigrados y nacionalizados franceses fueran los productores que, al final, adquirieran los derechos de explotación cinematográfica del mítico personaje y que fueran ellos mismos, los responsables de llevarlo a la gran pantalla. Alexander e Ilya Salkind comenzaron la búsqueda del equipo de producción al poco tiempo de la compra de los derechos. Resulta cuanto menos curioso que el primero de los profesionales vinculados a este proyecto fuera el compositor de la banda sonora: John Williams.
Tras él, los productores contactaron con el por aquel entonces afamado guionista Mario Puzo (autor de las novelas originales y sus adaptaciones a la pantalla de El Padrino I y II). El encargo que Puzo debía realizar pasaba por la escritura de un guión en el cual el personaje de Superman se moviera en un contexto realista, sin perder por ello su carácter épico.
Ahora bien, lo que más quebraderos de cabeza provocó a los controvertidos productores fue la asignación de un director capaz de manejar la superproducción que suponía la adaptación de los cómics; y por otra parte, la de encontrar un actor que encarnara de manera veraz las dos facetas del personaje de Superman: La del apocado y tímido Clark Kent, y su alter-ego, el mayor superhéroe de todos los tiempos: Superman.
Para el primero, se barajaron los nombres de Steven Spielberg, que cuando fue contactado estaba en fase de finalización de la no menos mítica "Tiburón" (y que una vez terminada ésta, se metió en labores con Encuentros en la Tercera Fase), por lo que fue descartado. El siguiente director al que los productores se aproximaron fue William Friedkin quien estaba igualmente ocupado con otras producciones. El que tuvo todas las de ganar durante gran parte de la preproducción fue el inglés Guy Hamilton, realizador, entre otras, de las que para muchos son dos de las mejores películas Bond: Goldfinger y Diamantes para la Eternidad. El único problema era que Hamilton no estaba de acuerdo con la escritura del guión realizada por Puzo y contrató a los autores del citado musical de Broadway. Problemas fiscales en Inglaterra (donde se iba a rodar finalmente la película, concretamente en los afamados estudios Pinewood) alejaron al realizador británico de la producción.
Durante este proceso, Marlon Brando y Gene Hackman ya se encontraban vinculados al proyecto; el primero como el padre de Superman, Jor-El (cobrando un sueldo desorbitado de un equivalente a lo que hoy sería unos 250.000 euros diarios, todo ello por 13 días de rodaje, convertidos en pantalla en unos 10 minutos de acción). El segundo encarnaría a la constante némesis de Superman, el inefable Lex Luthor.
Pero lo que más dolores de cabeza provocaría a los productores sería la localización del actor que encarnaría al superhéroe. Tras barajarse nombres que van de lo absurdo a lo imposible (repásese la siguiente lista: Robert Redford, Clint Eastwood, Burt Reynolds, Nick Nolte, Kris Kristofferson, Ryan O'Neal, John Voight o Silvester Stallone) y siguiendo un arduo proceso de casting, se llegó a la decisión de que lo mejor para la película (y para evitar que se abultara más el ya elevado presupuesto) era contratar a un desconocido. Así, el papel recayó en Christopher Reeve, quien por aquel entonces sólo había intervenido en alguna producción teatral. La impresionante presencia física del actor (de 1'94 metros de altura) y su gran parecido con el personaje fueron decisivos en esta elección, que con los años se revelaría como una de las más acertadas de cuantas rodearon a la producción. El buen hacer de Reeve dotaría de una humanidad nunca antes vista a un personaje que, ante todo, siempre se había definido por ser más humano que extraterrestre.
El casting se completaría con Glenn Ford en el papel de Jonathan Kent (el padre adoptivo terrestre de Superman) y, contraponiendo la acertada decisión de casting que llevó a contratar a Reeve, encontramos una de las peores decisiones de la historia en este aspecto: Margot Kidder como Lois Lane. Actriz histriónica donde las haya, Kidder fue contratada para aportar un cierto carácter de modernidad al personaje, factor que en opinión de este redactor quedó muy lejos de ser conseguido. Otros personajes que completarían el casting serían Terence Stamp (como el general Zod, un criminal de Krypton), Ned Beatty como Otis el torpe y simplón ayudante de Luthor y Valerie Perrine como la sexy "novia" del malvado personaje.
No nos hemos olvidado del director. Dos años antes de Superman, una película había asombrado al público por su gran capacidad de transmitir el miedo en su estado primigenio. Estamos hablando, cómo no, de La Profecía; gran parte (si no todo) de este carácter se debe al pulso firme con el que su director sostuvo la producción. Fue este aspecto el que convenció a los Salkind para decantarse por Richard Donner, que terminaría impriendo tal fuerza al personaje en particular y a la película en general, que aún hoy sorprende por la modernidad con que fue ejecutada (recuérdese que estamos hablando de 1978).
Esa modernidad a la que hacíamos referencia también se debe a un diseño de producción impecable que contó con lo mejor de la industria inglesa, unos magníficos efectos visuales que realmente hacían creer que Superman volaba, y por supuesto, una maravillosa partitura que quedaría indisociablemente atada al personaje.
Dos años de producción y post-producción terminarían por crispar los nervios de Donner, que en muchas ocasiones debía comportarse como un general para poder llevar a cabo la ingente tarea que era comandar a un equipo humano de más de 450 personas.
Inicialmente contratado para las dos primeras partes de la película (se ha llegado a comentar que Donner fue responsable de la práctica totalidad de la segunda parte a excepción de la escena en la que Lois Lane cae por las cataratas del Niágara y la lucha final de Superman con los tres villanos de Krypton), Donner fue despedido tras terminar el rodaje de la primera parte de una forma muy poco ortodoxa, sustituyéndole in-extremis por Richard Lester ("autor" entre otras maravillas de "Los Tres Mosqueteros" con Richard Chamberlain). La explicación a tal decisión se encuentra tal vez, en el interés de Donner en rodar una segunda parte centrada en los aspectos más dramáticos del personaje
(se dice que originalmente Donner planteó una escena previa a la decisión de Superman de convertirse en humano, en la que el superhombre mantenía una conversación de tintes shakespearianos con su padre biológico) mientras que los Salkind estaban interesados en una película de más acción y humor... finalmente eso fue lo que obtuvieron.
Sea como fuere Superman fue un gran éxito de taquilla e inició una saga que alcanzó las cuatro partes: la citada Superman II (la única de las tres que realmente vale la pena en conjunto); Superman III, en la que se explotaba más aún la vis cómica de la saga con Richard Pryor al frente en una trama que envolvía a Smallville, a Lana Lang (un amor de instituto de Clark Kent) y a un clon malvado de Superman (en un intento de reproducir el personaje de Bizarro en la pantalla) provocado por la exposición a una "kryptonita adulterada" creada por un villano encarnado por Robert Vaughn (muy lejos del carisma de Luthor). Tras esta entrega los Salkind perderían los derechos del personaje, que sería adquirido por la inefable Cannon Group. Y ése fue el final de Superman, la cuarta entrega de la serie, Superman IV, subtitulada, En Busca de la Paz, era ya infumable: otro clon de Superman creado a partir de uno de sus cabellos robado de un museo por Luthor es el detonador de la trama en la que la malograda Mariel Hemingway aparecía para dar un poco de vidilla a la vida romántica de Superman (sic).
Sergio Benítez e Ignacio Pérez
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