Tracklist:
- How I Would Die (1:53)
- Who Are They? (3:26)
- Treaty (1:59)
- Phascination Phase (2:04)
- Humans Are Predators Too (2:04)
- I Dreamt of Edward (1:06)
- I Know What You Are(2:37)
- The Most Dangerous Predator (2:22)
- The Skin of a Killer (2:58)
- The Lion Fell in Love With The Lamb (3:10)
- Complications (1:11)
- Dinner with His Family (0:38)
- I Would Be the Meal (1:24)
- Bella's Lullaby (2:19)
- Nomads (3:51)
- Stuck Here like Mom (1:40)
- Bella is Part of the Family (1:24)
- Tracking (2:19)
- In Place of Someone You Love (1:45)
- Showdown in the Ballet Studio (4:50)
- Edward at Her Bed (1:05)
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Es un hecho indiscutible que en todo comentario, revisión o crítica, la aportación de la subjetividad del autor es un factor fundamental para el juicio final de la obra. Ser objetivo es una utopía y lo único que debe importar realmente al escritor en el momento de dar su opinión sobre el trabajo de un artista es su honestidad desde el respeto a aquel. Aquí y ahora he de admitir que siempre he sido un tanto contrario a la electrónica en la música de cine y que la obra de Carter Burwell, por lo general, no suele gustarme en su audición aislada en disco. También he de admitir que cuando me hablaron por primera vez de “Crepúsculo” (Twilight) y la historia que narra, creí que era un buen caldo de cultivo para un score arriesgado y hasta cierto punto experimental, y el resultado no ha sido el esperado.
Partiendo pues de esas dos honestas premisas, no me es difícil considerar el esfuerzo de Burwell como de fallido, de insuficiente para transmitir la emotividad de la historia y, ni siquiera, los momentos de mayor tensión o suspense de la misma.
Para quien la desconozca, “Crespúsculo” es la primera de una serie de novelas que han alcanzado grandes cotas de éxito editorial, obra de la autora norteamericana Stephenie Meyer, y que nos trasladan a una realidad en la que los vampiros existen y son adolescentes… la atracción que uno de ellos siente por una joven mortal desencadena toda una espiral de eventos que harán temblar los cimientos de ambas sociedades paralelas. Por decirlo de alguna manera, y simplificando demasiado, podriamos hablar de una versión para teenager de las míticas Crónicas Vampíricas de Anne Rice.
Si Carter Burwell, un compositor habitual del cine de los Hermanos Cohen y de un tipo de cine que podríamos calificar de independiente, con todas las connotaciones que esto supone, era la opción ideal para la historia es algo que ahora no resulta significativo discutir, sobre todo cuando es una decisión que tomó con todas las consecuencias e intenciones la directora del filme, Catherine Hardwicke, responsable de una gran película que recomiendo a todos, “Thirteen”. En mi opinión, el resultado final no ha sido óptimo mas que el autor haya sido fiel a sus principios más arraigados.
Burwell opta por componer un score anclado al sonido de una formación de rock, donde tienen una importancia cardinal la percusión y las guitarras. Crea, más que un tema central, un sonido para todos los momentos de misterio o suspense del filme, jugando con sonidos básicos y la aportación de diversos efectos, creando un tejido que pretende crear el ambiente adecuado. Sobre esa base instrumental, un solo violín que desgarra largas notas que no llegan a componer una melodía claramente identificable, y que en ocasiones cuenta también con el apoyo de un chelo y maderas.
En el lado opuesto, el de las emociones del romance, los temas que subrayan la relación entre los dos adolescentes, parecen contenerse incluso más de lo debido. Las reticencias lógicas a tan extraña historia de amor las hace suyas la partitura al no llegar a desarrollar un leit motiv para la misma, dejando vacante ese corte habitual y esperado de cualquier historia romántica que se precie, ese Love Theme ineludible en este tipo de películas. Burwell, en su defecto, distancia estas secuencias del resto utilizando un piano como elemento central, que desgrana variaciones sobre una misma frase breve, y al cual acompaña un oboe y algo de cuerdas, creando lo más próximo a un tema central en el score.
Todas estas premisas, que se desarrollan por separado en el conjunto del cd, terminan fundiéndose en el corte 20 del mismo, “Showdown in the Ballet Studio”, donde se yuxtaponen ambos conceptos musicales en el climax musical de la historia, sin que tampoco haya una definición final, una evocación definitiva de ninguna de las propuestas sonoras planteadas en la partitura.
Lo más curioso de todo es que, sin duda, todas estas observaciones que he realizado hasta el momento con cierto tono de negatividad o disgusto, y reitero que con todo el respeto posible, seguramente serán lo más destacable para otros que disfruten con este tipo de sonido… aunque tampoco llego a tener este extremo claro, pues no creo que sea tan sólo una cuestión de instrumentación. En lo más básico, creo que el score de Burwell no llega a otorgar una auténtica identidad a la historia, como sí hacen muchas partituras también basadas en el mismo tipo de sonido para otras películas de género similar. No es tan sólo que no valore en su justa medida la obra por mis reticencias (tampoco tantas he de señalar), sino que honestamente creo que nadie podrá recordar ni una sola nota de ella una vez terminada la película. Sin duda, dada la profesionalidad indiscutible del autor, el trabajo se ajustará a la imagen tal y como le solicitaron y su creatividad interpretó, pero no deja simiente en el que está sentado en ante la pantalla con ansias de dejarse transportar junto a los dos protagonistas del filme.
Lo mejor: los temas donde la percusión tienen un papel protagonista, sobre todo el corte 3, y las breves apariciones del piano.
Lo peor: la ausencia de temas, y lo poco evocador del score.
El momento: el corte 16, “Stuck Here Like Mom”, donde más y mejor se desarrollan los pasajes intimistas del score, y el mencionado “Showdown in the Ballet Studio”, fusión de los dos conceptos básicos del score.
Juan A. Martín
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