Tracklist:
- Introduction - 0:52
- The End of an Era_Opening - 1:31
- Deathdealers Deploy - 2:17
- Darkness Deep Within - 1:19
- Transformation - 1:27
- Red Tape - 4:57 (performed by Agent Provocateur)
- Suspended Memories - 1:59
- The Crypt - 0:56
- Bloodlines - 5:11
- Metamorphosis - 2:24
- The End of an Era_Reprise - 2:33
- Anger and Retribution - 3:48
- Corvinus - 3:53
- Subterrania - 0:58
- Fire Falling from the Sky - 2:56
- Miserere - 2:49
- The Last Stand - 2:34
- Eternity and a Day - 4:08
- Keep Watch Over the Night (Bonus Track) - 5:38
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Underworld es el debut en la dirección de Les Wiseman. Y qué debut.
Un sector de la crítica especializada norteamericana la acusa de pertenecer a ese tipo de películas denominadas "style over substance", caracterizadas por ser un artificioso y barroco ejercicio de estilo sin sustancia, sin espíritu. Si tenemos en cuenta que lo mismo se dijo de The Hunger en su estreno, pues está por ver hasta qué punto acabará el tiempo poniendo en su sitio esta película, si no lo está haciendo ya, a juzgar por los buenos resultados que está obteniendo en la taquilla, y no sólo en los EE.UU.
Underworld está, en mi opinión, destinada a convertirse, y muy justamente por cierto, en una película de culto en el futuro, a pesar de algunas críticas sin mucho fundamento y la demanda por plagio perpetrada por White Wolf y Nancy A. Collins, los cuales parecen observar muchas concomitancias entre esta película y Vampiro: La Mascarada, o la obra Love of Monsters, entre ellas el hecho de que los vampiros posean la fuerza de diez o quince hombres o que se muevan a velocidad sobrehumana. Si es que ahora va resultar que la imagen del vampiro que nos ha legado el cine y la literatura a lo largo de todo el siglo pasado está basada en un juego de rol de principios de los 90. Ver para creer...
En cualquier caso, en estos tiempos en los que proliferan películas con guiones paupérrimos de nula complejidad, que se alargan y alargan innecesariamente para justificar el presupuesto gastado en efectos
especiales, Underworld ofrece una historia que cuenta con los
suficientes elementos de interés como para mantener al espectador
intrigado durante las dos horas que dura el film. No sólo eso, sino
que cuenta con suficientes elementos como para justificar una
secuela, de la que no me cabe la menor duda que acabará rodándose en
breve.
He de admitir que no tenía muchas expectativas con respecto a
esta película de antemano, la cual se vendía como un pastiche de
Blade y Matrix (dos películas que me encantan por separado, pero
empiezo a cansarme de los engendros post-matrix que intentan copiar
descaradamente el look de dicha película para enmascarar lo poco que,
individualmente, tienen que ofrecer) con una historia de amor en plan
Romeo y Julieta de fondo enmarcada en una historia de rivalidad entre
brutales hombres lobos y sofisticados y cursis vampiros que viven en
suntuosos edificios y visten ostentosamente cual vampiro propio de
cualquiera de los tostones de Anne Rice. Me imaginaba una película
típica y previsible, con buenas escenas de acción pero poco más.
Y he aquí que Underworld es totalmente distinta a lo que había
imaginado. Para empezar, ignoro el por qué se ha hablado tanto de que
se trata de una versión de la historia de Romeo y Julieta en clave
de terror, ya que la potencial historia de amor entre Selene y
Michael no deja de ser un elemento muy secundario al que apenas esta
película le dedica más de uno o dos minutos, razón de más para considerar la demanda de esa petarda llamada Nancy A. Collins, como una operación oportunista y lamentable por llamar la atención y buscar similitudes donde no las hay. Dicho de otro modo, Underworld no acaba convirtiéndose en la típica y manida historia trágica de amor imposible entre miembros de clanes o castas diferentes, sino que sacrifica estos convencionalismos caducos en favor de una mayor atención a un intento por enriquecer el mito del vampiro, aportando una mitología ad hoc que, si bien incompleta y no
del todo desarrollada, sí resulta lo suficientemente interesante como
para podamos considerar a Underworld como una de las mejores
películas de vampiros que haya dado el cine reciente.
Llegados a este punto conviene matizar que Underworld no es una película sobre vampiros en el sentido tradicional del término. Los vampiros de esta
película no tienen problemas a la hora de tratar con su ansia de
sangre, ni siquiera encontramos una escena en la que la protagonista
sienta la necesidad de alimentarse. La idea de la adicción a la
sangre inherente a la mitología del vampirismo apenas si aparece
tratada en esta película. Los vampiros de Underworld son criaturas
sofisticadas que visten ropa ajustada y fashion, de clara estética
Blade o Matrix, y que luchan con armas de fuego, en oposición a los
licántropos.
Y es que Underworld no es una película de vampiros convencional, sino
un film de estética de comic que combina el gothic, high-tech, (o como afirman los de White Wolf, Punk-Gothic, que parece que también lo han inventado ellos) una fotografía en la que predominan los colores oscuros y fríos, y una igualmente acertada banda sonora eminentemente electrónica, para crear un look muy especial y característico. En ese sentido, desde un
punto de vista visual y estético, Underworld es un espectáculo
embriagador de una contundencia rotunda y con la suficiente identidad
y personalidad como para que no sea considerada un calco de Matrix.
La acción de la película se sitúa en tres escenarios claramente
definidos. El mundo subterráneo de los hombres lobo, decadente y en
ruinas, frío y letal, por un lado, el mundo sofisticado y exquisito,
elegante pero igualmente frío, de los vampiros, y el mundo de los
humanos, representado por una ciudad en constante oscuridad y bañada
por la lluvia, una lluvia igualmente eterna. En cualquiera de los
tres escenarios, la fotografía es similar: fría y deshumanizada, con
predominio de los colores metálicos y oscuros, que representan muy
bien ese mundo altamente avanzado tecnológicamente y oscuro, frío, en
el que no tienen cabida las emociones, en el que se mueven los
vampiros y licántropos. La música de Paul Haslinger ayuda igualmente
a hacer de Underworld un espectáculo para todos los sentidos,
acompañando a la perfección las imágenes de la película y al mismo
tiempo contribuyendo a darle a la película una personalidad muy
especial y definida desde los primeros fotogramas.
Pero Underworld no es solamente un ejercicio de estilo. Los actores
están convincentes en sus respectivos papeles, destacando una
deliciosa Kate Beckinsale que demuestra lo buena actriz que es a lo
largo de las dos horas que dura esta película. Su personaje tiene
personalidad y fuerza, es mortífera y letal y al mismo tiempo
vulnerable. No es una combinación fácil, pero Beckinsale consigue
darle a su personaje esa complejidad que hace de ella un referente
ineludible en el mundo de las heroínas cinematográficas del nuevo
siglo. En realidad, ninguno de los personajes son lo que parecen en
un principio, con la única salvedad de Michael Corvin, si acaso el
único personaje principal plano de la película. Esa incertidumbre es
muy de agradecer en una película de estas características. La trama
de Underworld gira en torno a cinco personajes, tres vampiros,
un "humano" y un licántropo. El licántropo, Lucian, está muy
convincentemente interpretado por Michael Sheen. El hecho de que no
haya ningún otro licántropo de relevancia argumental (con permiso de
Michael) es revelador de hasta qué punto la película parece ahondar
en el mundo y la historia desde el punto de vista de los vampiros. La
protagonista, Selene, con el tiempo se dará cuenta de que sus
enemigos no está únicamente en el lado contrario. Los otros dos
vampiros son Kraven, interpretado por Shane Brolly, y Viktor,
interpretado por Bill Nighy, los cuales, nuevamente, demuestran ser
más de lo que parecían ser en un principio. Por lo demás, Kraven
desempeña el papel del rival sentimental de Michael Corvin en su afán
por ganarse el afecto de la protagonista. Mucho más interesante
resulta el otro personaje, Viktor, Rey de los Vampiros y uno de los
mejores chupasangres de los últimos años.
La historia se sostiene, por tanto, gracias al interés que suscitan unos personajes en gran parte de los cuales encontramos una loable complejidad o ambigüedad. La mayoría no son lo que parecen ser en un principio, y entre todos y cada uno de los personajes protagonistas se establecen vínculos y relaciones que los enriquecen y les dan interés. Esta red de relaciones da una cohesión de innegable valor a la trama.
Underworld no es sólo una historia de acción, sino también una
historia de personajes, y son estos personajes y sus relaciones las
que dan en última instancia el ritmo necesario a esta historia.
Y finalmente, tal y como apuntábamos al principio, Underworld se
preocupa por "contar una historia", con todas sus implicaciones, y
por enriquecer la mitología del vampiro, reinventando un orígen para
cada una de las especies, y en general toda una mitología que, si
bien no está del todo desarrollada y profundizada, posee el
suficiente interés. Este intento por hacer algo nuevo, por reinventar
algo ya conocido sin recurrir a los mismos tópicos recurrentes de
siempre hace de Underworld un logro tanto a nivel estético como
argumental muy de agradecer en estos tiempos.
Si acaso lo único que me decepcionó ligeramente es el hecho de que
los vampiros tuvieran que usar armas a la hora de combatir contra los
hombres lobo, así como el, en mi opinión, abuso de las armas de fuego
por parte de Selene. Es una preferencia personal mía, pero las
escenas de tiros tienden a aburrirme en exceso, y hubiera preferido
más luchas cuerpo a cuerpo a lo Blade, aunque, ya digo, no se trata
más que de una preferencia personal mía. En conjunto tengo poco que
achacar a esta película, que se ha ganado mi admiración y afición
incondicional.
Paul Haslinger es un ex-miembro del conocido grupo de música electrónica Tangerine Dream, con los que compondría la banda sonora de varias películas, entre las que destacamos la del clásico vampírico de Kathryn Bigelow de los 80, Los Viajeros de la Noche (Near Dark). En Underworld vuelve a abordar el mito del vampirismo con un score oscuro, opresivo, muy atmosférico, que se ajusta perfectamente a una película en la que la mayor parte de las escenas transcurren durante noches lluviosas o decadentes escenarios subterráneos. Haslinger sustenta su composición en el uso de los sintetizadores principalmente para crear un sonido industrial (gracias a la colaboración de Brian Lustmord), tecnificado, y ausente de vida, en la que no encontramos muchas concesiones melódicas.
No debemos olvidar que Underworld transcurre en un mundo frío y deshumanizado, en el que el resentimiento, el miedo, el odio y el rencor son los únicos sentimientos que parecen regir las motivaciones y actos de los personajes. Es un mundo de maquinaciones en la sombra, de una enemistad antigua que tuvo como origen el reinado déspota y fascista de un poderoso vampiro. El elemento romance al que tanta publicidad se le ha dado no está sino muy en un muy discreto segundo plano, y en ningún momento constituye el eje sobre el que se desarrollan los acontecimientos de una película sobre enemistad y traición. La música tiene por tanto que ser fiel a esta concepción oscura de un mundo de sombras en las que dos especies de bestias se enfrentan por el poder.
Haslinger no parece prestar mucha atención al elemento melódico en este score, que está supeditado al más eminentemente ambiental. Utiliza un tipo de música similar tanto en las escenas que transcurren en el mundo sofisticado de los vampiros como en las escenas que transcurren en el mundo lánguido y enfermizo de los licántropos, como aquellas que transcurren en el mundo gris y sin vida de los humanos. Tampoco establece temas para los personajes principales. Sin embargo, sí encontramos en este score ciertos momentos de mayor carga dramática, casi lírica, así como algunos esbozos de temas, principalmente en la última parte del score, que sugieren un posible desarrollo en un posible score para la igualmente posible segunda entrega cinematográfica de Underworld. La primera mitad del score, por tanto, discurre sin mucha novedad, y Haslinger se limita a ambientar, muy correctamente, la historia, acentuado el lado más oscuro y de suspense de la película, como demuestran los dos primeros cortes, "Introduction" y "The End of an Era-Opening", que recuerdan ligeramente el tema introductorio del score de Blade de Mark Isham. Especialmente destacable es "Deathdealers Deploy", un tema muy rítmico que se utiliza muy a menudo en la película, por ejemplo en la escena en de presentación del personaje Kraven, cuando se abre paso con su cohorte de siervos por el inmenso hall de la mansión en busca de Selene; "Transformation" es realmente impactante, y se escucha en el momento en el que Lucian, tras ser disparado por Selene, se transforma en licántropo, sacándose las balas de plata de su cuerpo con el poder de su voluntad. Es uno de los momentos más escalofriantes de toda la película, y la música sabe estar a la altura, transmitiendo un sentimiento de horror y amenaza con un sonido muy industrial, sucio y agresivo; "Suspended Memories", nos ofrece uno de los escasos momentos de intimismo, casi nostalgia, entre tanta música de terror.
Piano y sintetizadores tejen una melodía que invita a la reflexión y a los recuerdos, y que recuerda muy ligeramente a las partes más oníricas de la soberbia Road to Perdition de Thomas Newman; "The Crypt" se escucha en el momento en el que Selene se decide a despertar a Viktor. La música se vuelve majestuosa e imponente, acentuando la solemnidad y el poder del Rey de los Vampiros. Especialmente poderoso suena también "Metamorphosis", que se escucha en el momento en el que los policías se llevan a Michael Corvin en el coche y éste empieza a transformase por influencia de la luna llena. La música suena desatada, violenta, como si utilizaran martillos golpeando metal para crear el ritmo. Y es que los temas de acción en Underworld se caracterizan principalmente por su especialmente efectivo uso de la percusión para crear complejas texturas rítmicas, antes que en el desarrollo de algún patrón melódico específico. "The End of an Era - Reprise" nos ofrece de nuevo unos momentos íntimos y melódicos aptos para el recogimiento y el ahondamiento en los pensamientos y sentimientos de los personajes, mientras que Selene le explica a Michael el motivo de su odio a los licántropos. Encontramos un acercamiento a lo que podría considerarse un tema en este corte, aunque Haslinger parece no querer decantarse por establecer motivos musicales definidos hasta la recta final de la banda sonora. Éste es uno de los temas de mayor carga dramática de todo el álbum. "Anger and Retribution" nos ofrece más música de acción, supongo que para ambientar la escena en la que Selene debe defender a Mike de la patrulla enviada por los licántropos en el interior de un edificio, aunque también podría pertenecer a otro momento. Llegados a este punto es menester indicar que los cortes de este score están ordenados, aparentemente, por orden cronológico de acontecimientos, aunque los patrones rítmicos sobre los que se sustenta la música de acción suenan demasiado similares como para permitir, en ocasiones una pronta identificación en el álbum. Los temas más calmados, por el contrario, suelen tejer texturas electrónicas cuya principal finalidad es crear suspense y ambiente sobre el que situar la historia y los personajes.
Temas como "Corvinus" o "Bloodlines", por tanto, carecen de suficiente autonomía per se, excepto como temas ambientales en la mejor tradición de la "ambient music" de Brian Eno. A medida que el score va acercándose a su recta final, Haslinger va poniendo sus cartas sobre la mesa, y nos ofrece algunas gratas sorpresas que ponen en evidencia hasta qué punto Underworld no es una banda sonora ambiental al uso. A partir del corte 14, Underworld entra su recta final, que ofrece lo mejor del score, tanto en términos melódicos como ambientales. "Fire Falling from the Sky" pertenece a la escena en la que Michael Corvin tiene la visión de la muerte de la hija de Viktor y amante de Lucian, sentenciada por su propio padre. La música es agresiva, con un sonido sucio post-industrial que forma parte del especial sonido "Underworld", un sonido sub-urbano con elementos techno. El siguiente corte, "Miserere", que describe la llegada de Viktor y sus vampiros a la guarida de Lucian, es probablemente uno de los mejores de toda la banda sonora. Haslinger hace uso de unas voces, que van recitando de manera obsesiva la palabra "miserere" como en una salmodia maligna, para acentuar el poder del vampiro y la inminente confrontación final que está por llegar. Se trata de un magnífico tema que describe a la perfección la sensación de amenaza que, llegados a este punto, transmite la película, una vez que Viktor ha sido liberado y se descubre como la principal amenaza a la que Selene tendrá que hacer frente, en vez del líder de los licántropos. Se trata indudablemente del corte más espectacular de todo el álbum, y también del más eficaz en cuanto a su capacidad de infundir temor y terror en el espectador. "The Last Stand" describe la confrontación final entre Viktor y Michael Corvin. Abundancia de percusión, caos rítimico, sonidos estridentes y cacofónicos para describir una batalla emocionante cuyo resultado parece en un principio incierto. Los dos últimos cortes conforman una elegante y preciosa suite que constituye, en términos melódicos, el mejor momento de todo el film. "Eternity and a Day" se corresponde con el epílogo del film, una vez que Viktor ha sido destruido. La música se vuelve lírica y melódica por última vez, con un comienzo basado en unas notas a piano que empiezan a desarrollar por vez primera un precioso tema que anuncia la esperanza del fin de una guerra sin sentido e injusta. Una orquesta toma el relevo, y prosigue con este sencillo pero hermoso motivo temático, aunque a medida que la voz en off nos advierte de las repercusiones que aquellos acontecimientos tendrán el futuro, mientras que la cámara se aproxima a la cripta en la que duerme el tercer Anciano, Markus, la música va creando un suspense en continuo crescendo. Aquello no es el fin de la guerra, sino el fin de una batalla, y lo peor está aún por venir.
El último corte, titulado "Keep Watch Over the Night", desarrolla el patrón melódico aparecido en el anterior corte. Es un tema muy ambiental, muy en la línea de la música de Christopher Franke o Craig Armstrong, realmente precioso. Es toda una sorpresa, ya que este tema no aparece en los créditos finales de la película, aunque hubiera quedado mucho mejor que el típico tema de rock duro por el que al final parecieron decantarse, ya que supone una evolución natural y en consonancia con el tipo de música escuchada a lo largo de la película. "Keep Watch Over the Night" es un bellísimo tema de carácter onírico, con una preciosa melodía y cálidos ritmos en la mejor tradición de la música cósmica o planeadora que tan buenos resultados le han dado a sintetistas como Michael Stearns o Mychael Danna. Piano, teclados, efectos cósmicos, percusión desarrollan en este magnífico corte el tema que, finalmente, da vida al score, un score que no acaba convirtiéndose en una sucesión de atmósferas monótonas, sino en el que también hay cabida para otros elementos que terminan por engrandecer este trabajo.
En resumidas cuentas, nos encontramos ante un album de gran interés para aquellos que gusten de ambientes siniestros en los que buscar inspiración para dar forma a sus pesadillas, así como para aquellos a los que les gusten las texturas ambientales oscuras y opresivas y los sonidos y ritmos propios de la música industrial. La mayor parte de los temas no tienen otra finalidad que ambientar las imágenes de la película, acentuando ese especial "look" del que se nutre el film de Wiseman, aunque, y ahí está el gran acierto de este score, Haslinger también se permite crear unos breves pero bellos y muy eficaces motivos melódicos que aparecen en algunos temas y que le dan al score una riqueza de la que la mayor parte de los scores atmosféricos adolecen. Por otro lado, Haslinger no tiene ningún prejuicio a la hora de experimentar y combinar diversos sonidos, consiguiendo un efecto misterioso y cautivador.
El score de Underworld, por tanto, se basa principalmente en un sonido industrial, con abundancia de elementos electrónicos y percusión machacona y agresiva, aunque también hay cabida para elementos más tradicionales como el piano, que se reservan para los momentos de calma en los que se explora los sentimientos de los personajes, sus recuerdos, y también la relación entre Selene y Michael. Haslinger consigue en cualquier caso una interesante homogeneidad durante todo el score, con sonidos fríos, sin vida, con el mismo mundo en el que Selene debe vivir, y en el que, en ocasiones, se intenta aportar algo de calidez emocional. En estos momentos, la música se vuelve melancólica, nostálgica, triste, y es en estos momentos cuando Haslinger demuestra hasta qué punto su música ha contribuido a hacer de Underworld una experiencia única muy de agradecer en estos tiempos que corren.
Lo Mejor: "Miserere" y "Keep Watch Over the Night" (¡ojalá todos los "bonus tracks" fueran así de buenos!)
Lo Peor: Que a algunos no les haya parecido suficiente un álbum con los temas vocales escuchados en la película y hayan incluido en el CD del score un abominable tema rock de un grupo llamado Agent Provocateur.
Luis Fernando Rodríguez Romero
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