Tracklist:
- The wires (Part 1)
- Hall's creek
- Emu creek
- The crater
- Alien F100
- Abysmal horizon
- Talimnavi
- Liz
- The shed (Part 1)
- Arcane menace
- Escape
- The shed (Part 2)
- The cliff
- Mick
- The return
- Trophy room
- Head on a stick
- Kristy
- Statesman Deville
- Ben
- Monumental isolation
- Epilogue
- The wires (Part 2)
- Wolf creek (Main Title)
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Películas de familias disfuncionales que amenizan su vida recibiendo con los brazos abiertos a despreocupados turistas, las hay, y a porrillo, todo por culpa de esa película de culto que fue y es La Matanza de Texas.
Algunas basadas en hechos reales, otras potenciando el lado grotesco de la realidad (aunque como siempre dicen con razón, la realidad siempre supera la ficción), todas terminan con un baño de sangre, y con los supervivientes más "p'allá que p'acá". Es lo obligado, al tener a un "asesino cojonero" corriendo detrás de ti con una motosierra durante casi toda la duración de la película.
Wolf Creek es la respuesta australiana a la Matanza de Texas: Turistas prepotentes (aunque en esta ocasión menos lamentablemente inaguantables que en otras producciones de similares características), persona normal que va evidenciando paulatinamente ciertos rasgos psicóticos, hasta despejar toda duda al respecto con la primera muerte, y sobre todo, estar basada en hechos reales. Para dar más pimienta a la receta, nos confiesan sin reparo, que en la vida real el asesino no pudo ser condenado por la falta de peso en los testimonios de la única víctima que quedó viva, (todo a causa de que su situación mental quedó totalmente deteriorada después de tan "simpáticos" acontecimientos), por lo que el tipejo campa a sus anchas por el desierto australiano. No le partiese un rayo.
El joven director Gleg McLean, lleva a cabo este (su segundo) proyecto, con una magnífica contención en los excesos de los típicos movimientos de cámara, e intentando crear una atmósfera, que eso sí, le cuesta más conseguir. Sus planos están bien elegidos, pero la dirección artística no está a la altura, y la atmósfera aunque efectiva, podría ser mucho más angustiosa y tenebrosa, así como el asesino, que se nos presenta como un mero palurdo sin ningún elemento visual característico que tan bien hubiese venido para mitificar su presencia (y por qué no, para dar más sentido sobrenatural e implacable al mismo).
La poca atmósfera que encontramos, aparte de por el escenario natural donde acontecen los sucesos (ese desierto australiano sin autoridades cercanas que puedan echar una mano a las víctimas), se consigue gracias a la partitura de Frank Tetaz (a veces conocido por el nombre de François Tétaz).
Wolf Creek es el tercer trabajo de este compositor, y el primero que produce él mismo. Mentiría diciendo que es una partitura innovadora y que marca un antes y un después en la música de género. También mentiría si dijese que he disfrutado de su audición.
Wolf Creek es una partitura insoportable de escuchar (a veces uno sólo escucha silencio), pero que queda perfectamente con la película, a pesar, es cierto, que ni durante la visualización de ésta reparamos en la música.
Si McLean quería una partitura basada en silencios, golpes de efecto muy pero que muy aislados, y evidente atonalidad... lo ha conseguido, el trabajo de Tetaz era el mejor que podría haberse fusionado con sus imágenes.
De todas formas uno echa en falta más melodía, a pesar que el compositor crea un leitmotiv para la historia a base de cuerdas de cierto sentido retentivo, pero un poco desmarcado del espíritu de la película.
Personalmente no recomiendo esta banda sonora a menos que seas un fanático de la película y quieras hacerte con cualquier elemento que pueda complementarla, conjunta o aisladamente.
Lo mejor: La profesionalidad del compositor sacrificando su protagonismo a niveles de silencio absoluto. Eso no es música, aunque sí un recurso muy efectivo para el compositor en más de una ocasión.
Lo peor: Su escucha es ciertamente insufrible.
El momento: Ninguno en especial.
DDBSpawn (David Doncel)
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