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Patrick Doyle reúne a sus amigos. Una invitación al Royal Albert Hall

Se despliega la Magia

Antes de que comience la batalla, Enrique anima a sus tropas con el famoso "Discurso del Día de San Crispín":

Nosotros pocos, felices pocos, nosotros, grupo de hermanos;
Pues el que hoy vierta conmigo su sangre
Será mi hermano; por villano que sea,
Este día le hará de noble rango:
Y muchos caballeros de Inglaterra, que ahora están en la cama
Se considerarán malditos por no haber estado aquí,
Y les parecerá mísera su valentía cuando hable alguno
Que combatiera con nosotros el día de San Crispín .

Qué lleva a una persona a ilusionarse, a tener sueños, a luchar por alcanzarlos, a descubrir que la fuerza de esas ilusiones, que su pasión por una cosa puede mover montañas. En el caso de un aficionado a la música de cine y a la música misma, la existencia de una mínima posibilidad de conocer de cerca aquello que ha crecido en su interior, el amor por la música que acompaña imágenes, por melodías, masas corales, solos de instrumentos que nos hacen viajar a mundos nuevos, la belleza de las combinaciones de notas, de un arpegio, de un pizzicato, la rotundidad de un ostinato inmisericorde, la gracilidad de una caricia a una sola tecla de un piano, aquel scherzo que acompañó las aventuras del héroe de nuestra infancia, el sortilegio que crea un vibrato, la pureza en definitiva, de la música.

Porque una vez esa magia te ha tocado, una vez tu corazón ha quedado prendado de esa exquisita fascinación, ya nada será igual, y el hechizo ya formará parte de ti. Amamos la música, y somos afortunados de estar viviendo una nueva Edad Dorada, tenemos la posibilidad de conocer a los compositores que nos llenan, descubrir cómo son las personas cuyas creaciones nos transmiten infinidad de sentimientos (Congresos o Festivales como el de Úbeda son manifestaciones de que el cariño y el amor por la música de cine es enorme a lo largo del mundo), y si hay suerte y todo se confabula a nuestro favor, viajar con nuestros amigos, conocer ciudades hermosas, como Londres, en esta ocasión, o Nueva York en el pasado, y dar la mano a nuestros ídolos, antes de solazarnos con la interpretación en directo de sus obras.

Este es precisamente el caso de nuestro viaje a Londres, esta es la historia de nuestro sueño hecho realidad. En el Royal Albert Hall, teniendo enfrente a la London Symphony Orchestra & Chorus, una celebración benéfica para recaudar fondos para la Investigación de la Leucemia, que nuestro ilustre anfitrión padeció y felizmente superó hace unos años, media Royal Shakespeare Company en pleno para acompañarnos como maestros de ceremonias, y un compositor, para reunirlos a todos, nuestro querido amigo ya, Patrick Doyle.

Londres, extrayendo el jugo a un fin de semana para recordar

La última escapada a Londres tuvo un objetivo muy determinado: asistir al concierto de la London Symphony Orchestra en el Royal Albert Hall, dirigida por Dirk Brossé, interpretando música del gran Patrick Doyle, y en el marco de una ceremonia dirigida por Kenneth Brannagh, con una serie de estrellas invitadas, casi todas ellas muy british. La oferta, como sugeriría Don Corleone, no podía rechazarse. Así que provistos de las entradas y el alojamiento ad hoc, reservamos un fin de semana largo, para, como aperitivo del concierto, disfrutar una vez más de la excelente oferta cultural de Londres.
No sin anécdotas que contar, pues un retraso de tres horas en el despegue del avión amplió lo que se preveía un viaje rápido, y la llegada a Luton se hizo un tanto eterna. Pero llegamos sin novedad a la zona de South Kensington donde estaba ubicado el hotel, elegido por su proximidad al Royal Albert Hall.

Como viene siendo habitual en una escapada cultural a la urbe londinense, la primera visita es al Half Ticket Price Booth de Leicester Square, donde se venden entradas para muchos de los teatros del West End, a mitad de precio, para la función de ese mismo día. Una pista por si nunca habéis estado en Londres: aunque en la calle que va de Charing Cross Road (donde están las salidas del Metro) hasta Leicester Square se pueden ver por los menos cuatro o cinco establecimientos que afirman ser el "Official Half Price Ticket Booth", solamente uno es el verdadero y se trata de la casita con un reloj en el tejado que se encuentra en el sur de la propia Leicester Square, más o menos enfrente del cine Odeon West End. Otra pista: suele haber una cola para las sesiones de noche (Evening) y otra para las de tarde (Matinee).

En fin, siempre hay algo que merece la pena en la cartelera londinense, o incluso puede repetirse alguno de los longevos musicales que siguen representándose, y que son de una calidad indiscutible. Esta vez tuvimos el placer de asistir a una reposición de Glengarry Glenn Ross del gran dramaturgo David Mamet, a la transcripción teatral en clave descacharrantemente divertida de los 39 Escalones de Alfred Hitchcock, y a una representación de Spamalot (la ya casi convertida en clásico de la comedia bufa, basada en el humor de los geniales Monthy Python).

La primera, indiscutible obra maestra de David Mamet, es una magnífica adaptación, con unos sublimes Jonathan Pryce, Aiden Gillen y Paul Freeman entre otros, todos ellos soberbios, sobre todo este último (con una interpretación dramática sutilmente cómica en la inocencia y descubrimiento de la realidad de la trama), en una representación de ritmo incesante y sin tregua. Maravillosa. De la segunda, sólo se puede decir, que el mago del suspense hubiera reído con ganas, lo que es todo un elogio, ante los constantes homenajes a toda su obra, la vis cómica de muchos quilates del reparto (desconocido para nosotros, pero brillante al fin y al cabo), y el slasptick constante y las deudas a la screwball comedy
Y qué decirde Spamalot, obrade Eric Idle y John Duprez, sino que se trata de uno de los mejores musicales de los últimos tiempos, fiel al espíritu de Monty Python. Las carcajadas, siempre que se comulgue con el tipo de humor del sexteto inglés, están aseguradas. Y los números musicales son excelentes.

Además, para el aficionado a la banda sonora, Londres ofrece a uno la oportunidad de completar su colección, aunque la libra ciertamente no esté tan baja como el dólar. No obstante, ya sea en los grandes stores (Virgin o HMV) o, más bien, en las pequeñas tiendas de Notting Hill o Camden, se pueden encontrar maravillas, por lo que merece la pena darse un paseo. Para los amantes de los musicales, una parada obligada es Dress Circle, tienda en la que conviven ediciones discográficas de musicales del West End, Broadway y del resto del Globo, con merchandising de las obras más comerciales.
Además, la oferta de ediciones de DVD es evidentemente muy superior a la española, aunque con la desventaja para muchos de que la inmensa mayoría de las ediciones británicas carecen de subtítulos en castellano.
Y es que solamente pasear por Londres ya es un placer: las calles del West End, Covent Garden, Picadilly, el Soho y Chinatown, los parques...

La verdad, es que la espera hasta el concierto para nada se hizo larga, y de hecho los días pasaron volando, hasta llegar a la sobremesa del 28 de octubre. Era una tarde lluviosa, y después de un poco de relax en el hotel (por la mañana habíamos estado de caza -de CDs- por Notting Hill) emprendimos el camino hacía el Royal Albert Hall.
Durante los días previos al concierto ya habíamos topado con conocidos (en la cola del Half Price Ticket Booth), y en el interior del Royal Albert Hall, por cierto ideal para eventos como este, encontramos a más amigos de Barcelona, Valencia, Madrid... habituales casi todos del Congreso de Úbeda. 

El Royal Albert Hall, Patrick Doyle,
una inolvidable noche de homenaje a la música de cine

El concierto realmente fue algo especial. No sólo representó una celebración de la música de Patrick Doyle, sino que fue un verdadero homenaje a Pat de todos sus amigos. El concierto estuvo dividido en dos partes, y en cada una se incluyeron fragmentos de la música compuesta por Doyle para una serie de películas. A la interpretación de la orquesta le precedía la presentación a cargo de un miembro del equipo artístico de la película en cuestión. Los anfitriones no se limitaron a presentaciones asépticas, de la película o la pieza específica, sino que se centraron en la figura de Patrick Doyle, ilustrando con emotivas y/o divertidas anécdotas la amistad que a todos ellos les une a Pat. Por eso, a la salida del concierto el sentimiento era un mayor conocimiento del compositor.

La velada se inició con puntualidad inglesa a las 19.30 horas, anunciando el speaker de la noche al director, Dirk Brossé, un famoso músico belga, de profusa trayectoria en este tipo de actos, y con un largo itinerario de colaboración con orquestas como la Sinfónica de Praga y la discográfica Silva Screen, o dirigiendo en Gante ante la presencia de Howard Shore la Sinfonía de la Oscuridad, basada en su composición para la Trilogía de El Señor de los Anillos.

De inmediato compareció en el escenario Emma Thompson, que recitó los versos de William Shakespeare para el inicio de “Much Ado About Nothing”,  el aria  “Sigh No More, Ladies”, acompañada por la London Symphony Orchestra. La actriz, radiante, iba vestida como al inicio de la película de Kenneth Brannagh, de blanco inmaculado, y como en el filme sostenía un racimo de uvas, que fue repartiendo entre los miembros de la orquesta, su director, e incluso el público, mientras recitaba. Se enlazó, como en el disco editado con la banda sonora de la película, con la dinámica “Overture”.

Es de destacar el carisma sin límite que desplegó por doquier esta gran dama de la actuación británica. Para quien sólo la conocemos de sus apariciones en la gran pantalla, demostró una capacidad infinita para hacerse en directo con la audiencia, consiguiendo una magia escénica y una entrega de todos los espectadores, auténticamente emocionante. Su entrada al auditorio, dando pequeños brinquitos y con un salero y gracia notables fueron realmente impagables. La ovación a su sentida interpretación de los versos del Bardo de Upon Avon, acompañada por la London Symphony, su gestualidad contagiosa de alegría (y de estar pasándoselo en grande) ante los movimientos musicales de la obertura, y su pasión real por la música, consiguió que la melodía nos transportase al propio film con gran facilidad.

Después de los aplausos del público, y de la propia Emma Thompson, que recorrió el escenario vitoreando a la orquesta, Imelda Staunton, recordando los excitantes días del rodaje de “Much Ado About Nothing”, no tanto por los hermosos paisajes de la Toscana, como por la presencia de Keanu Reeves en la habitación contigua a la suya, dio paso al bellísimo tema “Goddess of the Night”, que en la película acompañaba al supuesto entierro del personaje de Kate Beckinsale. La presencia de un emocionado compositor en las primeras filas disfrutando como un niño, era algo inigualable. Estaba viviendo un sueño, viéndose arropado por tan grandes artistas, y nosotros con él, sin duda.

Fue el turno de que Regis Wargnier presentara el tema "La Derive” del score de “Indochine”, que la London Symphony Orchestra interpretó inmaculadamente. Wargnier contó que decidió trabajar con Patrick Doyle después de escuchar la música de "Henry V", y que su colaboración siempre ha sido estrecha. Recordó su visita a Patrick al hospital, durante su convalecencia provocada por la Leucemia y deseó que la colaboración entre ambos se extendiera durante muchos años. Se notó el nerviosismo del director francés, sin duda abrumado por su amistad con el compositor, y sus ganas de ser brillante. Pero la falta de relax en su speech y el exceso de tensión le pusieron en apuros un par de veces en que la emoción le dominaba.

Richard E. Grant, actor y director de "Wah Wah", fue el encargado de presentar los temas de la película de Robert Altman "Gosford Park". Aunque más seco en la presentación que el resto de sus compañeros, Richard  recordó la figura de Altman, recientemente fallecido. La Orquesta interpretó en primer lugar la pieza "String Folly", un diez para las poderosas cuerdas de la London Symphony, para posteriormente también de "Gosford Park" poder escuchar la canción "The Way It's Meant To Be", que interpretó -muy bien por cierto- una de las hijas de Doyle, Abigail (una hermosa y dúctil voz la suya), autora de las letras de la misma junto a Robert Altman.  

Por segunda vez, compareció en el escenario el director galo Regis Wargnier, esta vez más tranquilo, para dar paso a "The Land" de la película "Est-Ouest", explicando que la pieza quería mostrar el sacrificio del protagonista al final de este melodrama "muy francés", como lo calificó Wargnier. Y qué mejor elección para una partitura “muy francesa”, que “un escocés”, rió el director, y Doyle con él.

El barítono Anatolij Fokanov la interpretó de manera conmovedora, con una pasión y entrega que provocó las primeras lágrimas en la platea, auspiciadas por la belleza de las notas y el impresionante apoyo orquestal a una voz tan espléndida y al sentimiento generoso que puso el cantante.

Uno de los presentadores más aplaudidos de la noche fue el gran Alan Rickman (un actor que adoro y uno de los mayores talentos de la interpretación actual, no hay duda, con un carisma a prueba de bombas), que nos introdujo la primera de las piezas de "Sense and Sensibility", titulada "My father's Favourite". Rickman estuvo ciertamente brillante en su presentación, recordando su amistad con Patrick desde sus inicios en el mundo del teatro y en particular contó una anécdota concerniente al rodaje de "Sense and Sensibility", en concreto la fijación de Patrick Doyle con llamar a Ang Lee con el nombre completo, en lugar de referirse a él simplemente como Ang. “Sinceramente Patrick Doyle, ¿no te dabas cuenta del porqué de la expresión divertida del director cada vez que te dirigías a él?”.

El auditorio estalló en carcajadas, dando paso al piano, a cargo de John Alley, que fue el protagonista de esta clásica pieza, como recordarán aquellos familiarizados con este score. Un tema que se desliza, sugerente, bello, sencillo, que no simple, y lleno de sutilezas. La platea se dejó mecer por el dulce pentagrama, la atmósfera se tornaba mágica por momentos.

Greg Wise, actual pareja de Emma Thompson acudió a presentar la segunda de las piezas de "Sense and Sensibility", el aria "Weep No More Sad Fountains", que fue interpretada por la soprano Janis Kelly. Reveló Wise que en su casa tiene enmarcada una partitura de "Sense and Sensibility" dedicada por Patrick Doyle de la siguiente manera: "It's been an honor being part of this. Fuck Off." ("Ha sido un honor formar parte de esto. A tomar por ...").

No es preciso decir que los ataques de risa a lo largo del Royal Albert Hall, contagiaron incluso a los músicos en esos instantes. El final de esta aria, llena de Juicio y Sentimiento, dramatismo y romanticismo, clasicismo y belleza, dio entonces paso a las dos piezas finales de la primera parte del concierto, pertenecientes a la película "Hamlet" de Kenneth Brannagh.

Fue Robbie Coltrane, que encarna a Hagrid en saga Harry Potter, el encargado de llevar a cabo la presentación. Igual que Alan Rickman recordó sus años mozos en el teatro junto con Patrick Doyle, al que definió como un cachondo y un bromista consumado. Contaba que al parecer Doyle no compartía la afición desmesurada por los coches que Coltrane sí tenía -y continúa teniendo- y un día Pat instruyó a toda la compañía teatral, antes de una cena de celebración, para que en el momento en que Coltrane empezara a hablar de coches, uno a uno pusieran los ojos en blanco y se fueran desmayando, quedando él sólo en pie en toda la sala. La gestualidad de Coltrane, su gracejo y entonación sarcástica volvieron a hacer saltar de risa de sus asientos a la multitud congregada. Y se dio paso a una de las mejores creaciones del compositor en toda su carrera.

En primer lugar se interpretó la preciosa aria "In Pace", por la orquesta y el London Symphony Chorus, realmente emocionante. No en vano, la London es una de las mejores orquestas del mundo, algo que se entiende con facilidad tras escuchar su estremecedoramente bella intervención en este instante. Toda la platea tenía la piel de gallina ante el lirismo desplegado en su interpretación por los músicos en pleno. Algo para no olvidar nunca.

Pero el final de la primera parte fue también uno de los mejores momentos del concierto. La orquesta con toda su potencia -que es mucha- interpretó el corte del score "My Thoughts Be Bloody", acompañada por Sir Derek Jacobi, que declamó el monólogo escrito por Shakespeare, con una fuerza que no le iba a la zaga a la de la orquesta. Un final intensísimo para esta primera parte del concierto.

Mi compañero de asiento de la derecha (un londinense adusto) tuvo que taparse incluso la boca ante la conmoción que le embargaba, para evitar hacer ruido con sus sollozos de emoción. Jacobi atronó con su monólogo en intensidad creciente, hasta el paroxístico final del mismo, cuando el crescendo orquestal pasó de una suavidad hipnótica a un final arrollador y explosivo brutal, en el que sin embargo el actor, totalmente absorbido por su interpretación, no se dejó superar y su parlamento resonó dejando una sensación de haber sido testigos de algo inolvidable, y una auténtica lección de declamación e interpretación.

Y llegó el interludio, durante el cual pudimos comprobar la cantidad de gente de España, y amigos de la música de cine, que se habían dejado seducir por la experiencia de acudir a la llamada de Patrick Doyle. No menos de cuarenta amigos de Úbeda, Madrid, Valencia, Bilbao o Barcelona, reunidos por el amor a la música de cine. Pero la magia debía continuar. Y qué mejor manera de hacerlo que, con Harry Potter.

Segunda parte del concierto,
de cómo Patrick Doyle nos regaló el discurso más bello que jamás hayamos tenido la fortuna de escuchar

La segunda parte se inició con el "Harry Potter Waltz" de la película Harry Potter and the Goblet of Fire, que fue ciertamente una obertura brillante. El director de la cuarta parte de la saga, Mike Newell, dió paso a la segunda de las piezas de dicho film, el tema "Harry In Winter", recordando su trabajo con Doyle a lo largo de varios filmes, como "Donnie Brasco" y alabando el trabajo y la persona del compositor. Aunque se echó a faltar algún tema de acción de la excelente banda sonora para Potter compuesta por Doyle, la London Symphony Orchestra estuvo a la altura y este "Harry In Winter" fue ciertamente disfrutable.  

El trabajo a las cuerdas y la dirección de Brossé sólo puede catalogarse como impecable y memorable, con especial mención para la labor de una sección de violines en estado de gracia permanente durante el evento. Y es que el extremado lirismo y la fastuosa belleza de la pieza volvió a transportar a la audiencia a un viaje al centro mismo de la emoción, a un lugar en el que la pantalla grande se funde con la imaginación de los espectadores, donde un personaje literario cobra vida, cuando un compositor crea un tema legendario, y la magia se hace, real. Nunca “Harry in Winter” podrá separase ya en nuestro interior del aura de leyenda que adquirió aquella noche en Londres. Gracias Patrick, de corazón

Pero el espectáculo debe continuar, y otra de las hijas de Doyle, Nuala, presentó uno de los platos fuertes de la noche (otro más), el "Rosalind Violin Concerto", basado en temas de la reciente banda sonora de As You Like It, dirigida, como no, por Kenneth Brannagh. Y para nuestro gusto, fue uno de los puntos álgidos del evento. Interpretado por Camille Lauri, como solista, la pieza se inició con la "Romanza For Violin", último track del disco del score editado por Varese, y siguió con un medley de varios temas más cortos de la referida banda sonora. Aquí es de justicia destacar el buen hacer del violín solista, impecable. Uno de los más laureados intérpretes de este bellísimo instrumento, y una fama ganada con talento. Sin palabras.

Celia Imrie y una de las verdaderas Calendar Girls, Angela Baker; dieron paso a la canción de la película del mismo título, interpretada por Beth Nielsen Chapman, autora de la letra. La temática de la película y la labor de las Calendar Girls, dió pié a recordar la lucha de Patrick Doyle contra la leucemia. No obstante, la interpretación de la cantante no fue especialmente brillante, aunque la London Symphony sí la defendió muy bien.

Sustituyendo a John Sessions, que no pudo acudir a la cita, Adrian Lester, visto en Love's Labour's Lost, presentó el tema "Overture Elegy" de la banda sonora del film Carlito's Way del maestro Brian De Palma. Contaba Adrian Lester que, al llegar Patrick Doyle al set del rodaje de dicha película encontró a Al Pacino tirando a John Leguizamo por unas escaleras. Al acercarse Patrick y comprobar que las escaleras eran de duro cemento, le preguntó a Pacino si eso era normal, respondiéndole el actor americano que formaba parte del "método" de actuación y que esperase a ver cómo se trataba allí a los compositores.

La cara de Pat era todo un poema mientras Adrian lo iba contando. Y así de acongojado debió quedar Doyle que consiguió crear una de sus mejores obras. Aunque a muchos nos hubiera gustado oír en directo ese "Grand Central", lo cierto es que la sección de cuerdas de la London Symphony echó humo con este "Elegy". Precioso, con una dirección virtuosa e impecable de nuevo, y un nuevo Tour de Force de Matrícula de Honor para la orquesta.

 Y llegó el fin de fiesta (por lo menos según el programa oficial) cuando Judi Dench -alzada en una tarima- dio paso con la elegancia que la caracteriza a las piezas de Henry V.  Kenneth Brannagh y Jimmy Yuil interpretaron, junto con la orquesta el discurso de "St. Crispin's Day". Tanto Brannagh como la London estuvieron espectaculares, demostrando el laureado actor su fuerza y pasión interpretativa, su talento y convicción dando paso al tema "Non Nobis, Domine", cuyo solo de tenor inicial ejecutó el propio Patrick Doyle (consiguiendo que la platea vibrara de nuevo), al que luego se unieron el coro y la orquesta, con toda su potencia para este extensa pieza. Pieza que en su extasiante y epopéyico final suponía la aparente conclusión al concierto. Pero lo mejor, sin embargo, aún estaba por llegar.

Seguidamente Patrick Doyle, acompañado en el escenario de todos los amigos que habían ido desfilando esa noche, realizó un discurso de agradecimiento cargado de sentimiento y emotividad. Tuvo palabras, para su familia, su "otra familia", la de la farándula con una extensa delegación allí presente y la Leukaemia Research Society.

Su vida había sufrido una dura prueba, una extensa y desgarradora enfermedad para la que con la ayuda de todos debemos encontrar cura, un proceso en el que descubrió, que por encima del trabajo, del proceso creativo, de la pasión de un creador por su obra, está una familia que lo había llenado de amor, unos amigos que le habían demostrado su cariño, apoyo y generosidad, que eran su otra familia, su corazón, su ilusión y su alegría, y unas ganas de vivir y una fuerza de voluntad arrolladora, con la que pensaba seguir componiendo música toda su vida. Una vida, por la que no podía estar sino agradecido.

Pero las palabras finales fueron para una persona en particular, la persona que le dió la primera oportunidad en este negocio, un amigo, un colaborador, un hermano, su nombre Kenneth Brannagh. Y el discurso culminó en un abrazo.

Dos amigos del alma, dos talentos, dos genios fundiéndose en un abrazo, en el momento más emotivo de la noche, con el que más de uno dejamos escapar ríos de lágrimas. Esperemos que la colaboración entre estos dos monstruos continúe durante muchos años, y siga dando frutos tan apetitosos como los que hasta ahora hemos tenido la fortuna de disfrutar.

El fin de fiesta lo proporcionó Patrick invitando a todos los asistentes, a coger la página catorce del programa de mano, y unirse a las estrellas del escenario, cantando "Strike Up Pipers" de la banda sonora de Much Ado About Nothing.  Y allí estaban Emma Thompson, Jimmy Yuil, Regis Wargnier, Adrian Lester, Richard E. Grant, Derek Jacobi, Dame Judi Dench, Alan Rickman, Kenneth Brannagh, Robbie Coltrane, Abigail y Nuala Doyle, Celia Imrie, Beth Nielsen Chapman, Angela Baker, Mike Newell, Imelda Staunton, Greg Wise, John Sessions entonando este hermoso himno a la alegría de vivir, esta celebración de la vida, arropando a Patrick Doyle, uno de los más grandes compositores de nuestro tiempo, una maravillosa persona, y un talento, único.

Pero la noche aún no había concluido del todo, y para nuestra sorpresa y para acabar de desbordar una vez más nuestra capacidad de emoción, a esta divertida interpretación siguió un segundo bis, el tema "The Creation" de Mary Shelley's Frankenstein interpretado con fuerza por la London Symphony, que no parecía que llevara aguantando cerca de tres horas de concierto. Y la apoteosis fue hecha música, y la música nos tocó el alma, y tres mil personas vibramos de nuevo con esta obra maestra indiscutible del compositor, y por primera vez aquella noche, momentáneamente, nos embargó la tristeza. Porque aquella soñada velada culminaba ya, y la magia concluía.

Habíamos asistido a un concierto deslumbrante, inusual, sorprendente, y en definitiva inolvidable. La LSO estuvo, como se ha dicho, prácticamente perfecta, igual que el coro. La mezcla de música y espectáculo escénico fue equilibrada, y para nuestro gusto, muy acertada, y en ocasiones la sinergia entre los dos elementos (música y teatro, por llamarlo así) alcanzó momentos soberbios, catárticos como las intervenciones de Emma Thompson y Kenneth Brannagh unidos a la London Symphony, y especialmente la de Derek Jacobi, superando en decibelios a la rugiente orquesta que tenía detrás.

Después del concierto, unos cuantos aficionados permanecimos aún un rato más esperando la salida del Maestro para tributarle un último y merecido aplauso, o alguno de los ilustres invitados de la Gala, pero solamente compareció Dame Judi Dench, alias M, que eso sí, tuvo la paciencia de estar un buen rato firmado autógrafos para sus fans. Y en un visto y no visto, Abigail salió para saludar, dando muestras a los aficionados de su simpatía natural. Ya sólo restaba volver al hotel y recoger para planear la vuelta a casa al día siguiente. Y una serie inabarcable de inolvidables recuerdos surcando nuestras mentes durante el regreso.

¡Hasta pronto, Londres! y ¡Hasta pronto Patrick! ¡Nos vemos de Nuevo en Úbeda V!

David Saiz & Asier G. Senarriaga
Agradecimientos fotográficos especiales a nuestra querida amiga Meritxell Martinez, por su inestimable aportación al artículo.

 
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