Formación e Inicios
Maurice Jarre nació el 13 de Septiembre de 1924 en Francia (Lyon), y a diferencia de la mayor parte de los compositores, no estudió música durante su infancia, hasta llegados los 15 años. Lo que desató su amor por la música fue la segunda Rapsodia Húngara de Linz, por lo que tres años después acabó sus estudios de solfeo, composición, armonía y percusión en el Conservatorio de París.
Durante su aprendizaje en el Conservatorio de París, tuvo que seleccionar y estudiar cinco tipos de música étnica, decantándose por la música arábiga (Lawrence of Arabia, The Message), rusa (Doctor Zhivago), hindú (The Man Who Would Be King, A Passage to the India), japonesa (Shogun, Tai-Pan) y la música sureña de los EE.UU. (Resurrection!), algo que ha quedado patente en su obra. Pero no solo ha dominado esos estilos étnicos, sino que ha triunfado en todos aquellos que se le han puesto por delante, como la música mejicana (The Professionals), africana (Gorillas in the Mist, I Dreamed of Africa) o judía (Enemies, a Love Story).
Finalizados sus estudios, Jarre se dedicó a trabajar en el mundo musical como percusionista, hasta que el actor y director teatral Jean Villar se cruzó en su camino, con quien trabajaría durante doce intensos años para el prestigioso Theatre Nacional Populaire, la mejor época en palabras del propio Jarre.
En 1951 encontraremos una interesante composición propia, Three Dances for Ondes Martenot and Percussion, recogida en la brillante edición de FSM, tirada de 1.500 copias, donde además se incluyen otros trabajos del compositor del año 1956, 1957 y del año 1961, altamente recomendables
El debut de Jarre en el cine tendría lugar con un documental, Hôtel des Invalides (1952), de George Franju, con treinta y siete años de edad y todo un mundo por delante.
Primera Colaboración : George Franju, el trampolín a David Lean y a la eternidad (1956-1963)
El documental de Franju le abrió la puerta para una serie de cortos con el director, Le Théâtre Nacional Populaire (1956) y Sur le pont D'Avignon (1956).
Jarre trabajaría en varias películas francesas por aquella época, una fase musical experimental que sin embargo comienza a destapar el frasco de las esencias de Maurice Jarre, un compositor dotado para la melodía.
En el año 1959, Franju, contento con el resultado del trabajo de Jarre, le llama para sus siguientes películas, siendo la primera de ellas La Tête Contre les Murs (1959), un drama sobre un hospital mental, con un motivo agresivo y violento, muy percusivo (donde ya se intuye el estilo del compositor, ya en sus comienzos) y una bella melodía, envolvente y muy del estilo de Jarre.
Le seguirá Les Yeux Sans Visage (1960), una película de terror sobre un cirujano que, ayudado por sus asistente, rapta a chicas jóvenes para quitarles su cara e intentar implantársela en el rostro de su hija, víctima de un brutal accidente de coche.
En 1961 llegará el drama Pleins Feux Sur L'Assassin, donde un anciano decide esconderse en una alcoba secreta para acto seguido fallecer, ocultándose de sus herederos, que tendrán que esperar cinco años para tener acceso a la herencia, momento en el que el anciano les deja como obligación la mantención de su castillo. Los herederos planean realizar la representación de una leyenda en el castillo, pero en el transcurso de la obra, varios comienzan a morir de manera misteriosa. ¿Accidente o crimen?.
1962 marcará la carrera de Jarre con el cine. En ese año, Jarre vuelve a colaborar con Franju en Thérèse Desqueyroux, un nuevo drama sobre una mujer, Teresa, acusada de envenenar a su esposo (un año antes, el productor Sam Spiegel llamaría a Jarre para componer Lawrence of Arabia, abriéndole la puerta al mercado internacional).
Sin embargo, pese al despegue de la carrera de Jarre con Lawrence of Arabia, su colaboración con Franju continuaría con un último proyecto, el drama Judex (1963), sobre un banquero que es asesinado después de recibir una nota de chantaje firmada por Judex.
Fue una época en la que Jarre comenzaba a crecer y a dejar entrever su estilo personal, algo que posteriormente nos ofrecería a cotas realmente magistrales.
Si deseas acceder a los comienzos de Maurice Jarre, es recomendable una edición francesa de Play Time FGL que incluye varios de los trabajos de los inicios de Jarre, donde se incluyen, además de los trabajos de Franju, otros trabajos del compositor para películas francesas, así como la magnífica suite que podéis encontrar en el doble disco de Varese Sarabande, Sevilla Concerts, donde hay una magnífica Suite dedicada a Georges Franju de quince minutos.
David Lean: Un Punto y aparte - Lawrence of Arabia, Melodía Universal para el Desierto (1962-1984)
Haciendo referencia a un bello juego asociativo musical, si pensásemos en el espacio, quizás nos viniese a la mente el tema principal de Star Wars (John Williams) o de Star Trek (Jerry Goldsmith), si pensásemos en el Oeste, quizás nos viniese a la mente The Good, The Ugly and The Bad (Ennio Morricone), si pensásemos en el demonio, la respuesta sería The Omen (Jerry Goldsmith), si pensamos en volar, Superman (John Williams), si pensamos en aventuras épicas, de capa y espada, la respuesta es Conan the Barbarian (Basil Poledouris) y si pensásemos en el desierto, ineludiblemente, y de una forma completamente incontestable, la solución al interrogante es Jarre con su Lawrence of Arabia de goleada. No hay duda.
Lawrence of Arabia contiene uno de los más magistrales y espectaculares motivos jamás compuestos para el cine. Es una verdad universal, tan cierto como que cada día que pasa estamos más cerca de nuestra muerte.
En 1961, se comienza a gestar la leyenda. Jarre recibe la llamada del productor Sam Spiegel para ofrecerle un curioso e interesante trabajo: ocupar una de las tres plazas de compositores para un proyecto de David Lean, Lawrence of Arabia. Cada uno de los tres compositores se encargaría de crear tres líneas diferentes musicales para la película, música arábiga, música británica y música de relleno (source music). Jarre se encargaría de la última parte.
El valiente reto se convertía en un experimentó que no cuajó, por lo que Jarre decidió ofrecerla a David Lean un tema que había compuesto, interpretándolo al piano frente al director. En palabras de Jarre, cuando acabó de tocar el tema, Lean se levantó, posó su mano sobre el hombro del compositor y le dijo esto es lo que buscaba.
Incluso Lean alargó ciertas escenas de la película para que se ajustasen a la partitura compuesta por Jarre, algo similar a lo que hizo Leone con la estupenda música de Morricone para The Good, The Bad and the Ugly, otro aspecto musical y cinematográfico que hoy día es imposible de ver en el proceso de rodaje de una película.
Lawrence of Arabia fue el salto a la fama de Maurice Jarre, su lanzamiento a la industria de Hollywood, camino que había indicado con su colaboración en The Longest Day, película bélica de espectacular reparto (John Wayne, Henry Fonda, Richard Burton, Sean Connery...).
1962 marcó definitivamente la carrera e inmortalidad de Maurice Jarre, otorgándole un más que merecido Oscar de la Academia (no sería el último) para esa oda universal al desierto y a la aventura, lanzando al compositor francés a cotas de excelencia.
Jarre emigraría de Europa a los EE.UU., y pronto volvería a anotarse un rotundo éxito en 1965, y de nuevo, de la mano del director David Lean.
Cuenta Jarre que Lean le buscó para irse a rodar su nueva película a España, una historia de amor en tiempos de la Revolución Rusa Bolchevique. Lean exigió a los estudios MGM que fuera Jarre y no otro quien se encargara de la partitura, pese a la negativa inicial de los estudios, argumentando que Jarre era un gran compositor para el desierto, pero dudaban que fuera la mejor opción musical para representar paisajes nevados y la madre Rusia. Pero Lean lo tenía claro, y no hubo más que hablar.
Tanto para el director como para el compositor, Doctor Zhivago supuso otro peldaño en ambas carreras. Además, en el caso de Jarre, le reportó su segundo Oscar (en tan solo tres años), uno de sus mayores éxitos críticos y comerciales (fue una de las bandas sonoras más vendidas de toda la historia del cine) y con uno de los más bellos y magistrales motivos de amor jamás compuestos, el tema de Lara (infinitamente versionado hasta la saciedad).
Entonces llegaría Ryan's Daughter (1970), que recibió malas críticas, suponiendo un varapalo anímico para David Lean, que le retiraría del cine hasta 1984 donde volvería por la puerta grande, con A Passage to India.
Ryan's Daguther es una especie de puesta al día de Madame Bovary en Irlanda, con excelente reparto, donde John Mills ganó el Oscar como mejor actor secundario por hacer de tonto del pueblo. No obstante, la película supuso el primer y único fracaso crítico de Lean. Y por ende, también llovió sobre el propio Jarre, al que acusaron de realizar una partitura excelsa e inapropiada por momentos.
Ryan's Daughter fue la única partitura de Jarre para una película de David Lean que no fue nominada al Oscar (las otras tres fueron nominadas y vencedoras), aunque no tardaría mucho en resarcirse con un tercer Oscar para la que puede que sea, sino su mejor partitura, sino una de las más redondas y sensacionales creaciones musicales, A Passage to India.
Pasaje a la India fue el cuarto y último proyecto de Jarre con Lean, al que, tristemente, no le pudo seguir un quinto, Nostromo, basada en la novela de Joseph Conrad, por fallecimiento del director.
Visto el fracaso de su anterior colaboración, Lean le dio el ya famoso consejo para componer en Pasaje a la India, que pensase con los genitales en lugar de con la cabeza y el corazón.
La película, que alcanza las dos horas y medias pasadas de duración, tan solo contiene alrededor de veinte minutos de música, donde incluimos los títulos del inicio y el final, la marcha de Bombay, un corte para las cuevas y la visita final.
El tema central es maravilloso, solemne y envolvente, cohesionando perfectamente todo el score (cuya presencia es mínima pero magistral), con matices exóticos e hindúes para la escena del templo y la escalada a las cuevas Marabar.
Este corte central tiene un aire británico y pomposo, poniendo de manifiesto la ocupación británica en la India, pero también alberga exotismo y lirismo, en contraste con el país ocupado, un perfecto conflicto cultural reflejado en la música, y que se trasladará al personaje de Adela (una estupenda Judy Davis), quien adoptará el tema central para mostrarnos su conflicto interior (su locura) que pondrá en pie de guerra a la India contra la población inglesa colonizadora.
Además, encontramos una auténtica bomba sonora en el corte "Bombay March", una marcha militar explosiva y espectacular, con breve presencia en la película, pero con remarcado carácter británico.
Uno de los Oscars más justos de la historia, y una de las mejores partituras compuestas para una película, cuyo score editado alcanza los cuarenta minutos, casi más del doble de lo que aparece en pantalla, y que es una auténtica exquisitez auditiva.
La muerte de David Lean sellaría la mejor y más fructífera relación que haya tenido Jarre con un director de cine, quien además era un gran amigo del compositor. Sus trabajos han pasado a formar parte de la historia del cine con total justicia, regalándonos algunas de las imágenes y motivos musicales más maravillosos del cine.
Colaboración con Richard Fleischer (1960-1977)
Antes de Lean, y un poco después del inicio de la colaboración con Franju, merece mención destacar la relación del compositor con el director Richard Fleischer (Fantastic Voyage, Soylent Green, Tora! Tora! Tora!, Conan the Destroyer).
Jarre comenzaría su colaboración con Fleischer en 1960, con Crack in the Mirror, un melodrama sobre dos triángulos amorosos con el magistral Orson Welles en el reparto, todo ello gracias al productor Daryl F. Zanuck, quien era conocedor del joven valor del compositor francés.
Para Jarre, Crack in the Mirror supondría uno de esos pequeños peldaños que uno va dando en su carrera para ir escalando posiciones, especialmente viniendo de un director recién salido de ese par de maravillas que son 20.000 Leagues Under the Sea (1954) y The Vikings (1958).
Le seguiría una fallida película de aventuras, The Big Gamble (1961), con Stephen Boyd en el reparto (el inolvidable Messala de Ben-hur), sobre la historia de tres personas que correrán todo tipo de aventuras a bordo de un camión para hacer llegar la carga a su destino. Jarre crea un score maravilloso, muy selvático, relleno de toda clase de sonidos y percusiones exóticas en clara alusión a la selva, y con un ritmo musical constante, narrando musicalmente la historia de este viaje.
Entre el score encontramos incluido la famosa canción Oh, Susannah, y ese toque para la melodía del más puro Jarre que poco a poco alcanzaría cotas magistrales en Lawrence of Arabia. El score fue editado por Intrada junto con Treasure of the Golden Condor de Sol Kaplan, en una edición de 1.200 copias que voló literalmente.
Su tercera y última colaboración, tras dos proyectos muy cercanos en el tiempo, se trasladaría al año 1977, diecisiete años después, con un remake de El Príncipe y el Mendigo, titulado Crossed Swords, un trabajo que FSM ha editado y que no puedo sino más que recomendar encarecidamente a todo el mundo.
Con un reparto que quita el hipo (George C. Scott, Oliver Reed, Raquel Welch, Ernest Borgnine, Charlton Heston, Rex Harrison), la crítica no acabó de dar el respaldo a ésta adaptación literaria de época del clásico de Mark Twain, pero el trabajo de Maurice Jarre si que dio la talla.
Jarre crea una serie de leitmotivs que describen perfectamente a los personajes de la película y a la época en la que transcurre el argumento de Crossed Swords, dos chicos idénticos, Canty (un ladronzuelo, el mendigo) y Edward (príncipe de la corte), interpretados por Mark Lester (el mismo del musical Oliver!), que se encuentran accidentalmente un día y, asombrados por su parecido, deciden intercambiar sus ropas para poder participar en un baile de disfraces de palacio. El engaño funcionará a la perfección, pero todo se complicará cuando Edward, vestido mendigo, sea expulsado de palacio, y el cruel Henry VIII fallezca, convirtiendo en rey a Canty, el falso príncipe Edward.
Motivos épicos y nobles, destinados a realzar la realeza y la vida en la corte, así como diferentes leitmotivs musicales para los personajes (como el mendigo o el personaje de Oliver Reed) pueblan este magnífico e impagable score, donde Jarre introduce vibrantes cortes de acción como “Canty’s Fight” o “Fights on the Step”, así como brillantes recursos musicales, como el de una especie de silbido para tatarear el tema principal (un guiño de complicidad y picardía para el personaje de Canty), las gaitas en el pomposo “Procession” o cortes de época a modo de source music compuestos por el propio Jarre.
“The Prince and the Pauper” y “Epilogue” recogen excepcionalmente el alma de una obra que debería figurar en toda colección épica que se precie, configurándose como una obra obligada del compositor.
Colaboración con John Frankenheimer (1964-1969)
Tras el pelotazo de Lawrence of Arabia (1962), la carrera de Jarre comienza a coger carrerilla, y el siguiente apeadero será Doctor Zhivago (1965), la confirmación definitiva de la posición de Maurice Jarre como un gran compositor (algo que ya se intuía), y su segundo Oscar en tan solo tres años.
Pero antes de 1965, Jarre participará en dos películas bélicas de gran calado, una de las cuales le hará iniciar una corta colaboración con John Frankenheimer (Ronin, French Connection II, The Manchurian Candidate, Birdman of Alcatraz, Black Sunday) uno de los directores con más oficio del cine, un artesano, con quien trabajará desde 1964 a 1969 en nada más y nada menos que cuatro películas.
La primera colaboración será la magnífica The Train, un excelente trabajo bélico sobre la Francia ocupada durante el final de la segunda Guerra Mundial. Un coronel alemán (un odioso Paul Scofield, en una magnífica interpretación) realiza un importante expolio de las obras que un museo francés ha tenido confinadas a buen recaudo durante la contienda bélica.
Las obras deberán llegar a Alemania a través del transporte ferroviario, protegidas durante el viaje por los alemanes que a bordo del tren custodian el tan preciado tesoro, configurándose como una posible e importante moneda de cambio para el devenir de la guerra. Pero la resistencia francesa, liderada por un magistral Burt Lancaster, deberá de impedirlo con todo tipo de travas y artimañas, a costa del sacrificio de multitud de hombres que perderán su vida por la causa.
Jarre crea un score ajustado a las imágenes, pero con grandísimos destellos de calidad. Primero, un motivo militarístico y percusivo para los alemanes, que suena amenazador y opresivo, pero también nos ofrece pasajes melódicos con fragancia francesa, en especial para el personaje de Papa Boule, así como magníficos temas de tensión que funcionan magistralmente con las imágenes, como el sabotaje continuo de Paul Labiche (Lancaster) en la parte final de la película.
Gracias a FSM, podemos disfrutar de este gran score para esta magnífica película en una edición doble junto con otra perla, un trabajo de Elmer Bersntein para The Bridge at Remagen (1969).
La siguiente parada de la mano de Frankenheimer nos lleva a Grand Prix (1966), el mismo año en que Frankenheimer se marca doblete con Seconds (partitura que correría a cargo del magistral Jerry Goldsmith, pendiente de ser editada como dios manda).
Grand Prix es un drama deportivo que nos cuenta la historia del piloto Pete Aron (interpretado por el genial James Gardner), que tras un choque en Mónaco, en donde hiere a su compañero de equipo, Scott Stoddard, es expulsado de su equipo (Jordan-BRM). Poco a poco se irá recuperando, mientras comienza a competir con un equipo japonés, manteniendo un idilio sentimental con la mujer de Scott Stoddard (una otrora bella Jessica Walter, que recuerdo con cariño por su magnífico papel de odiosa madre en Arrested Development).
En el reparto también encontramos a la bellísima Eva Marie Saint (famosa por su papel en el magnífico thriller North by Northwest)) como corresponsal de prensa norteamericana que mantendrá un idilio simultáneo con los pilotos de carrera Jean-Pierre Sarti y Antonio Sabato.
Tras enfundarse su segundo Oscar por Doctor Zhivago, Jarre coge la batuta y nos muestra el camino musical de la fórmula 1. Para empezar, fanfarria principal al canto, un espectacular corte vibrante y dinámico, transmitiendo celeridad y velocidad a través de su potente motivo, que Jarre reutilizará en varias ocasiones, tanto para las carreras como para las marchas triunfales.
Pero Jarre tiene tiempo para deleitarnos con la melodía, a través de los affairs sentimentales, creando una auténtica paleta sonora de color, para las diferentes relaciones que vemos en pantalla, donde reconocemos de inmediato el estilo del compositor, y alguna ligera fragancia de su magnífico hacer para Doctor Zhivago, en especial el material romántico.
De nuevo es de bien nacidos ser agradecidos, y FSM se vuelve a portar bien con el compositor, en una edición que deja en pañales a las anteriores existentes, incluyendo no solo el material ya editado, sino lo que se había dejado fuera, así como multitud de bonus tracks y temas diegéticos, donde incluso aparece el Lara’s Theme en el último corte del compacto. Imprescindible al 100%, y gran versión en concierto que Jarre le dedica en el Maurice Jarre at the Royal Festival Hall.
La siguiente colaboración nos lleva al año 1968, con The Fixer (El Hombre de Kiev), con guión de Dalton Trumbo (el director de esa maravilloso alegato antibélico del año 1972, Johnny Got His Gun, y guionista de genialidades como Papillon o Spartacus), en una historia basada en hechos reales que transcurre en la Rusia Zarista, donde un judío llamado Yakov (un gran Alan Bates), desahuciado y abandonado por su mujer, salva la vida a un borracho de morir congelado. En recompensa, Yakov recibirá trabajo y cobijo en su casa, descubriendo posteriormente que su anfitrión es un antisemita.
Pasado un tiempo, Yakov será acusado del asesinato de un niño por uno de los capataces de su anfitrión, siendo encarcelado y sometido a todo tipo de vejaciones sin juicio previo. Jarre crea un score con un motivo dramático contenido, donde las sonoridades judaicas asoman durante su desarrollo, incluyendo algunos pasajes percusivos realmente agresivos, como la escena el expolio del ghetto de los judíos por parte de los cosacos.
Es una obra que permanece sin editar y de la que podemos encontrar una suite de siete minutos en un recopilatorio de Silva Screen, donde aparece el motivo principal, con un bello y melancólico solo de violín en el comienzo, y al que se le van añadiendo tambores y percusión de fondo, acentuando ese carácter dramático, con una parte final climática in crescendo realmente conseguida.
Finalmente, en el año 1969, Jarre finalizaría la colaboración con Frankenheimer con The Extraordinary Seaman, otra obra del compositor que permanece inédita para una comedia antibélica con el gran David Niven, Faye Dunaway, Mickey Rooney y Alan Alda, para la historia de cuatro marinos americanos (cuya misión es vigilar una isla en plena Segunda Guerra Mundial) topan con un buque antiguo con un único tripulante, un extraño comandante, una vieja reliquia de la primera guerra mundial.
En ese mismo año, Frankenheimer realizaría The Gyspy Moths, un drama con acrobacias aéreas de trasfondo, donde encontramos al gran Burt Lancaster y un jovencísimo Gene Hackman, y cuya partitura corrió a cargo del gran Elmer Bernstein, excelentemente editada por FSM.
In Memoriam, Maurice Jarre (1924-2009)
Rubén Franco Menéndez (Patton_Goldsmith)
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