PARTE 1:
"LOS ORÍGENES DEL FANTASMA"
El Autor y su Obra
La historia del fantasma de la Ópera nació de la pluma del francés Gaston Leroux, nacido en 1868, un tipo un tanto obeso y bon vivant (vividor) que al poco de acabar la carrera de leyes en París dilapidó en cuestión de meses el millón de francos que su padre le había dejado en herencia.
Su pasión era escribir y sus conocimientos legales le abrieron las puertas del periodismo, especializándose en las noticias de tribunales. Su trabajo fue ganando prestigio y acabó recorriendo el mundo como corresponsal del diario Le Matin.
Poco antes de cumplir los 40 decidió abandonar su ajetreada vida periodística y dedicarse a la literatura, sobre todo con relatos de misterio. Desde 1907 hasta el final de su vida, 20 años después, publicó algo más de 60 novelas, la mayor parte de las cuales no ha sobrevivido hasta nuestros días. Entre ellas destaca algún relato de intriga del joven detective Rouletabille, en especial "El Misterio del Cuarto Amarillo", y naturalmente "El Fantasma de la Ópera".
La Novela del Fantasma
Como obra literaria, el relato de Gaston Leroux deja bastante que desear. Tal como señala el gran escritor de relatos de espionaje Frederick Forsythe, autor de una continuación de la novela (más bien de la versión del musical de Andrew Lloyd Webber) publicada en 1999 y titulada "El Fantasma de Manhattan", la novela de Leroux parte de una idea brillante pero mal desarrollada. Lo cierto es que el libro de Leroux contiene bastantes incoherencias y mucha paja que entorpece la historia.
Nos muestra la imagen del Fantasma como un ser perverso, con una amplia experiencia como torturador, pues tal era su trabajo en el pasado a las órdenes de la Emperatriz de Persia. Todo esto nos lo cuenta en la novela un individuo conocido como el Persa, que aparece hacia el último tercio del relato y se convierte en el narrador, así como testigo presencial de todo lo que sucede hasta el final.
Forsythe, en la introducción de "El Fantasma de Manhattan", alaba la labor realizada por Andrew Lloyd Webber, Richard Stilgoe y Charles Hart, autores de letras y libreto, al adaptar la historia de Leroux de manera coherente, eliminando todo lo superfluo -todo lo relacionado con el Persa se eliminó en el musical- y centrándose en el verdadero eje del relato: la historia de amor, pues "El Fantasma de la Ópera" es sobre todo una obra de pasión y de amor no correspondido y no una novela de misterio o terror en sí.
La Ópera de París
Muchos pueden pensar que una de las incongruencias de la historia es que existan bajo la Ópera de París pasadizos secretos, mazmorras e incluso lagos subterráneos. Pues bien, eso sí que es real.
Napoleón III fue quien decidió que la capital francesa merecía un edificio de la ópera mucho mejor que el que existía, sobre todo después de que se atentara contra su vida en 1858 lanzando una bomba a su carroza cuando se dirigía a la antigua ópera situada en una encrucijada de calles estrechas.
El encargado de su diseño y construcción fue
Charles Garnier y las obras se iniciaron en 1861. Las excavaciones dejaron al descubierto un río subterráneo, responsable con los años de ese auténtico lago, producto de las filtraciones, que se encuentra bajo los sótanos del edificio. Por increíble que parezca, la Ópera de París tiene diez pisos por encima del nivel del suelo y siete pisos de sótanos que los comuneros de París utilizaron para esconderse, guardar armas y encerrar y torturar a prisioneros entre 1870 y 1872.
No es de extrañar que el propio edificio y las leyendas a él asociadas ayudaran a desbordar la imaginación de
Gaston Leroux para escribir la historia de "El Fantasma de la Ópera", que de hecho era ya una especie de leyenda urbana en el París de la época.
Del Olvido a la Inmortalidad
Hoy día es la novela más famosa de Leroux, pero en su momento pasó bastante desapercibida. Se publicó en 1911 en formato de libro y poco después por entregas en uno de los diarios parisinos. A partir de ahí cayó en el olvido.
Seguiría allí de no ser por uno de esos caprichos que tiene el destino. Uno de los magnates del cine mudo, el presidente de la Universal
Carl Laemmle, fue de vacaciones a la capital francesa en 1922, once años después de la publicación del libro.
En París conoció a
Leroux por casualidad y conversaron de varias cosas. Laemmle le explicó que el edificio de la ópera le había causado una gran impresión y
Leroux aprovechó para regalarle un ejemplar de su novela.
El magnate de la Universal acababa de contratar a Lon Chaney, "el hombre de las mil caras", para interpretar al jorobado Quasimodo en la primera versión fílmica de "Nuestra Señora" de París.
Laemmle no sabía qué papel podría adjudicar a Chaney tras esa película y temía que algún estudio de la competencia le robara al actor que él mismo había descubierto. "El
Fantasma de la Ópera" era la solución perfecta. Y de ese modo, se convirtió en un relato inmortal.
Versiones Cinematográficas
El primer "El Fantasma de la Ópera", en la época del cine mudo, a cargo de
Lon Chaney (1925), fue un éxito de público. De hecho es la versión más terrorífica que se ha hecho basada en la novela de
Leroux.
El planteamiento de la cinta que se rodó casi dos décadas después, protagonizada por
Claude Rains y dirigida por Arthur Lubin en 1943, es bastante distinta, aunque también gira en torno al lado más terrorífico del relato.
La
Hammer estrenó en 1962 una nueva versión dirigida por Terence Fisher en la que
Herbert Lom encarnaba al fantasma.
El amigo
Robert "Freddy Krugger" Englund también dio vida a este personaje en una olvidable versión de 1989, tan olvidable como la de
Dario Argento de 1998 protagonizada por Julian Sands.
Bastante más interesante es
"El Fantasma del Paraíso", que dirigió Brian de Palma en 1974, una ópera rock en cierto modo innovadora basada de una manera muy libre en la misma historia,
con canciones de Paul Williams.
Así mismo, se han hecho unas cuantas adaptaciones para la televisión de escasa repercusión, incluso contando en su reparto con actores de la talla de
Burt Lancaster (1990) o Maximilian Schell (1983).
También existe la curiosidad de una adaptación televisiva hispana, la producción argentina dirigida por
Chicho Ibáñez Serrador en 1960, en la que el personaje del fantasma fue interpretado por
el padre de éste, Narciso Ibáñez Menta.
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