Tracklist:
- Introduction (1:32) ***
- Young Alexander (1:36) *****
- Titans (3:59) ***
- The Drums of Gaugamela (5:20) ****
- One Morning at Pella (2:11) ***
- Roxane’s Dance (3:25) ***
- Eastern Path (2:58) ***
- Gardens of Delight (5:24) *****
- Roxane’s Veil (4:40) *****
- Bagoa’s Dance (2:29) *
- The Charge (1:41) **
- Preparation (1:42) **
- Across the Mountains (4:12) *****
- Chant (1:38) *
- Immortality (3:18) *
- Dream of Babylon (2:41) **
- Eternal Alexander (4:37) **
- Tender Memories (2:59) ***
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1. Introducción
Alexander marca el regreso del genio de los sintetizadores a la música de cine, y lo hace por la puerta grande, gracias a la última superproducción de corte histórico de Hollywood, en esta ocasión una suerte de biopic algo irregular sobre la figura de Alejandro Magno. La elección del compositor griego, como es habitual en estos casos, no ha estado exenta de cierta polémica, especialmente entre los más puristas a los que les cuesta admitir la idoneidad del estilo musical de Vangelis en una historia épica de tales características.
2. Vangelis
Antes que nada, considero importante aclarar que la carrera musical de Vangelis ha ido unida al acompañamiento de películas y documentales desde sus mismos comienzos. Aquellos que consideren a Vangelis un intruso en el mundillo de la música de cine, y “el autor de Carros de Fuego, Blade Runner y 1492 Conquest of Paradise” carecen de una visión de conjunto lo suficientemente sólida como para poder valorar la contribución de Vangelis al mundo del séptimo arte en su justa medida.
Aquellos que, por el contrario, están familiarizados con la abundante producción musical del genio griego recordarán su magistral contribución a los documentales (tanto largometrajes como series de televisión) de Frédéric Rossif, muy especialmente esa obra maestra de la música instrumental contemporánea que es L’Apocalypse des Animaux, a la que podríamos añadir La Fete Sauvage, Sauvage et Beau, L’Opera Sauvage y De Nuremberg à Nuremberg. Sin embargo, esto no constituye sino una parte de todo lo que ha compuesto para el cine, empezando por una de sus primeras y estupendas bandas sonoras, Sex Power, o la maravillosa Ignacio (también editada en cd bajo el título en francés Entends-tu les chiens aboyer?), Missing, Le Cantique des créature: Pablo Picasso pintor, el soberbio trabajo para un documental japonés conocido en Occidente bajo el nombre de Antarctica, The Bounty, la obra maestra Francesco, La Peste, Bitter Moon, o una de sus últimas obras para el medio cinematográfico Kavafis, estrenada en 1996. En resumidas cuentas, Vangelis no es nuevo en esto de la música de cine, y aunque sea conocido principalmente por el público por tres títulos realmente posee un bagaje más completo y por tanto una experiencia considerable en lo que supone componer una banda sonora para una película, sin que ello implique renunciar a su muy característico estilo.
El estilo musical de Vangelis es único e inconfundible, y eso le ha granjeado tantos detractores como admiradores. No obstante, y pese a contar con este estilo tan único y personal, Vangelis es uno de los compositores más eclécticos que haya conocido nunca, capaz de hacer un álbum de música electrónica experimental y avant garde tipo Beauborg y después un álbum de corte más new age como Oceanic o Direct y también un álbum psicodélico como See you Later o de corte sinfónico como Mask... Vangelis ha demostrado, desde sus comienzos, tener una personalidad musical inquieta y ajena a modas y tendencias, siendo siempre fiel a sí mismo y a su muy especial visión de la música. Ese estilo puede apreciarse también en su último trabajo, Alexander, una obra autoreferencial como se verá más adelante y que nos devuelve al Vangelis más majestuoso, épico y grandioso.
Sin duda uno de los elementos característicos y definitorios del estilo músical del genio griego es el uso de instrumentos electrónicos como soporte principal para la expresión de sus ideas musicales. Y es en el campo de la música electrónica donde Vangelis demuestra ser una de las personalidades más importantes, innovadoras e influyentes que haya dado la música instrumental en los últimos treinta años. En estos tiempos en los que se abusa tanto de samplers que tratan de imitar los sonidos de una orquesta con mayor o menor fortuna, siempre es de agradecer el poder escuchar un tipo de música diferente que se aparta voluntariamente de las sonoridades orquestales, buscando nuevos caminos y formas propias de expresión musical. Blade Runner es, en este sentido, el ejemplo paradigmático de lo que los sintetizadores pueden dar de sí en una película, y hasta qué punto constituyen una alternativa sólida e igualmente interesante a la hora de acompañar las imágenes de una película, independientemente de su argumento. A propósito de los sintetizadores y su relación con los instrumentos acústicos, Vangelis explica:
"...Un sintetizador no sustituye a un instrumento acústico; puede hacer cosas diferentes y puede extenderlas. Pero, por supuesto, durante los primeros años de los sintetizadores, comenzaron haciendo sonidos bastante absurdos, tocando música clásica; realmente, todo marketing. Los sintetizadores no son para eso, son para aproximarse a la naturaleza. Aunque la gente piense que 'aproximarse a la naturaleza' pueda significar recrear un instrumento acústico, no creo en eso. Es tan próximo a la naturaleza como uno desee. No importa que instrumento utilices. La gente dice que la música sintetizada es muy fría, pero no es la música, sino quien está detrás, el músico. La diferencia está en que con instrumentos acústicos el músico sí sabe como poner esa preciosa cosa que llamamos 'alma' en el instrumento. Eso es lo que trato de hacer con los sintetizadores...".
Con el uso de instrumentos electrónicos como soporte principal en la música del genio griego llegamos a otro punto especialmente controvertido cuando se habla de la música de cine de Vangelis: su idoneidad dentro del contexto de la película (especialmente si la película es histórica, en donde el uso de sonidos electrónicos puede resultar más anacrónico), y la falta de integración o acoplamiento a las imágenes de la misma. De este modo, una de las críticas más frecuentes vertidas a trabajos como 1492, Conquest of Paradise está en su falta de integración en las imágenes de la película, lo que, según dichas críticas, hace que constituya una mediocre banda sonora incapaz de adaptarse a las exigencias de la historia, aunque en su escucha aislada como álbum las opiniones sean en general más favorables. Esta crítica, no obstante, podrá ciertamente constatarse en algunos trabajos pero también refutarse en otros, puesto que resulta indudable la fusión música/imagen en películas como Carros de Fuego y, sobre todo, Blade Runner, quizás su mejor banda sonora en lo que respecta a este aspecto concreto.Personalmente considero que se trata de una forma diferente de aproximarse a la composición musical cinematográfica. El método de trabajo de Vangelis ha sido siempre muy intuitivo, lo cual tiene su lógica si se tiene en cuenta que carece de educación musical que le permita, por ejemplo, leer una partitura. Esta falta de formación académica, no obstante, no ha supuesto un obstáculo significativo en la carrera musical de este niño prodigio que ya a los cuatro años de edad había comenzado a componer su propia música, pasando horas de su niñez sentado al piano experimentando con los sonidos y a los seis ofreció su primer concierto en un teatro local en el que interpretó sus primeras composiciones. Una de las facetas en las que Vangelis ha destacado desde muy niño es la improvisación. No sabiendo ninguna composición de memoria, ni tampoco sabiendo leer música, este niño improvisaba ante su público, como todavía hace hoy siempre que da un concierto en directo. El mismo compositor ha llegado a afirmar que, momentos antes de un concierto, él sabe casi tanto como el público acerca de lo que se va a poder escuchar en el espectáculo, lo cual quiere decir que dos terceras partes del concierto van surgiendo sobre la marcha.
Aunque sus padres, también artistas, intentaron guiarlo a una formación musical de nivel académico, Vangelis nunca llegó a aceptar dicha formación, y todo lo que aprendió lo hizo por sí mismo, lo cual explica lo personal e inclasificable de su estilo, que perfectamente puede aproximarse al rock psicodélico, al jazz, a la música clásica, a la new age o a la música más experimental e incluso atonal, utilizando una amplia gama de instrumentos, la mayor parte de los cuales son interpretados por el mismo Vangelis. Por todo esto, su música posee un carácter muy intuitivo que nos permite entender su forma de aproximarse a la composición para cine, una forma eminentemente emocional, sustentada en las emociones y sentimientos evocados por cada escena o momento de la historia. En ocasiones dicho enfoque dará resultados sobresalientes y en otros resultados más irregulares, como en el caso de la composición que nos ocupa, Alexander.
3. Alexander
En primer lugar, justo es aclarar que el cd oficial incluye únicamente 57 minutos de música para una película de tres horas, lo cual implica que mucha música se ha quedado fuera y por tanto la valoración del score propiamente dicho estará limitada por lo exiguo de la selección musical presentada en el álbum.
Aunque la música utiliza más orquestaciones de las que Vangelis nos tiene acostumbrados, no obstante la mayor parte de trabajo está apoyado en las sonoridades electrónicas características de Vangelis. Como ocurriera en 1492, Conquest of Paradise¸ no considero que dichas sonoridades, per se, perjudiquen a la película restándole rigor histórico o credibilidad narrativa, ya que el trabajo de Vangelis es lo suficientemente completo como para cubrir una rica paleta de sonidos y ritmos que retratan perfectamente los distintos escenarios por los que se desenvuelve la historia. No obstante, debo reconocer que me ha sorprendido la muy positiva acogida que este trabajo ha tenido en gran parte de la prensa especializada, especialmente después de ver la película, en la cual la música de Vangelis acierta sólo parcialmente como acompañamiento de las imágenes, especialmente en las partes más calmadas, solemnes y líricas, resultando más errática, incluso fuera de lugar, en bastantes momentos de mayor tensión dramática, como por ejemplo la muy bochornosa (a todos los niveles) batalla final en la que Alejandro Magno es herido y disuadido de regresar al hogar y poner fin a su afán expansionista. Pero vayamos por partes.
El tema que abre el cd, Introduction¸se puede escuchar en los sobrios créditos de inicio de la película, y la música se acopla perfectamente a los mismos. Es un tema que reboza solemnidad, y que al mismo tiempo nos traslada a una época lejana de leyendas y grandes hazañas. Es un tema que lleva el característico sello de la música de Vangelis, y que sirve de anticipo a lo que está aún por venir. Este corte, que va creciendo en intensidad progresivamente, envolviendo al oyente en una atmósfera de ensoñación y magia, enlaza con el segundo, titulado Young Alexander, que constituye, sin lugar a dudas, uno de los momentos más arrebatadoramente hermosos del álbum, calmado, celestial... Vangelis entona un sencillo pero conmovedor himno que retrata con solemnidad contenida al personaje.
El tercer corte, Titans, constituye el tema principal del score, y nos devuelve al Vangelis grandilocuente de 1492, Conquest of Paradise y Voices. De hecho, tanto a nivel rítmico como en el uso de los coros, este tema recuerda bastante a los temas principales de dichos trabajos, así como también a otros compuestos ad hoc para algún evento especial, como por ejemplo el tema March with Me, interpretado por Montserrat Caballé. Aquellos que gustan de la sonoridad épica de estos temas disfrutarán sin lugar a dudas con este corte, espectacular y muy efectivo en el contexto de la película, pese a su simpleza melódica y el efecto de no estar escuchando nada nuevo y especialmente destacable en la trayectoria musical del compositor griego. Será un tema a recordar, muy pegadizo y atractivo, pero realmente no constituye lo mejor de este trabajo, como tampoco lo hacía el tema principal de 1492, Conquest of Paradise. En cualquier caso, sirve como un más que correcto retrato musical del carácter heroico y legendario del personaje principal de la película.
El cuarto corte, titulado The Drums of Gaugamela, se corresponde con uno de los momentos más conseguidos y emocionantes de la película, más concretamente con la batalla en la que Alejandro derrotó al ejército persa pese a su inferioridad numérica. Nos encontramos ante uno de los temas más emocionantes del compacto, gracias a una obsesiva base rítmica que muy bien podría evocar la carga o embestida de un ejército,secundada por voces que entonan salvajes cánticos tribales de guerra a modo de arenga. El efecto conseguido es de confusión, de caos, y también de salvaje y fría, deshumanizada violencia desatada. En el minuto 3:36 la música cobra un aire de heroica esperanza, que se corresponde con el momento en el que Alejandro consigue desestabilizar al ejército contrario e inclinar la balanza a su favor gracias a su precisa y estudiada táctica bélica. Para ello Vangelis hace uso del tema escuchado en el corte Young Alexander, en una variación de corte épico y mayestático. Se trata, en definitiva, de un corte sencillo pero muy funcional dentro de la película, y que consigue adaptarse muy bien a las imágenes.
El siguiente corte, One Morning at Pella, nos devuelve al Vangelis melancólico y reflexivo en un precioso tema para harpa que evoca la paz y quietud que precede a la llegada de un nuevo día. Vangelis ha sido siempre un exquisito melodista, dotado de una capacidad fabulosa para crear bellas y líricas melodías y ambientes que inducen a la relajación y al ensoñamiento, y este tema es una buena prueba de dicha habilidad.
A partir del siguiente tema, titulado Roxane’s Dance, da comienzo un nuevo bloque temático en el cd, y que será probablemente muy del agrado de aquellos que sentimos predilección por la faceta más new age del compositor. Este nuevo bloque está integrado por los cortes 6 al 10, y está caracterizado por el predominio de ritmos y sonoridades exóticas, melodías que evocan el misterio y la cautivación de los pueblos y culturas con los que Alejandro entró en contacto durante su periplo oriental. Los sonidos más orquestales quedan relegados a un segundo plano, y los sintetizadores y los instrumentos étnicos cobran un mayor protagonismo. El primer corte de este bloque, Roxane’s Dance, se sustenta en la sonoridad de instrumentos hindúes: el tamboura crea una masa ambiental misteriosa y espiritual, las tablas son responsables de un patrón rítmico hipnótico, y la flauta bansuri entona una embriagadora melodía que seduce nuestros sentidos.
La ambientación oriental prosigue en el siguiente corte, Eastern Path, en la que el duduk cobra especial protagonismo. Este instrumento no resulta un desconocido para el aficionado a las bandas sonoras, especialmente gracias a su inclusión en esas obras maestras que son Gladiator de Hans Zimmer o The Crow de Graeme Revell. El efecto que consigue es puramente ambiental, dotando a la expedición de Alejandro de un componente misterioso y espiritual, casi místico, al permitirle ésta entrar en contacto con nuevas y exóticas culturas, de costumbres y religiones diferentes a la suya propia.
El siguiente tema, Gardens of Delight, constituye uno de los mejores cortes del cd. El comienzo evoca una sagrada quietud, mediante el uso de unos glissandos para harpa y una voz femenina entonando un melancólico cántico. En este momento Vangelis introduce uno cálido patrón rítmico de corte árabe y unas voces etéreas, angelicales, que realmente trasladan al oyente a remotos paisajes de magia y embeleso, acompañado por lo que parece ser un salterio persa y un laúd. Una maravilla.
La magia se mantiene en el siguiente corte, Roxane’s Veil, fácilmente otro de los temas más destacables de todo el compacto, y que se desmarca significativamente de lo que se ha podido escuchar hasta este momento. Apoyado en el violín como instrumento solista, interpretado por Vanessa Mae, este corte introduce lo que podría ser un bello tema de amor que, no obstante, no aparece (o al menos no lo recuerdo) en la película, y que evoca nostalgia y melancolía como sólo Vangelis es capaz de hacer. En cierto modo recuerda a la música de ese maravilloso trabajo que es Voices, especialmente el corte Losing Sleep (Still, my Heart). El tema es una preciosidad, y sin lugar a dudas el más afín al estilo de música new age de todo el compacto.
El siguiente tema, Bagoa’s Dance, cierra este bloque con un tema concebido exclusivamente para percusión y efectos rítmicos. Se trata, sin lugar a dudas, del corte menos destacable del compacto, del más incidental.
Dicho tema enlaza con el siguiente, titulado The Charge, que se corresponde con la batalla final de la película, en la que Alejandro es herido y derrotado. Al contrario de lo que ocurriera en la anterior batalla y el corte The Drums of Gaugamela, en esta ocasión la música no sólo no consigue adecuarse a las imágenes, sino que incluso llega a resultar demasiado rimbombante, ruidosa y desatinada, estando fuera de lugar hasta extremos insufribles en la película. Afortunadamente este crescendo para coros, tambores y teclados no se extiende demasiado, engarzando con el siguiente tema, The Preparation, un tema militar que se escucha antes de la batalla de Gaugamela, en los prolegómenos de aquella gran batalla, tanto en imágenes como en música. Más tambores y ritmos marciales para un corte sin excesivo interés que sirve de transición a otro de los grandes momentos musicales de esta banda sonora.
Across the Mountains contiene, quizás, el motivo melódico más hermoso de cuantos pueden escucharse en la película. Es, nuevamente, un himno típico de Vangelis, tanto en el ritmo obstinato como en el uso de los coros y el sonido de los teclados. La música va creciendo en intensidad dramática, alcanzando hermosas cotas de solemne lirismo, sirviendo de testimonio a la grandeza y la majestad de Alejandro el Conquistador. Con este tema el cd alcanzará sus momentos de mayor inspiración.
Y, a partir de este momento, el score ofrecerá pocas sorpresas. El siguiente tema, Chant, utiliza coros masculinos para tejer una atmósfera opresiva y oscura, a la par que sagrada, que se extiende sin mucha variación durante minuto y medio hasta engarzar con el siguiente corte, Immortality, otro tema ambiental y bastante incidental, sin mucha autonomía en la escucha aislada, en el que puede apreciarse muy claramente la labor de Nic Raine en las orquestaciones. Dicho corte dará paso, de manera continuada, al siguiente, Dream of Babilón. Dicho tema recupera el tema principal escuchado en Titans, si bien en esta ocasión no llega a desarrollarlo en su integridad, esbozándolo más bien antes de concluir con un sentido crescendo coral.
Cuando parecía que el cd no iba a dar más de sí, Vangelis se las ingenia para introducir otro nuevo motivo temático, esta vez en el penúltimo corte, que lleva por nombre Eternal Alexander, y que prosigue la tónica iniciada en Titans y desarrollada en Across the Mountains. Se trata, por tanto, de otro himno que puede escucharse en su integridad durante los créditos finales de la película. Un tema bonito, pero, nuevamente, bastante simple y que no añade nada que no se haya podido escuchar anteriormente en la discografía de Vangelis. Y, con todo, pese a su rimbombancia y solemnidad, no termina por convencerme del todo, ni tampoco conmoverme, algo parecido a lo que ocurre con el tema Titans. Mucho más interesante me parece, por tanto, el corte que cierra el cd, Tender Memories, basado en una variación del tema anterior pero en un tono más reflexivo, incluso romántico, que recupera al Vangelis lírico y poético, cerrando de esta forma, de manera muy convincente, un trabajo caracterizado por su increíble variedad temática y sonora, sin duda las mayores bazas del score.
4. Conclusión
Con todo, no creo que sea ésta la mejor banda sonora de Vangelis. En lo que respecta a la adecuación de la música en la película, considero que se trata de un trabajo irregular que acierta en los momentos más calmados, pero que en muchos momentos de mayor intensidad dramática parece estar completamente fuera de lugar. Y esta impresión no tiene nada que ver con el “sonido Vangelis”, con el uso de instrumentos electrónicos, pese a que este score es uno de los menos electrónicos del compositor. Aunque muchos criticarán esta obra sobre la base del aparente anacronismo que supone utilizar este tipo de música en una película de corte histórico, personalmente considero que la música de Vangelis puede acompañar perfectamente cualquier tipo de película, independientemente del marco cronológico en el que se desarrolle la historia, debido principalmente al carácter atemporal de su música. Vangelis no le interesa tanto adecuary supeditar la forma musical al contexto histórico (en cuyo caso no podría utilizar sintetizadores) como captar y después transmitir unas determinadas emociones y sensaciones al oyente. Por este motivo, el que en algunas escenas de Alexander la elección musical no me parezca la más idónea no tiene tanto que ver con su estilo como con la composición en sí misma, con su exceso de protagonismo en algunos momentos en los que termina por relegar las imágenes a un segundo plano y desviar excesivamente la atención del espectador de lo que se está narrando. Y aunque esto no ocurre sino en contadas ocasiones, sin embargo considero que tanto 1492, Conquest of Paradise como Bitter Moon, como Chariots of Fire y, por supuesto, como Blade Runner... acompañan de manera más equilibrada y armoniosa a las imágenes, de ahí que no pueda estar de acuerdo con los que consideran que Alexander es su mejor banda sonora.
Lo que sí es seguro es que Alexander es el mejor álbum del compositor de los últimos seis años, y agradará tanto a los seguidores del compositor como aquellos que gustan de una composición tan variada a nivel formal y melódico, aunque el tono y carácter eminentemente épico y grandilocuente de la composición, sustentada en una serie de himnos a cada cual más solemne, pueda llegar a cansar e incluso a aburrir a aquellos que, como un servidor, preferimos al Vangelis intimista y lírico que tiene en los temas Young Alexander, Roxane’s Veil y Across the Mountains sus momentos de mayor inspiración.
Lo Mejor: Su variedad, sus momentos más íntimos de reminiscencias new age, el regreso del Genio a la música de cine por la puerta grande.
Lo Peor: A partir de Across the Mountains el CD pierde bastante interés. Algunos momentos aislados no llegan a integrarse del todo en las imágenes a las que acompañan. Quizás, algunas melodías simples y rimbombantes nada originales en la trayectoria musical del compositor.
El Momento: Young Alexander, corto pero intenso.
Luis Fernando Rodríguez Romero
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